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Capítulo Catorce

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Al final les dejé una nota, leánlea que me enojo jajaja

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Al final les dejé una nota, leánlea que me enojo jajaja. 

—¿Puedes pedir algo para el puto dolor? No lo soporto más Jorge.

—El dolor es mental, vamos respira profundo —intentó animarme en vano.

—¡No es mental! ¡Haz que me traigan algo ya mismo!

Como caida del cielo una enfermera entró al cuarto, escuché murmullos durante los pocos segundos que la puerta estuvo abierta, podía jurar que esos lloriqueos eran de mi hermana, incluso en medio del dolor que me tenía doblegado, la imaginé haciendo un escándalo en el pasillo.

—Con esto se sentirá mejor —observé cómo preparaba la inyección que me puso vía intravenosa, me sonreía con amabilidad mientras yo maldecía en voz baja, el dolor me estaba aniquilando—, el doctor volverá en unos minutos.

Jorge no se animaba ni acercarse a la cama, me conocía perfectamente, sabía que cuando estaba así de enojado lo mejor era dejarme tranquilo, aunque en ese momento eso era simplemente imposible, me quejé de nuevo por el dolor en el hombro, la desesperación que me ocasionaba el cabestrillo aumentaba la tortura que estaba enfrentando.

—Afuera está Saúl.

—¡Que se vaya a la mierda! Esto es su maldita culpa —me exalté inevitablemente, deseoso de poder levantarme de esa cama para poder sacarlo a la fuerza de esa clínica.

—Santiago basta, fue un accidente, que estés así de furioso no va a solucionar nada, seguirás con las mismas lesiones y el dolor.

Opté por no decir nada, no tenía caso explicarle a Jorge de donde venía mi rabia por ese señor, cerré los ojos negando de mi mala suerte, jamás me había lastimado tanto en todos los años que tenía compitiendo.

—El dolor en el hombro no cede, de verdad es insoportable.

—Así son las luxaciones, no es la primera vez que te enfrentas a una.

—Es la primera vez que me jodo el hombro, la muñeca, y una pierna a la vez, tú más que nadie sabe lo que significan todas estas lesiones —respondí.

—Saldrás de todas ellas, en unas semanas

—¡No mientas! —interrumpí gritando—. Esto no es de unas semanas, me tomará meses, lo de la pierna es grave, es la derecha la que me he lesionado tres malditas veces. ¡Ya no tengo veinte! Tengo desgaste por todos los años haciendo ciclismo.

—¡Basta Santiago! Todo eso lo sé, la recuperación será más lenta si continuas con esa actitud. Te van a terminar echando de aquí, discutiste con el doctor, te quejas de todo ¡Estamos gritando en un puta clínica!

Ambos nos quedamos callados cuando el doctor entró de nuevo, intentaba calmarme para escucharlo con atención aún sabiendo que el panorama era desalentador, el impacto de la caída a esa velocidad provocó la luxación en el hombro, que aunque Jorge acomodó en su sitio de inmediato seguía siendo una lesión complicada. Pasé la mano izquierda por mi cara, resoplando mientras escuchaba al doctor hablando de mi pierna derecha, tenía un esguince que se agravaba por el desgaste muscular que sufría a causa de mis años pedaleando.

El desastre del que me enamoréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora