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Capítulo Ocho

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El ruido de sus tacones chocando contra el piso me estaba impacientando, respiré hondo solo observando como caminaba de un lado a otro sin decir nada

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El ruido de sus tacones chocando contra el piso me estaba impacientando, respiré hondo solo observando como caminaba de un lado a otro sin decir nada.

Aclaré la garganta intentando desesperadamente llamar su atención, no tenía idea de lo que estaba sucediendo, estaba tan sorprendido por su presencia que me era imposible analizar a profundidad la situación.

Se detuvo de repente para quitarse los zapatos con grandes tacones que estaba usando, su sensual torpeza se hizo presente, cayó sobre un sillón individual al perder el equilibrio, del cual se levantó con un solo movimiento.

—Tengo muchos problemas —dijo en voz baja, tuve la intención de hablar pero con un gesto me silenció— , pensaba que poco a poco estaba saliendo de ellos, pero no es así Santi, no es así.

Me levanté en un impulso, verla así de afectada me resultaba agobiante, dio dos pasos hacia atrás intentando alejarse, comprendí de mala gana que necesitaba su espacio, uno que debía darle aunque en ese momento solo pensara en calmar esa angustia que percibía en su mirada.

—¿Quieres agua?

—No, solo quiero hablar —respondió tajante, me miró a los ojos y aclaró la garganta antes de volver a hablar—. Crecí sintiendo que no era lo suficientemente buena para mis padres, y no me estoy victimizando al respecto, te explico esto porque es importante y afectó directamente a lo que pasó entre nosotros. Ellos tenían expectativas muy altas que nunca cubrí, en la frustración que les generaba mis fallas, me comparaban con mi hermana, que era todo lo contrario a mí.

Vannesa era lista, aplicada, amable... Todos la querían, porque era fácil hacerlo, ella siempre sonreía y le gustaba compartir con los demás, cuando estaba pequeña quería ser como ella —la vi bajar la cabeza y no pude soportarlo.

—Eres millones de veces mejor que ella.

—¡No! ¡Ninguna es mejor que la otra! Solo somos diferentes, eso nadie lo entendía, nadie. Pero ese no es el punto al que quería llegar. Cuando te conocí no se me pasó por la cabeza que tú y yo íbamos a terminar teniendo algo, seamos honestos somos muy distintos, no eras para nada el tipo de hombre que yo solía atraer. Por eso cuando las cosas empezaron entre nosotros me llené de dudas, desde el comienzo nunca supe que buscabas de mí, evitaba cuestionarmelo y me dediqué a disfrutar de eso que teníamos. Pero nunca dejaste de parecerme demasiado bueno para ser cierto.

—Valentina no digas eso.

—Siempre tuve una sensación aquí —dijo tocando su pecho— , un presentimiento que me negaba a escuchar, porque estaba demasiado feliz, demasiado emocionada viviendo una relación que jamás imaginé tener. Era algo físico, mental, sexual, y sentimental, el maldito paquete completo. Obviamente algo tenía que ir mal.

—Valentina.

—No Santiago, déjame hablar —pidió exaltándose—. Nunca estuve del todo segura que tú y yo sentíamos lo mismo, pero eso no frenó mi entrega, estaba estúpidamente enamorada...

El desastre del que me enamoréWhere stories live. Discover now