Capítulo 27

865 95 12
                                    

Las calles del pueblo pronto se llenaron de decenas de automóviles que iban a su máxima velocidad en una desesperada búsqueda por refugio de la radiación de Palo Verde. Muchos de ellos, se estrellaban contra los muros, se volcaban sobre el camino causando más accidentes, o bien, atropellaban a los peatones que trataban de salvarse a pie.

Alex siguió la Caravana y a la Van por una estrecha calle llena de viejos negocios abandonados, cerca del centro, pronto, pudimos ver un enorme edificio de ladrillado rojo, con un gran portón abierto que daba entrada a un gran garaje vacío, se trataba de una vieja estación de bomberos. La Caravana entró rápidamente si problemas, la Van logró ubicarse junto, pero pronto nos dimos cuenta de que no había espacio para el DeLorean. Alex protestó un poco, pero un simple recordatorio de que nos enfrentábamos a una crisis nuclear fue suficiente para hacerlo abandonar el vehículo. Y mientras Eric, Ellen y Rawvanna cerraban las enormes puertas rojas del edificio, nos metimos dentro con la adrenalina al máximo.

- Ya está –dijo Eric mientras aseguraba el portón.

- ¿Nos alejamos suficiente? Quizás debimos seguir conduciendo –se preocupó Vanessa.

- No, la radiación nos hubiera alcanzado en el camino –aseguró Alan.

- Necesitamos refugio –urgió Jafet mientras analizaba la estancia.

- ¿Qué no estamos en uno? –preguntó Vic.

- Necesitamos algo mejor, que nos aísle mejor de la radiación.

- ¿Un sótano sirve? –preguntó Alex señalando al fondo de la estancia.

Justo detrás de la barra de descenso, frente al enorme estante lleno de herramientas, se encontraba una larga escalera de caracol roja que llevaba tanto a los pisos superiores como a un nivel inferior. Rawvanna cogió una escopeta y encabezó la marcha con el arma en alto en caso de que hubiera infectados en el sótano. Yo solo temía que tuviéramos que pasar el siniestro atrapados en sótano con un asqueroso cadáver.

Llegamos a una gran puerta de metal, Rawvanna se detuvo y espero a que Alex la abriera para entrar, pero la falta de luz nos impidió inspeccionar tal como debíamos. No podíamos ver nada allí abajo, solo sentir ese sofocante húmedo ambiente. Fue Jafet quien encendió la luz. Se trataba de una pequeña sala cuadrada llena de cajas y muebles viejos, sin embargo, con la radiación afuera el lugar me pareció acogedor hasta cierto punto.

- Supongo que pasaremos aquí la noche –dijo Eric sin mucho entusiasmo.

- ¿La noche? Si Palo Verde estalló, tendremos que permanecer más que una noche –afirmó Alan.

Y Alan estaba en lo cierto, en la Soledad habíamos tenido un pequeño curso sobre qué hacer en situaciones similares, luego de que comenzaran a explotar varias centrales nucleares en el país. La radiación se expandiría por kilómetros a la redonda, abarcando varios estados contaminándolo todo y alterando el ambiente. Debíamos esperar a que la radiación se disipara lo suficiente para poder salir, podían pasar semanas para ello, o bien, con una buena lluvia, unas cuantas horas.

Después de montar un improvisado campamento con algunas cosas de la bodega y de la Caravana, el grupo se ocupó de lo suyo. Todos tenían formas diferentes de lidiar con el estrés de la situación, algunos nos dividíamos en pequeños grupos o parejas para hablar y distraernos, otros habían decidido aislarse tratando de conciliar el sueño. Alan, Rawvanna, Eric y Ellen, cantaban villancicos, aunque sin mucho ánimo. Luego estaba Derek que seguía hasta las nubes por los analgésicos que le suministró la doctora, no paraba de tararear canciones electrónicas mientras reía como idiota.

Yo estaba con Alex, mi intención inicial había sido platicarle lo sucedido con Graham, peor en cuanto me vio acercarme, el chico comenzó a hablar de su descubrimiento del DeLorean, lo que lo llevó a una larga y profunda reflexión de cómo Volver al Futuro debía ser una de las mejores películas de la historia del cine. En muchas ocasiones quise interrumpirlo, pero había cierta felicidad en su voz que no quería extinguir con malos augurios sobre nuestro destino, así que me callé y me limité a escucharlo, hasta que Jafet llegó hasta nosotros.

Pandemia Parte IIWhere stories live. Discover now