Capítulo 19

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Nos adentramos en la estación de policía, llegando a una gran sala llena de pequeños cubículos, cada uno con un archivero, teléfono, computador viejo y una gran pila de papeles. Al fondo pude ver la entrada a un largo pasillo, arriba tenía un letrero en el que se leía: "Solo personal autorizado". El lugar estaba vacío, y no había señal alguna de que hubiera habido algún combate allí antes. A decir verdad, parecía que los habitantes se habían marchado antes de que todo se fuera al carajo.

- ¿Ahora qué? –preguntó Vic.

Sam tomó una pistola de su bolsillo.

- Hubieras traído tu arco –le mencioné.

- ¿Para qué? ¿Para fallar?

- No creo que...

Vic me chitó señalando uno de los cubículos del fondo, cerca de un viejo bebedero con el garrafón vacío.

- Ahí –articuló o el chico con los labios sin emitir ni un solo sonido.

Asentí y avancé cuidadosamente por el pasillo de en medio con el arma en mano, mientras Vic iba por la derecha, y Sam se quedaba detrás para cubrirnos. Mientras caminaba, no pude evitar preguntarme si realmente era necesario matar a aquellos sujetos. Luego de lo que nos contó Vic, entendí que no era su culpa. Solo eran peones de Cranston. Pero no. Eso no importaba. Si los dejábamos ir, darían aviso al hombre y estando aún cerca de la Soledad, cargaría contra ellos también. Sería un desastre.

Estaba a un par de metros, preparado para disparar a quemarropa.

- ¡Cuidado! –gritó Sam y escuché disparos.

No tuve que girar para saber que alguien había salido detrás de los cubículos del otro lado. Me tiré al suelo al mismo tiempo que una mujer de mediana edad salía justo de dónde Vic nos había advertido. Sin pensarlo, disparé contra ella al mismo tiempo que un tercer sujeto salía del pasillo para apuntarme, tuve que rodar como tronco y ocultarme detrás de un escritorio para que no me disparará. En pocos segundos, la estación de policía ya era un nuevo tiroteo.

- ¿Sam? ¿Estás bien? –pregunté preocupado con las balas pasando encima de mí.

- ¡Sí!

- ¡Yo también sigo vivo, gracias!

- ¡Podemos oírlos, desgraciados!

- ¡Pues ríndanse! –recordé de la televisión, tratando de hacer tiempo hasta que se me ocurriera algo- ¡Somos más que ustedes!

- Eh, no es cierto- respondió otro sujeto, confundido.

Los disparos cesaron. Vic llegó junto a mí, arrastrándose.

- Si, cuéntanos bien.

El chico comenzó a hacer una combinación de gestos y señas, trataba de explicarme su plan sin mucho éxito.

- ¡No caeré en eso!

- Como quieras –le contesté.

El chico, frustrado, cambió sus señas y lo intentó de nuevo. Asentí cuando capté su idea...o parte de ella. En cuanto dio la señal, ambos salimos de nuestro escondite con direcciones opuestas para enfrentar a la mujer que teníamos del otro lado de la línea de cubículos. Pude escuchar como Sam le disparaba por encima de los escritorios a los otros dos para mantenerlos ocupados.

Cuando llegamos con nuestra adversaria, todo fue muy confuso. Realmente la sorprendimos con nuestro ataque. Antes de que ella pudiera levantar el arma contra alguno de nosotros, Vic se lanzó sobre ella derribándola, en el acto, ambos perdieron sus armas y comenzaron a forcejear en el suelo. Quise ayudarle al chico, pero uno de los sujetos decidió ignorar a Sam y comenzó a dispararme. La primera bala, la escuché zumbar cuando pasó junto a mi oído derecho. Y antes de que pudiera disparar la segunda, le devolví el fuego, aunque por el apuro, tampoco tuve mucha suerte con la puntería. Estaba preguntándome cuanto tardaría alguien en acertar un tiro, cuando se quedó sin balas, tiró su arma al suelo y embistió contra mí. Tuve segundos para decidir si quería usar mi espada o pistola, la primera iba a ser mucho más limpia, aunque más violenta; la segunda, por otro lado, era menos certera, pero consideré que era también la menos cruel, así que mientras se acercaba a mí, le disparé tres veces hasta atinarle al pecho: el hombre cayó rendido al suelo con golpe seco.

Tenía la intención de ayudar a Vic, pero Sam soltó un grito desgarrador al unísono con el aullido de una bala. Sentí como si me tiraran un balde de agua fría encima, lo primero que pensé es que le habían disparado. No podía ser así, no podía perder a Sam luego de Austin. Busqué a mi amiga con la mirada, pero no pude encontrarla en ese laberinto de escritorios y tampoco a su atacante, así que decidí correr a buscarla.

No pasó mucho antes de que la encontrara entre una antigua estación de trabajo y la pared, estaba tirada en el suelo con el rostro rojo y los ojos llenos de desesperación, mientras el otro sujeto se encontraba sobre ella con sus manos rodeándole el cuello con bastante fuerza. Al principio, pensé en disparar, pero tomé en cuenta mi pésima puntería y el peligro de darle a Sam en vez de a su atacante. Así que simplemente cargué contra el sujeto, pero en un extrañó movimiento, él me hizo tropezar, pasarle encima y caer justo del otro lado dándome un fuerte golpe en la cabeza. Traté de ponerme de pie, pero el dolor era insoportable y solo logré marearme y caer de nuevo. Mi visión se volvió borrosa por un segundo, cuando estuve a punto de desmayarme, solo podía ver las siluetas del hombre sobre Sam, ahorcándola, pero pude escuchar a la perfección los quejidos que hacía mi amiga cuando intentaba inhalar algo de aire. La impotencia se apoderó de mí cuando descubrí que no podría ponerme de pie a tiempo. Pero entonces, Vic apareció y abatió al sujeto con un disparo certero en la cabeza...o eso es lo que alcancé a distinguir. Escuché los tosidos de mi amiga mientras intentaba quitarse el cadáver de encima.

Vic se hincó junto a Sam, revisándole el cuello mientras ella recuperaba el aliento. Mi miró.

- Estas sangrando – no me di cuenta hasta que él lo mencionó, un hilo de sangre corría por mi frente.

- La salvaste –seguía sorprendido-. Tú la salvaste...

El chico se encogió de hombros.

- Hubieran hecho lo mismo por mí...creo. Sam, ¿estás bien?

No, yo no lo creo. De hecho, cuando tuve la oportunidad de salvarlo lo ignoré por completo para socorrer a Sam aun cuando él estaba literalmente junto a mí. Pero ahí nos encontrábamos ahora, yo quedando como un inútil y ese chico, del que había desconfiado y subestimado, como un héroe.

- La salvaste...

Lo último que escuché antes de perder la conciencia fue a Sam decir mi nombre, preocupada.

Pandemia Parte IIWhere stories live. Discover now