Capítulo 2: La nueva Asistente

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Todo estaba oscuro, abrí la puerta de mi habitación con una mano como pude mientras que con la otra rodeaba la cintura de aquella mujer de ojos verdes que en ese momento me tenía atrapada entre sus labios.

Ingresamos a la habitación entre empujones, alcancé a cerrar la puerta con uno de mis pies para luego tomar a Michelle entre mis brazos y pegarla contra la pared, mientras ella rodeaba mi cintura con sus piernas.

Mi habitación tenia una enorme puerta corrediza con vista al mar, y las luces que se encontraban en la costa le daban una iluminación perfecta para la ocasión.

-Me encantas María José Garzón. Quiero que me hagas tuya. -exclamó en lo que casi sonó como un gemido con su respiración entre cortada.

Ante sus palabras, le di la sonrisa mas perversa que pude para llevarla entre mis brazos hacia la cama y arrojarla con algo de agresividad.

-Quiero que te quites la ropa. -le dije con un tono de autoridad.

Ella me observó, se arrodillo en la cama y empezó a quitarse él vestido lentamente. Dios! Esa mujer si que sabia como enloquecer a cualquiera.

-Hoy te cogeré tan bien que cuando recuerdes tus días en budapest, esta noche será lo único que invada tu mente. -Le dije con un tono de voz presumido y arrogante para luego acercarme a ella lentamente y tomarla de un brazo con el fin de traerla hacia mi.

-Que así sea. -me respondió despojándome de mi blusa, y depositando húmedos besos al rededor de mi cuello. Llevé mis manos a su espalda para bajarlas lentamente hacia su voluptuoso trasero.

-Muy bien, basta de juegos. -exclamé y voltee su cuerpo dejándolo de espaldas hacia a mi e inmediatamente con mi mano derecha empuje su espalda para que se recostara boca abajo en la cama. Mi vista en ese preciso momento era algo de envidiar.

Tome con ambas manos, una de cada lado la pequeña pieza que cubría su parte inferior para quitarla inmediatamente. Podía sentir como la adrenalina del momento mezclada con todo el alcohol que había ingerido esa noche, corría por mis venas. Estaba cegada por el deseo, por la lujuria del momento. No estaba pensando claro y no quería hacerlo.

Me incliné lo suficiente como para que mi boca alcanzara su espalda y empece a darle pequeños mordiscos mientras bajaba desesperadamente hasta el medio de sus piernas. Podía escuchar su respiración entre cortada y ver sus manos aferradas a las sabanas, por unos segundo observé la escena. La tenia donde quería y vaya que me agradaba saber que la estaba volviendo loca. Inmediatamente me dispuse a continuar con mi cometido cuando unos golpes desesperados en la puerta de mi habitación se hicieron presentes interrumpiendo mi acción.

-María José ¿estas ahí? Responde ¿estas ahí dentro? -escuché.

Debe ser una broma pensé poniendo mis ojos en blanco. Solo a Aida se le ocurre interrumpir a estas horas.
¿Acaso no era obvio el escenario? Michelle y yo desaparecidas de la fiesta= sexo. Vaya amiga que tengo!

-Shhh!! -puse mi dedo índice sobre mis labios en señal de silencio, indicándole a la chica que ahora estaba en mi cama, que no dijera nada. Con suerte Aida asumiría que estaba dormida y se iría.

-Poché!! -volvió a exclamar mi amiga pero esta vez con un tono de voz casi quebrantando y lleno de preocupación.

-Llamaron de tu casa, algo ocurrió -escuché aquellas palabras y pude sentir como todo mi cuerpo se paralizaba, millones de escenarios pasaron por mi cabeza en cuestión de segundos, era de madrugada y sabes que a esa hora solo se pueden recibir las peores noticias.

CON LAS GANAS | CACHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora