Bokuaka - La calma después de la tormenta

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Las palmadas del entrenador señalizaron el fin del entrenamiento. Akaashi suspiró y pasó su diestra por la frente, limpiando así las perlas de sudor que la adornaban. Había sido uno de esos días agotadores pero que uno no quería que acabara. Ese sábado por la mañana tuvieron la práctica matutina como era habitual. Sin embargo, después de la hora de la comida (donde tuvo que recordarle a Bokuto no arrasar con todo lo que pillara para evitar vómitos innecesarios) subieron al autobús de la academia y fueron al pabellón donde jugaron contra un poderoso equipo del país que los citó para un amistoso. Todos estaban motivados a su manera. Onaga pretendía mostrarse tranquilo, aunque le delataba el rítmico golpeteo de su pie contra el suelo y las constantes preguntas que hacía a Washio sobre sus rivales. El bloqueador medio de tercero le explicó los detalles más importantes, pero también estaba entusiasmado así que acabaron hablando de estrategias y nuevas ideas para el partido. Sarukui, Komi y Bokuto habían encontrado el entrenamiento perfecto molestando a un adormilado Konoha. El rematador de cabello rubio ceniza se sentaba delante de Bokuto y Akaashi, al lado de Komi y Sarukui. Como de costumbre, gruñó acerca del pésimo estado de las carreteras antes de quedarse dormido. Konoha era el búho gruñón del equipo. Y, por supuesto, el objetivo perfecto. Sarukui encontró en su bolsillo el ticket de un restaurante y fue a tirarlo, pero Bokuto extendió los brazos enérgicamente (obviamente dándole una bofetada a Akaashi, sino no era él mismo) para llamar su atención cuando se le ocurrió una idea. Por el brillo en los ojos de su compañero supo que no sería nada bueno así que se rehusó a participar. Los de tercer año retorcieron el papel hasta hacer una pequeña lanza y se entretuvieron metiéndola en el orificio nasal de Konoha. El rematador arrugaba la nariz, refunfuñaba y se despertaba molesto. Al no ver nada fuera de lo común volvía a dormirse. De esa manera estuvieron todo el viaje. En voz alta Akaashi reprobó aquella conducta, pero para sí mismo debía admitir que fue divertido ver a un confundido búho gruñón adormilado y a sus compañeros disimulando haciéndose los dormidos. A Akaashi le gustaba especialmente esa parte, cuando el tiempo le regalaba un instante para perderse en el rostro del capitán del que llevaba meses enamorado.

El partido fue una victoria absoluta para Fukurodani. El otro equipo era formidable, nadie lo negaría, pero sencillamente ellos fueron mejores. Especialmente Bokuto. Akaashi pocas veces había sido testigo de partidos en los que su rematador daba el 200% de sí mismo. Era como una bofetada que le recordaba que estaba ante uno de los mejores jugadores del país. Bokuto Kōtarō era una estrella. Cuarto mejor rematador del país. Capitán de una de las escuelas más fuertes del país. Participó en varias ocasiones en el torneo nacional. ¿Cómo no iba a admirar y enamorarse de una persona así? Porque el de cabello bicolor era, a ojos de Akaashi, perfecto. Tenía el mundo a sus pies y una ansia de victoria que lo llevaría lejos. Lo único que el colocador temía era no ser capaz de seguirle el ritmo.

Pero, volviendo al partido, fue gracias a su capitán que no les resultó demasiado complicado obtener los dos sets. Si bien es cierto que entró en su modo deprimido en el último cuarto, durante el resto del partido fue impresionante. Recibió balones que hasta el líbero dio por perdidos, remató cada una de las colocaciones de Akaashi con una fuerza que parecía querer acallar a la plebe.

Cuando regresaron cerraron aquel día con un último entrenamiento tan bueno como el partido. Estaba agotado, eso debía admitirlo. Sin embargo sabía que cierto jugador con cabello de búho seguiría allí un poco más. Y si eso significaba poder pasar algo más de tiempo con el chico del que estaba enamorado, podría continuar hasta que todo su cuerpo fallara.

—Bokuto, ¿necesita que le coloque algunos balones?

—No hoy. —Bokuto lanzó el balón, saltó y lo golpeó con todas sus fuerzas. Se estrelló contra la red y Akaashi vio la mueca de frustración en su rostro— Pensaba practicar mis saques para no volver a darle a Konoha. ¡Temo acabar agotando su paciencia y despertar sin cejas!

One-shots Haikyuu.Where stories live. Discover now