Bokuaka - Wings.

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Los días se habían convertido en una tediosa rutina de la que Akaashi Keiji era incapaz de escapar. El mundo que años atrás le había parecido inmenso ahora no era más que un sueño lejano, un cuento para los niños no perdieran la ilusión tan pronto. Sus días se resumían en levantarse a las seis de la mañana, salir a correr media hora para despertarse, darse una ducha, desayunar su taza de café con tostadas, trabajar, preparar el caso del día siguiente, e irse a dormir. Así una y otra vez; un bucle sin fin. Los sábados y domingos recibía algún mensaje de sus amigos y antiguos compañeros de instituto para salir, pero ignoraba la mayoría. Solo aceptaba cuando comenzaban a preocuparse porque se hubiese vuelto un ermitaño, para contentarlos y que lo dejaran en paz durante las siguientes semanas.

¿Por qué? Pues porque todos habían encontrado ya a sus almas gemelas. Sí, esa persona. La indicada. La que el destino ha escogido específicamente para ti. Cuando un ser humano nace, lo hace con una canción en su cabeza. Una que jamás puede olvidar. Es única. Y cuando encuentra a otra persona que la conoce, da con su alma gemela.

Al principio Akaashi había esperado con deseo que ese momento llegara. Nakamura, su amigo de la infancia, fue el primero en dar con su alma gemela en la escuela media. Se alegró por él, por supuesto. Pensó que allí podría encontrar él también a la suya.
No fue su caso.

En la escuela superior, ese será mi momento. Eso pensaba. Así lo sintió después de que Konoha y Shirofuku se conocieran en el karaoke que organizó la escuela. Aún recordaba los gritos del equipo de voleibol del Fukurodani ordenándoles que se callaran o los lanzarían por la ventana.

Sin embargo el tiempo fue pasando y no había ni rastro de su alma gemela. Incluso Kenma, un amigo que hizo en las concentraciones de voleibol con problemas para interactuar con otras personas, encontró a un misterioso chico que aún no había tenido la oportunidad de conocer. Con el paso de los años Akaashi perdió la esperanza y se centró en su trabajo. Terminó la carrera de derecho en Inglaterra antes de lo normal con una nota perfecta y regresó a Japón cuando una compañía internacional requirió sus servicios a cambio de un sueldo considerable. Ahora vivía en una lujosa casa en uno de los barrios más ricos de Tokyo. Viajaba a menudo. Tenía todo lo que deseaba. Y aún así era una de las personas más infelices del país. Porque cada noche lo recibía un hogar sin alma, sin fotografías ya que había perdido a sus padres en un accidente de tráfico a los ocho años. No había nadie que lo recibiera con una suculenta cena, que lo abrazara mientras dormía, que diera algo de color a su vida gris. Alguien que lo hiciera sentir como que no estaba muerto en vida, que podía sentir algo más que el frío de su hogar.

Al final asumió que el destino no había encontrado a nadie para él. ¿Tan complicado era amarle? ¿Era él el problema? Quizás era demasiado serio, demasiado frío, demasiado desapegado. Tal vez Akaashi Keiji no merecía ser amado. Una realidad simple pero devastadora.

Suspiró mientras se desanudaba la corbata y se deshacía del resto de su ropa de trabajo, sustituyéndola por el pijama. Era viernes por la noche así que no tenía que ir a trabajar al día siguiente. Mejor, no estaba de humor. Su plan era intentar dormirse para que otro día pasara. Y el siguiente. Así hasta que la rutina acabara con él. Su teléfono se iluminó. ¿Un mensaje?

20.46 [Kenma Kozume]:
Akaashi, ¿estás ahí?
> Sí.
> ¿Sucede algo?

A Akaashi le sorprendió que fuese su mejor amigo quien le escribiera. No es que Kenma no utilizara el teléfono móvil, pero se dedicaba a jugar, no a escribir a los demás. Cuando lo hacía era para algo importante.

20.49 [Kenma Kozume]:
Pensé que estarías en la cena de empresa.
Sí.
Creo que Kuroo me está engañando.

One-shots Haikyuu.Where stories live. Discover now