Capítulo 3.

991 110 51
                                    

—Adiós —se despidió la última niña.

— Hasta mañana. Y gracias —añadió su madre.

—A usted —contestó Ben, agotado.

Iría a visitar a su hermana al hospital y después se iría a dormir,pensaba durante horas y horas. Pero, cuando miró alrededor,descubrió a un pequeño sentado en el suelo intentando hacer un rompecabezas de madera. Eran las seis y media, hora de cerrar,pero el padre de Jack no había ido a buscar a su hijo. Suspirando, se acercó al niño y se tumbó en el suelo a su lado, con la cabeza apoyada en una mano. Ben había echado un vistazo al archivo y se había enterado de que Jack era el producto de un hogar roto. Otro ejemplo de lo que ocurría cuando un matrimonio fracasaba. ¿A quién podía extrañarle que él no quisiera saber nada de esa institución?

—Ben —sonrió el niño mostrándole una pieza del rompecabezas que parecía un saxofón.

—¿Necesitas ayuda,pequeño Jack? —preguntó, sintiendo simpatía por el niño. Él mismo era el producto de un matrimonio infeliz.

—No —contestó el niño.

—¿Quieres hacerlo tú solo? —sonrió—Mira la pieza. Tiene forma de «S» —añadió, dibujando una S en el aire.

Jack seguía buscando el lugar adecuado para la pieza, torciéndola y colocándola de diversas maneras, con la tenacidad de un carpintero empeñado en que entrara de cualquier forma. Cuando por fin consiguió colocarla en su sitio, su cara se iluminó—. Muy bien. Ahora sólo te quedan dos piezas más.

—¡Ya está! —exclamó el niño,orgulloso cuando colocó la última pieza.

—Ya está —repitió Ben—. Bien hecho,Jack.

El pequeño empezó a reírse y tomó el rompecabezas con sus dedos regordetes para darle la vuelta y enviar las piezas volando por todas partes.

—Veo que quieres hacerlo otra vez —susurró Ben, burlón. Mientras Jack
colocaba las piezas, él empezó a hacer balance de aquel primer día de trabajo.

Después del primer impacto al ver a tantos niños juntos, no se le había dado tan mal. Por supuesto, las empleadas lo habían rescatado en más de una ocasión, pero después del incidente del pipí, había conseguido mantenerse seco. O casi, porque
había que exceptuar la salsa de tomate, la saliva y las manchas de chocolate de su camisa.Y había aprendido algo muy importante; no podía darle la espalda ni siquiera a la cara más angelical porque el resultado podía ser catastrófico.

Bostezando, volvió a mirar el reloj. Las siete menos cuarto. ¿Dónde estaba el padre de Jack? Cerrando los ojos, volvió a recordar su encuentro con él aquella mañana.

Lo intrigaba aquel hombre tan atractivo y le gustaba su cara,enmarcada por su cabello. En sus ojos color avellana había visto una luz cálida hasta que le había dicho quién era. Además del parecido físico, el niño parecía tan independiente como su padre. Ben lo había estado observando durante todo el día y se había dado cuenta de que no quería que lo ayudaran a hacer las cosas-igual que su padre-pensaba Ben,recordando la desgana con la que Joe lo había dejado ayudarlo con el cinturón. Desde luego, no era el tipo de hombre con el que uno pudiera tener fantasías. Si bien Ben sabía que era bisexual, esto lo pilló por sorpresa, pues hacía tiempo que no sentía algo así por alguien.

Cuando oyó la puerta, Ben levantó la mirada y se encontró con el hombre en el que estaba pensando. Por la mañana le había parecido tan serio y estricto como un guardia, pero en aquel momento parecía exhausto.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó. Ben, que hasta aquel momento había sentido simpatía por Joe, se preguntó por qué lo estaba mirando como si tuviera a su
hijo atado y amordazado.

Cuenta Conmigo [Hardzello]Where stories live. Discover now