-Parece que no tengo elección, señor Hardy. Afortunadamente, Lucy y
Denise siguen aquí. Ellas se encargarán de los niños, ¿no es cierto?

-Por supuesto -contestó él.

-Entonces, dejaré a mi hijo aquí. Si Geraldine confía en usted, yo también
tendré que hacerlo -dijo Joe por fin, abrazando a su hijo.

-No le faltará ningún dedo cuando vuelva a buscarlo, se lo aseguro-sonrió él.

Joe no le veía la gracia a aquel comentario y no le ayudó nada que el niño se pusiera a llorar cuando lo puso en los brazos de Lucy.

-Puede confiar en mí, señor Mazzello.Cuidaremos de su hijo igual que lo haría Geraldine -añadió Ben,acompañándolo hasta la puerta.

Otro hombre le había dicho esas mismas palabras una vez y había confiado en él. Pero no volvería a cometer aquel error.
























-Si Geraldine puede hacer esto, yo también. Al fin y al cabo, yo soy el más listo de los dos. O eso le he dicho un montón de veces -le estaba diciendo Ben a Jack mientras miraban por la ventana a un niño que se acercaba a la guardería de la mano de una mujer despampanante, con tacones de aguja.Sin embargo,Ben se encontró a sí mismo comparándola con el hombre que acababa de marcharse; el padre de Jack era uno de los hombres más inconscientemente atractivos que había visto en su vida. Cuando Ben se inclinó un poco hacia Jack,notó en su pelo el mismo aroma a frutas tropicales de que había notado en su padre.

Al ver que llevaba un pañuelo de seda y un montón de bolígrafos en el bolsillo de la chaqueta, Jack parecía haber decidido que aquel Ben era un tipo interesante después de todo y, para sorpresa del hombre, no quería apartarse de él.
Ben y su pequeño admirador se acercaron a la puerta para recibir a la mujer.

-Hola, soy Benjamin Hardy. El hermano de Geraldine.

-Katriona Perrett. Encantada -dijo la mujer, pasando a su lado como una
exhalación.

-Si tiene un minuto, le explicaré por qué estoy aquí -intentó decir él.

-Lo siento, pero no tengo tiempo. Randall no ha querido desayunar en casa-dijo la mujer mientras le quitaba el anorak con movimientos rápidos-¿Pueden prepararle algo aquí? -preguntó sin mirarlo-. Una tostada sin mantequilla, por ejemplo. Y con mermelada de fresa -añadió la mujer como si estuviera dándole órdenes a su criada-Y tendrán que vigilarlo después, porque es cuando le gusta ir al baño. Ya me entienden.

Ben no entendía nada. ¿Tenía que llevar al niño al servicio?.
Después, la señorita Katriona le dio un beso al niño y salió de la guardería despidiéndose de Lucy a toda prisa y dejando tras ella un aroma a perfume caro,bien distinto del de Joe Mazzello.

De nuevo, Ben empezó a pensar en él. Aquel hombre parecía haber dejado
una huella difícil de borrar.
Ben se quedó mirando a Randall con el corazón encogido. El niño tenía un
dedo en la boca y lo miraba como si esperase algo.

-Lucy, ¿puedes ayudarme?

-Hola, Randall -sonrió Lucy-. ¿Cómo estás?

-Su madre ha dicho que tiene que desayunar aquí y que luego habrá que
vigilarlo.

-Ah, claro. Suele hacerlo en una esquina. Si ves que se pone colorado, llévalo al baño corriendo -sonrió Lucy-Bueno, voy a darles una tostada a los dos -añadió para alivio de Ben, que intentaba despegarse a Jack de su pierna, a la que parecía estar pegado con velero. Pero el alivio de Ben duró poco. Sólo había tenido tiempo de colocarse la corbata cuando empezó a llegar el resto de los clientes de la guardería y, en aquel momento, los duros criminales a los que tenía que enfrentarse diariamente empezaron a parecerle más fáciles de tratar que aquel grupo de enanos.































Cuenta Conmigo [Hardzello]Where stories live. Discover now