Muffins.

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Marco adoraba el café del gato obeso, era tranquilo, lucia bonito y había un gato calico super obeso que daba vueltas por lugar como si fuera el dueño.

Pero lo mejor era ver a Kyle, el chico con cara de culo que en ocasiones extrañas atendía el mostrador.
Le parecía alguien que realmente le gustaría conocer más y poder pasar tiempo con él, pero había un pequeño e insignificante problema.

El chico ese no conocía su existencia.
Claro que Marco tenia un tiempo de haberlo visto, pero usualmente el no salía a atender clientes de hecho toparse con el cocinero enojado era casi como el avistamiento de pie grande o del monstruo del lago Nes, tan rápidos y extraños que no podías estar seguro si fue real o no.

Por eso la primera vez que lo vio permanecía grabada de memoria en su cabeza.

-Serán un dolar con cincuenta, Marco.

-Mm... Hoy tengo algo de dinero tía Cass, ¿que tal si me pone uno de esos deliciosos cuernitos de chocolate que tiene.

-Ay cariño, lo lamento pero se terminaron y no se cuando vaya a salir la siguiente tanda.- Marco puso un gesto triste, pero se resignó a solo tomar su café camino a la escuela.

-Disculpa, Cass. Traigo la nueva tanda de pan.- Afirmó el chico de impecable filipina blanca que cargaba con una charola de pan recién horneado que iría directo a la vitrina.

-Ay, que suerte. ¿Podrías dejar la charola ahí y ponerme un cuerno de chocolate en una bolsa? Entonces te cobro tres con cincuenta.- Dijo la castaña volviendo su vista a uno de sus clientes más frecuentes.

-Tienes suerte recién salidos del horno.- Dijo el chico de cabello azabache tendiendo la bolsa con la pieza de pan hacía el moreno que se había quedado congelado viendo la linda sonrisa del otro.

Después de esa ocasión no volvió a ver al chico sonreir, consiguió saber su nombre gracias a Cass y sus pocos avistamientos futuros del cocinero siempre tenia la cara de que odiar la vida era su pasión.

Para su fortuna, Marco no podía dejar de ser coqueto estaba en su naturaleza y por esa razón se volvió un buen amigo de la dueña apenas comenzó a frecuentar el lugar, y pese a que intentaba comprar al menos una vez a la semana para la de ojos verdes no fue problema que Marco se pasara todas las mañanas por su café para "saludar a Mochi."

Así fue como logró ver un poco más a Kyle, pero siempre que se acercaba para intentar saludarlo ya estaba de regreso en la cocina y por muy buen amigo que era de la tía Cass, no le iba a permitir entrar a su cocina como tal, y por esa razón el azabache era su crush imposible.
O eso creía hasta que un letrero fue su salvación.

Kyle estaba aburrido revisando su facebook, no era un gran fan de las redes sociales pero tenia tiemoo libre y no podía reparar su motocicleta hasta que su contacto le consiguiera la pieza que requería.

Tan aburrido como era costumbre, pero entonces se topó con una imagen interesante, al parecer una pizzeria que era bastante popular en New York colocó con un anuncio donde invitaban a sus clientes a confesarse en el restaurante y si eran rechazados les darían un cupón para tener una pizza gratis en su próxima visita.

La idea le pareció bastante divertida por lo que ídeo como llevarla al siguiente nivel.

Con ayuda de un letrero estilo pizarra Kyle creó su propio anuncio:

Como enamorar a un chico.

1.- Ven a nuestra tienda y compra un muffin.

2.- Dáselo al chico que te gusta y dile: "Si este muffin es delicioso, debemos estar juntos."

3.- Los Muffins del luckycat son deliciosos así que todo saldrá bien.

Amargo Y Coqueto. (Marckyle One-shots)Onde histórias criam vida. Descubra agora