Byeongkwan nunca fue el típico omega tierno y vulnerable, siempre se metía en problemas por su personalidad honesta y testaruda.
El no soñaba con encontrar a su pareja destinada como los demás, él no quería depender de nadie más que de él mismo, él...
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(Aviso; capítulo con contenido fuerte, si eres sensible favor de no leer)
Me encontraba de nuevo en la casa de Yuchan, tirado en el sofá, mientras murmuraba palabrotas, Chan solo me veía desde una esquina del departamento mientras sorbía una taza de café.
–Voy a dejar unos documentos a la oficina y regreso, ¿los puedo dejar solos sin que quemen la casa? –Decía Donghun mientras se ponía su abrigo.
–No te preocupes Dongdong, a los dos nos da miedo el fuego, imposible que quememos la casa.
–No era la respuesta que quería, pero está bien, confiaré en los dos –Donghun se acercó a Chan y deposito un beso en los labios –Volveré lo antes posible, déjame saber si pasa algo y bebé, por favor no vayan a beber, suficiente tengo con lo de ayer...
–De acuerdo, no beberemos. ¿te veo para la cena?
–Está bien, y por favor no hagan un alboroto.
Sin más que decir Donghun se fue, dejándonos a mí y a Yuchan de nuevo solos.
–¡Ya! Kim Byeongkwan ¿podrías dejar de tratar de invocar el diablo con tus murmullos sádicos? levanta ese maldito trasero y vamos de compras, si te van a obligar a estar con el tienes que lucir inalcanzable. Necesitamos un buen traje que te haga ver como un Dios griego. –Tomo mi brazo obligándome a pararme del sofá.
Después de algunas horas en el centro comercial y de comprar cosas que probablemente nunca usaría, terminamos en una cafetería con dos malteadas de banana y un pedazo de tarta de zarzamora.
El vibrar de mi celular me distrajo de lo que sea que Chan decía.
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La verdad me costaba aceptarlo, pero no debí tratar a Jun como lo hice, al final nuestra relación es solo sexo y divertirnos, no debí enojarme con él.
–¿Escuchaste algo de lo que te estoy diciendo? –Dijo Chan sacándome de mi trance.
–Si era algo sobre como Donghun te dio en el elevador otra vez, me alegro de no haberlo escuchado. –Sorbí lo que quedaba de mi malteada y me levanté de la mesa dispuesto a irme.
