Iwaoi - Donde la música nos lleve.

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El baile es una pasión. Oikawa lo comprendió a sus tres años, cuando ingresó en su primera academia de danza. La música fluyendo a través de tu cuerpo, impulsándolo, y creando una maravillosa coreografía que consigue transmitir infinidad de sentimientos. Las emociones que con palabras uno no puede expresar el cuerpo es capaz de conseguirlo con la melodía adecuada. Esa armonía enamoró al hijo menor de los Oikawa y consagró su infancia, adolescencia y parte de su vida adulta al baile. Su vida se convirtió en una coreografía. Si iba con cuidado, siguiendo la melodía, actuaba por puro instinto y su vida fluía a la perfección. A los doce años su nombre era conocido entre los más fanáticos del mundo de la danza. Con dieciséis años recibió una invitación para la academia más prestigiosa del país. A sus dieciocho interpretó como protagonista El Cascanueces con una crítica perfecta. Un prodigio lo llamaban los críticos.

Sin embargo un día la música se detuvo. Durante una de las prácticas su tobillo no resistió y se torció con un sonido que no dejó indiferente a nadie. Todos acudieron cuando encontraron al bailarín en el suelo gimiendo por el dolor. La cabeza de Oikawa no recuerda demasiado de esos momentos. Una ambulancia, las radiografías, un doctor extranjero diciéndole que debía abandonar la danza por lo menos un año.

Los peores doce meses de la vida de Oikawa. Sus sueños se resquebrajaron y no podía dejar de culparse a sí mismo por mucho que todos dijeran que era un accidente. No. Si hubiese sido mejor, más cuidadoso, aquella lesión se habría evitado. Él seguiría bailando, la música seguiría guiándolo. Porque, en cuanto las corcheas desaparecieron, el camino quedó en silencio y Oikawa se vio perdido. ¿Dónde debía ir a continuación? ¿Cómo se vivía sin danza? La ansiedad se convirtió en su día a día, soportando la depresión con pastillas que cada vez le hacían menos. Pasó días encerrado en su habitación con la pierna en alto, golpeando las paredes y, cuando eso no era suficiente, lo hacía consigo mismo.

Sin embargo la canción más triste de Oikawa comenzó a sonar cuando los médicos le dieron la noticia que más ansiaba escuchar: podía volver a bailar. El júbilo debió ser permanente. Se suponía que la tristeza no volvería a reproducirse. Oikawa había cambiado la lista de reproducción.

Pero el mundo parecía querer jugar con él un poco más. Cuando Oikawa pisó de nuevo el parqué de la academia se dio cuenta de que su cuerpo ya no se movía como él quería. Sí, su técnica se recuperó y su precisión volvió a ser la de siempre con un par de meses. No obstante, ese prodigio que la crítica alababa había muerto. El cuerpo de Oikawa ya no era líquido, no era parte de la melodía. Ya no eran uno. Ahora simplemente se trataba de una canción y su bailarín. Oikawa había perdido el ritmo.

A pesar de ello la academia seguía queriéndolo, la crítica lo colmaba de alabanzas, pero sus adjetivos eran cada vez más vagos. Más como la gente común. Aún seguía siendo excelente, pero se acercaba al notable. La frustración lo sacudió con más fuerza que cuando pasó un año en cama sin poder bailar. Porque el dolor era más intenso. ¿Por qué le daban la oportunidad de volver a bailar pero le arrebataban su don? Oikawa no era el mismo y todos lo notaron. No salía de casa a no ser que fuese para su práctica diaria de danza, y cuando regresaba lo hacía sin su habitual sonrisa. Se encerraba en su habitación con las persianas bajadas, la cama deshecha desde hacía días, y sin música. Oikawa no escuchaba canción alguna desde que su inspiración se perdió. Odiaba la música. Odiaba el mundo. Ya ni siquiera lloraba, porque no sentía tristeza. Lo único que ocupaba su cuerpo era vacío. Absoluto. Ni felicidad ni tristeza. Como estar muerto en vida. Primero una lesión le arrebató su pasión, y luego cuando le devolvieron la posibilidad le quitaron la sintonía. ¿Y cómo podía una canción funcionar sin armonía?

—Oikawa —le interrumpió un día Matsukawa, uno de sus compañeros de la academia. De las pocas personas que siempre estuvo ahí para él—, no puedes seguir así. ¿Por qué no vas a un especialista?

One-shots Haikyuu.Where stories live. Discover now