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El tiempo pasaba rápido cuando tienes que poner en orden papeles legales para que tu jefe no tuviera una excusa de  recortarte  la paga y cobrarte por «secuestrar» la motoneta del trabajo.

Park y Min habían pasado por la pizzería, explicando lo sucedido y dejando el vehículo en su lugar.

Jimin se encontraba sentado en una mesa del comedor esperando a que Yoongi terminara de cambiarse y arreglar su casillero.

Un suspiro frustrado fue dado por el de cabellos rubios, estaba seguro de que hacía lo correcto, nadie más que él había trabajado duro para detener a ese maldito bastardo.

En el camino se había topado con un montón de testigos hostiles y agresivos que terminaban muertos por no querer la ayuda de la policía.

Su idea siempre fue que estuvieran bajo la vigilancia de esta, advirtiéndoles del potencial peligro en el que estaban involucrados, pero todos ellos se habían negado por diferentes razones, llevándolos a la muerte inminente.

Ahora, Park estaba esperando al único testigo que había aceptado su ayuda, pero ¿¡Por qué tenía que ser tan malditamente hermoso!?; el pelirrubio golpeó la mesa con frustración.

Generalmente el protocolo dictaba que los testigos estarían en una casa de seguridad, custodiada por policías las 24 horas, sin dejar al testigo salir y teniendo que llamar por teléfono para cualquier cosa que este necesitase. 

Entonces, ¿por qué al momento de que Jimin vio a Yoongi, la idea más absurda cruzó por su mente?

Pasar cada segundo del tiempo en su perímetro, que el pelinegro no se alejara de él y su única excusa para convencer a su jefe fue «Yo soy el más capacitado»

Jimin seguía en su mundo, sentado en aquella silla roja, recargando sus codos en la mesa blanca de la pizzería, no podía sacarse de la mente la mirada penetrante y oscura que Min le había regalado en la madrugada, tampoco podía sacarse la sonrisa burlona que le dedicó al estrechar su mano y mucho menos podía olvidar como su flequillo caía sobre su frente mientras estaba dormido con la boca entreabierta.

Park jamás se había sentido de esa forma desde que entró a la agencia, de todas las personas que entraron y salieron y todos los testigos que interrogó una y otra vez, jamás nadie lo había hecho sentir así ¡Y habían pasado solo unas horas!

Dejó caer su frente contra la fría mesa, ahogando un gruñido de desesperación.

— Oye, ni siquiera me tardé tanto para que estés tan desesperado. — Una voz grave se dejó escuchar cerca de la mesa donde se encontraba Jimin, haciéndolo voltear rápidamente.

Si Jimin pensó que Yoongi se veía lindo en su uniforme de repartidor de pizzas, jamás pensó que sus pantalones de mezclilla obscura rotos por las rodillas, su playera blanca sumamente holgada y su campera verde militar lo hicieran ver increíblemente sexy; sus botas militares y su pendiente negro en la oreja izquierda era solo la cereza sobre el pastel.

Un bufido molesto, trajo de regreso al rubio de sus pensamientos.

— Ya sé que no voy acorde a tu maldito auto James, pero es mi ropa para después de un maldito día de mierda. —Yoongi todavía no podía creer que había viajado en un estúpido BMW con su uniforme de repartidor de pizzas.

— ¿James? — El pelirrubio lo miró alzando una ceja, a lo que Yoongi atinó a darse media vuelta y hacer un ademán con su mano restándole importancia.

— ¿Nos vamos? — Min tomó su mochila y se encaminó hacia la puerta, regañándose mentalmente, porque si bien le parecía gracioso llamar James a Jimin, este no debía de enterarse que lo decía porque le parecía jodidamente guapo; nota mental #2; deja de ser un maldito puberto pervertido Min.

Delivery Boy! [JimSu/Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora