"Si yo pudiera darte una cosa en la vida,
me gustaría darte la capacidad de verte
a ti mismo a través de mis ojos. Solo entonces
te darás cuenta de lo especial que eres para mí."
~Frida Kahlo~
Días después, Jocelyn recibió otra entrega de una florería local. En esta ocasión fue una planta de orquídeas blancas, con un toque de color guinda en el centro y franjas rosa en los pétalos. En esa ocasión Max no estaba en el trabajo cuando llego el arreglo floral.
Jocelyn vio el sobre verde que se perdía entre el musgo y las elongadas hojas. Al ver el tamaño pensó que estaba grande para contener solo un papel con una nota adentro, por lo tanto, se imaginó que dentro encontraría una tarjeta a pesar de que no era su cumpleaños. Abrió el sobre y comenzó a leer el contenido de la tarjeta, era una invitación para una cita. Hasta ese momento recordó que nunca le había dado la respuesta a Max y al parecer él lo tomo como un sí.
Cuando Max llego a la oficina, iba ocupado revisando unos papeles, hablando a través del aparato telefónico del oído y lo puso en silencio brevemente.
−Hola cariño, buenos días. −saludo Max a Jocelyn mientras continuaba caminando hacia su oficina y solo hizo contacto visual con ella por un segundo.
−Bueno días Max. −le contesto ella y le hizo una señal con las manos mostrándole las orquídeas que tenía sobre su escritorio.
−Están bonitas tus flores. −comentó él y entro a su oficina.
−Gracias.
Jocelyn espero a que Max se desocupara, cuando vio que termino de hablar y se quitó el aparato del oído, tomo la invitación y entro a su oficina. Cuando ella iba entrando Max giro un poco su silla para tomar el teléfono y hacer una llamada. Ella sin decirle nada, llego a su lado y le puso sus brazos alrededor de su cuello por la parte de la espalda y busco su cara para darle nuevamente las gracias y darle un beso.
La acción de Jocelyn dejo asombrado a Max, quien no se lo esperaba y riéndose termino colgando el teléfono al escuchar que le contestaron y olvido lo que iba a decir cuando Jocelyn le hablo al oído y le dio las gracias. Mientras ella de daba varios besos, él tomo las manos de ella, y cuidadosamente se dio la vuelta. Sus caras se encontraron y sentó a Jocelyn en sus piernas, sosteniendo su espalda con un brazo y sus piernas con la otra.
−Si me vas a dar la gracias así, cada vez que te envíe flores, voy a llenar tu oficina con las flores que te voy a enviar diariamente. −comento él, antes de comenzar a besarla.
−No venía a eso precisamente, vine a preguntarte de esto. −dijo mientras le mostro la invitación.
−Yo te di suficiente tiempo para que me dieras una respuesta; después de veintitrés días, automáticamente pasa a ser un sí.
− ¿De verdad?
− Sí. ¿No lo sabias?
−No. − respondió ella sonriendo.
−Ahora ya lo sabes.
− ¿Entonces si ayer te he dicho que no, hoy ya no me hubieras invitado?
−Me hubiera inventado alguna otra cosa. −dijo él, sonriendo y abrazándola.
− ¿A qué horas es? − preguntó ella y volvió a ver la invitación.
−Este sábado a las once de la mañana.
−De acuerdo, estaré lista esperándote.
− ¿Hay alguna otra regla que no sepa y tenga que saber?
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Por Casualidad
RomanceMax Anderson es un empresario emprendedor que puede robarle suspiros a cualquier mujer, excepto a Jocelyn Rivera, a quien conoció por casualidad cuando su coche se descompuso. Jocelyn es una joven bella y audaz que acaba de mudarse a esa ciudad y...