Masoquismo

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Inundó con su presencia todo el hemisferio
frente a mis ojos.

Mi criterio es que era un Querubín.

La orquídea del jardín.

Me elevaba sin usar helio.

Era la única integrante del gremio
de un solitario espadachín.

Me propinó el maná cuando anduve en el desierto,
devolviéndole el alma al muerto
que vagaba sin desdén.

Era una entre cien,
entre cien mil por supuesto.

A su persona apostaba,
me encontraba seguro de que todo saldría bien.

No sabía si invitarle un café o una vida.
¿Para qué gastar saliva si el pulso habla por sí solo?

Emociones que no controlo tomaron la iniciativa.

No estoy hecho a la medida,
pero me ajustaba a su modo.

Le amé sin exámenes de admisión,
envíe a su buzón la invitación a mi recinto,
el mismo al cual llamo corazón.

Un amor sin condición
es el cuadro rupestre que pinto.

Pero todo cuento tiene fin,
toda historia conclusión.
Ha de bajarse el telón al culminar el acto.

Fuerte fue el impacto de la colisión,
hizo falta un corazón fabricado de adamatium.

Me enseño que era la luz,
pero era oscuridad;
personificación de maldad camuflada de elegancia.

Su seductora fragancia anulaba la soledad,
pero fraccionaba la realidad
y manipulaba mi ignorancia.

Se volvió la densa niebla que opacaba mi luz.
Drástico cambio de actitud,
ya no portabas un disfraz.

Eras la guerra,
no la paz;
incluso construyó mi ataúd.

Me inmoló Beelzebub,
hasta borrarme de la faz.

Nuevamente inundó cada recoveco,
y olvidé usar chaleco para salir a flote.

Sus palabras fueron azotes;
poseía un pecho hueco
tal cual como los muñecos,
entiendo que nada le importe.

No era un querubín,
era un demonio ardiente
descubriéndose los dientes
cuando expuse mis alas.

Rotas no volaban.

Su crueldad fue inclemente,
así como una serpiente que veneno me inyectaba.

No fue una orquídea,
era espinos estrangulando mis ramas;
con la delicadeza de una dama me rompió  hasta el tuétano.

Era gélida como un tempano
y yo tibio como lana.

Los sentimientos y su desgana,
ya que lo nuestro solo era libido.

Este amor de cama y tacto
fue lo único en común que había entre los dos,
no existía nada más.

Los recuerdos que guardaba con esmero en el baúl
fueron desplazados por la sal de tantas lágrimas.

Ya no pude elevarme como los globos,
me ató al plomo de la ley de gravedad,
sin notar la gravedad
con la cual me desmoronaba
como la capa de ozono.

He perdido mi humanidad.

Caminé por el desierto,
no hubo tierra prometida,
sólo promesas incumplidas
y mentiras nefastas.

Mi cerebro dijo:
"¡Basta! Me canse de esta rutina",
pero el daño en mis retinas me impedía ver mis astas.

Me devolvió el alma pactando con Lucifer.

Sólo me pude estremecer.
Ya que aposté mi bancarrota.

Sin ganar,
otra derrota peor que las del ayer.

Pero no lo lograba entender,
supongo era un idiota.

Le invite una vida y era mejor el café,
ya que malgasté mi fe
esperanzado en su falacia.

Con el peso de la desgracia no me mantenía de pie.

Aunque me miró otra vez,
no me tomó importancia.

¿Cómo podía quererte si me sentía como un lastre
con piezas desgastadas que tú misma escogiste?

El firmamento se oscureció ante todo el desastre.

También fuiste mi sastre y me descosiste.

Dije "Adiós" y deje la puerta abierta
por si me arrepentía dar la media vuelta
y reintegrarme en el gremio;
pero soy un bohemio,
nunca he tenido un plan de alerta
para proteger la cubierta de los ataques del milenio.

No fue el amor de mi vida,
fuie el amor de mi herida;
Una asesina y bandida que me ofreció en holocausto.

Le otorgué cabida para mover fichas en mi vida.
Hoy llevo tanto tiempo a la defensiva
que me encuentro exhausto.

Merecía el afecto que le ofrecí,
no las migajas que me daba,
como si fuese un necio.

¿Acaso este es el pago que merecía de ti?

¿Cuándo fue que el amor obtuvo tan bajo precio?

Le construí un castillo
con los ladrillos que me aventó.

Como titular no me nombró,
me dejó en la banca.

Del pectoral me arrancó lo que nunca valoró,
sentimientos inocentes fueron el arma blanca.

¿Me quería o no me quería?
Nunca lo supe en realidad,
pero poseía una habilidad
única para herirme
y en segundos destruirme
sin demostrar piedad.

Pasé a ser una nimiedad de la cual escabullirse.

Luchaba por mantenerle  feliz
aunque  yo sufriese en soledad.

Le transformé en mi deidad,
el único ser divino.

Fue como sacarse el Kino
tener esa otra mitad,
pero estabas completa,
lo noto si me aproximo.

¿Alguien vio tirada mi autoestima por aquí?

No sé cómo llegué a anhelarte,
solo eres egoísmo.

Mejor agregaré amor propio a mi kit.

¿Cuál amor?
¿Sin dignidad?

Tan sólo es masoquismo.

20 InviernosWhere stories live. Discover now