—Deja de disculparte, ¿por qué no me habías dicho nada antes? —le acaricié la mejilla—. Soy tu hermano mayor, se supone que hables conmigo de esas cosas —dije un poco indignado.

—¿Y qué se supone que hagas tu al respecto? —lo dijo en tono de burla sonriendo por primera vez.

Sonreí de vuelta—. ¿Te enseñé a besar no es cierto? Y no he recibido queja al respecto —las palabras salían solas, no estaba pensando en nada.

—Es porque no tengo —sonrió de lado.

—¿Ves? Esto no es tan distinto —me acerque a su labios y lo besé tiernamente. Perdí la batalla, tal vez nunca volviera a tener una oportunidad así, tenía que intentar, ver que tan lejos podía llegar.

—Yuu...—sus hermosos ojos seguían cerrados después del beso—...Enséñame —las palabras no eran suficientes para describir lo que sentí en ese momento. 

Por fin todo lo que había deseado, su hermoso cuerpo sería mío, aun si solo fuese una mentira, un momento, aunque Kouyou nunca iba a ser mío de verdad, nunca estaríamos juntos como pareja, al menos podría hacerlo mío, demostrarle lo mucho que lo amaba. Aunque fuera una vez.

Volví a besarlo, esta vez con mas fuerza, de una forma desesperada, tenía que hacerlo sin pensarlo demasiado o me arrepentiría y, no podía darme ese lujo. Jamás había sentido tanta adrenalina en toda mi vida, ni siquiera cuando estaba en una carrera, de hecho, todas las carreras y los autos del mundo parecían vanos y sin sentido mientras estaba sobre mi hermanito.

¿Cómo había terminado así? Kouyou debajo de mi con la respiración agitada y yo besando su cuello marcando su piel como un vil animal. No quería hacerlo, me quería contener pero no podía, nunca había sido muy tierno si de sexo se trataba, aquella vez, estaba desesperado, mi piel sobre su piel, se sentía tan caliente. Mis dedos tratando de recorrer toda la extensión de su cuerpo al mismo tiempo. Moví la cadera bruscamente y Kouyou soltó un gemido que me mandó directo al cielo.

Le quité la camisa y mis manos recorrieron su pecho con fascinación, era hermoso, de verdad hermoso. 

—¿Te gusta si hago esto? —Delineé su pezón derecho con mi dedo. Kouyou asintió enérgicamente—. No tiene gran ciencia, solo tienes que hacerme sentir bien y yo tengo que hacerte sentir bien —seguro iría al infierno pero no me importaba. Pellizqué aquella zona suavemente.

—Mmmhhhhh, eso dolió un poquito.

Era un tarado—. A veces el dolor hace que se sienta mejor, si quieres no lo vuelvo a hacer —estaba siendo egoísta, pero no me importaba.

—Hazlo —aunque no sonó completamente seguro, creo que él estaba igual de excitado que yo. Ninguno de los dos estaba pensando con claridad.

Sonreí—. Vamos a ver si te gusta mas así —dirigí mi boca a esa zona previamente dañada y lo rodeé con la lengua, mordisqueé un poco su pezón absorbiéndolo en el proceso. Aquel gemido que Kouyou me regaló me dijo que lo estaba haciendo bien. Mi mano bajó por su estomago, aun con mi boca concentrada en su pecho. Presioné el hueso de su cadera y Kouyou arqueó la espalda, lo cual aproveché para tomar su miembro entre mi mano, masturbándolo con seguridad pero no con rapidez—. Es mejor si lo hago yo, ¿no te parece? ¿Cómo lo sientes? —estaba corrompiendo de demasiadas maneras a mi hermano menor y eso era lo que menos me importaba—. Dime como lo sientes —no podía evitar ser así, siempre había deseado ver a Kou de esa forma y si solo iba a ser una vez, prefería aprovecharlo al máximo.

—Rico —respondió entre avergonzado y ¿deleitado?

—Ahora tu también me tienes que hacer sentir así Kou —¿Qué estaba haciendo? Debía detenerme.

—Dime qué hago —me mordí el labio al escucharlo.

Cambiamos posiciones, me desabroché el pantalón mas rápido de lo que hubiera querido, pero en serio, ¿ustedes no lo hubieran hecho?—. Haz lo mismo que yo te estaba haciendo —le expliqué.

Kouyou se acomodó entre mis piernas—. Y si...¿Lo hago con la boca? —debo admitir que lo había pensado, decírselo hubiera sido pasarme de la raya o hubiera sido muy pervertido, pero cuando él lo dijo, sentí que mi miembro se movía de pura excitación.

—Solo no me muerdas —le advertí un poco divertido, también asustado, después de todo Kouyou no tenia idea de lo que estaba haciendo. Mi hermanito se agachó respirando agitadamente, yo estaba a punto de perder la cabeza. Le dio a mi miembro unas cuantas lamidas antes de metérselo a la boca. No lo hizo todo de una sola, al contrario, primero metió la punta, luego hasta la mitad y luego lo metió de lleno. Y yo, yo pensé que me desmayaría de las sensaciones que me estaba provocando, sí, era inexperto, pero no parecía fuese su primera vez, o tal vez tenía que ver con todo eso que Kou me provocaba.

Sin darme mucha cuenta, yo ya estaba ayudando moviendo mis caderas para que mi miembro entrara aun mas profundo, al punto en que algunas veces chocaba con su garganta, no era mi intención aunque se sentía absolutamente delicioso, Kouyou podía ahogarse y no era lo que quería en absoluto.

Estaba llegando al limite, ya no podía mas y no iba a darme ese lujo. No podía llegar al orgasmo antes de hacer lo que de verdad quería. Sin pensarlo mucho lo tomé del cabello y lo separé bruscamente, estaba acostumbrado a tratar a mis demás parejas de cama así, yo ya solo era un cuerpo entregado a sus bajos instintos, ya no podía pensar mas.

—¿Hice algo mal? —preguntó asustado.

—No para nada, es solo lo que te dije, los dos nos debemos sentir bien —lo recosté sin soltarle el cabello, parecía gustarle de cierta forma. ¿Lo que estaba haciendo se llamará abuso? ¿Estaba abusando de él?—. Abre las piernas —le indiqué, algo que hizo de inmediato—. Tengo que prepararte, no quiero que te duela —los ojos de Kouyou se abrieron con un poco de miedo—. Tranquilo te juro que se sentirá muy bien —le susurré al oído, lamiéndolo a mi paso. Ensalivé mi dedo y lo coloqué en su entrada, ya estaba un poco dilatada dado lo que había hecho Kouyou anteriormente, mi hermanito se revolvía un poco nervioso debajo de mi y justo cuando lo vi mas nervioso, metí el dedo, haciendo que soltara un gemido de placer mientras Kou gritaba con un poco de dolor—. Tranquilo, mira como a tu cuerpo le gusta —era deliciosa la sensación, sentir como el cuerpo de Kouyou me absorbía debido a su estrechez, a su virginidad, algo que sería reducido a cenizas en poco tiempo. Moví el dedo en círculos para ampliar un poco mas su entrada y lograr meter un segundo dedo—. Mira que rico Kou, te ves delicioso así —metí mas los dedos alcanzando aquel punto que lo hizo gritar violentamente.

—No puedo contenerme.

—Déjame meterla entonces —saqué los dedos, lo menos que quería era que terminará sin haber cumplido mi objetivo.

—Hazlo —dijo con desesperación—. Ya no voy aguantar mucho —cerró los ojos con fuerza al sentir mi miembro entrar en él. Tenía que hacerlo en ese momento, ya no podía ser delicado ni considerado—. Yuu, es muy grande duele —lloriqueó un poco. Yo sabía que eso iba a pasar, incluso Kai, con quien ya lo había hecho varias veces lograba acostumbrarse tan rápido.

—Trata de tranquilizarte, va a dejar de doler pronto —seguí moviéndome, mientras el dolor desaparecía de la expresión de Kouyou. Fui haciéndolo cada vez mas fuerte hasta que sentí las uñas de mi hermano encajarse en mi brazo. Era obvio que había chocado con ese punto. No tardó mas de un minuto en estar gritando por mas, lo cual hacia que me excitara aun mas, me sentía al borde, su entrada tan estrecha, su hermoso cuerpo, su cara sonrojada, el amor tan grande, por fin, por fin era mío, solo mío. Sería mío para toda la vida pues yo le había quitado su virginidad, yo había sido el primero en poseer su cuerpo, jamás olvidaría eso—. Kou, eres delicioso, ya no puedo —las palabras se quedaron en el aire, pues sentí su entrada contraerse aprisionándome aun mas fuerte. Kouyou gimió fuertemente mientras tenía su orgasmo entre nosotros—. Mo me dejes Kou —dije sin pensar mientras el climax llegaba a mi cuerpo, descargando todo en mi hermano.

Permanecimos callados, yo aun dentro de él, los dos respirando agitadamente. Mirándonos, Kouyou abrazándome por el cuello, aferrándose a mi. Mientras la culpa comenzaba a llegar peor que un terremoto, todos aquellos miedos que siempre tuve, regresaron de golpe y fueron peor que un cubeta de agua fría sobre mi piel tan caliente.

Había hecho algo terrible y no había vuelta atrás.

—¡Niños, ya vine! —la voz de mi madre llegó desde la sala hasta mis oídos.

Fast & Beautiful [The Gazette Aoiha]Where stories live. Discover now