Advertencias: blasfemias contra la religión y contra Dios.
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Padre nuestro, que estás en el cielo...
¿Lo estará? ¿Quién lo asegura? ¿Un libro, creyentes?
Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino así como en la tierra, como en el cielo.
Guerra, dolor, racismo, discriminación, sufrimiento humano. ¿Este es su reino?
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Hambruna, desnutrición extrema.
Perdona nuestras ofensas, así como también perdonamos a quienes nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos de todo mal, amén.
Tentación. Hoseok había caído en la tentación, había excedido los límites y se había convertido en pecador, lo que había hecho era un pecado imperdonable.
Sus padres siempre le habían dicho que si no obedecía, que si caía en la tentación, que si se convertía en pecador, Dios le castigaría. A Hoseok no le habían enseñado a amar al ser benevolente que dicen que se encuentra en el cielo, le enseñaron a temerle.
¿Robo, asesinato? Esos pecados Dios podría perdonarlos, podría darles una segunda oportunidad a esas personas impuras.
¿Amar a alguien del mismo sexo, no sentirte bien con tu cuerpo y querer cambiarlo? ¡Jamás! ¡Irás al infierno!
Y ahora, por su error, por su terrible pecado Hoseok estaba sintiendo el peso, la furia de Dios caer sobre él, sobre Hoseok el pecador. Con cada golpe que le proporcionaba su padre con el látigo, lo sentía.
Las fuerzas para gritar, para llorar o para siquiera hacer un mínimo movimiento se esfumaron hace unos momentos. Perdió la cuenta de cuantos golpes llevaba pero ya que lo pensaba, ¿de qué le serviría llevar la cuenta?
Hoseok cayó exhausto, desgastado y al borde de la incosciencia sobre el suelo cuando el señor Jung paró de golpearlo. Su espalda ardía por los constantes golpes que su padre le había dado para “corregirlo”, para guiarlo nuevamente por el camino del bien.
—Espero que hayas aprendido la lección —le dijo su padre de manera frívola antes de cerrar la puerta.
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