Confidence

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—Día Siguiente—

Lena despierta en su cama cubierta por gruesas cobijas, con una rubia abrazándola protectora desde atrás, era una posición acogedora e íntima, pero eso no le molesta al contrario, le encanta sentir la calidez corporal de Zor-El, suspira aun con los ojos cerrados acurrucándose un poco, y su trasero hace contacto con la pelvis de la rubia, la cual parece emitir un quejido, Lena sonríe traviesa mordiéndose el labio, pero prefiere no dejarse llevar por pensamientos perversos, y acaricia el brazo de ésta sobre su cintura, escuchándola ronronear adorable, y es cuando se da cuenta de algo muy importante, está prácticamente desnuda, solo trae puesto su sostén y bóxer, sonrojada abre los ojos girando la cabeza para ver el cuerpo también semidesnudo de su amiga, para rápidamente comenzar a crear escenarios de todo tipo en su mente quizás un poco adormilada.

Ruborizada cuidadosamente gira completamente hasta quedar boca arriba mirando al techo, todavía teniendo el brazo de Zor-El aferrado a su cintura, y trata de no pensar de forma depravada, pues no está desnuda, solo en ropa interior y sabe que debe haber una explicación razonable. La rubia abre los ojos sonriendo maliciosa al ver las mejillas sonrojadas de su amiga, así como el gesto nervioso de no saber nada al respecto, quiere seguir viéndola sufrir pero no es tan mala como quisiera a veces serlo, y por esa razón finge desperezarse al despertar, apartando su brazo para tallarse los ojos, y después mirar a Lena quien se cubre el busto con las cobijas.

-Hola—saluda Zor-El importándole poco estar con un simple sostén— ¿Te encuentras bien?—muestra una expresión inocente aunque por dentro reía malvada.

-Yo... ah...—Lena tartamudea— Sí... estoy bien, pero—se recuesta de lado para ver mejor a la rubia— Por... Por qué...—traga saliva audible— ¿Por qué estamos semidesnudas?-

-¿No lo recuerdas?—ladea la cabeza.

-Lo siento debe... debería recordar pero...— Nerviosa, mira a la rubia sonreír y después reír sonoramente— Eres malvada—se oculta bajo las cobijas avergonzada.

-Al parecer nada en agua helada te afectó, después de dormirte en el sofá comenzaste a temblar y estabas ardiendo en fiebre—Descubre a Lena quien hacía un puchero— Lo siento-

-No lo sientas—suspira aliviada, no por la situación sí no por no recordar, porque de estar con la rubia, jamás lo olvidaría— Lo volvería a hacer-

-¿Cómo te sientes?—pregunta con la cabeza posada en su mano.

-Excelente, aunque es... extraño—se sienta en la cama, aun cubriendo su cuerpo— No me mal entiendas, tienes muy buen cuerpo-

-Tú también— Zor-El no estaba avergonzada, en cambio Lena sí.

-Será mejor vestirse, no pretenderás desayunar semidesnuda, ¿cierto?-

-A veces lo hago—muestra una radiante sonrisa— Pero por cortesía, me vestiré-

Es la primera en levantarse ante la intensa mirada de Lena recorriéndole todo el cuerpo. Sonrojada al punto de verse como una cereza, la pelinegra admira el cuerpo atlético femenino de la rubia, quien de espaldas se ponía los pantalones y después la camisa, pero antes, Lena mira las cicatrices en sus brazos y abdomen, no eran simples marcas, habían sido suturadas.

-Zor-El... —la rubia la mira y comprende— ¿Quién te hirió?-

-Mi pasado—exhala sentándose en la cama, dándole la espalda.

-Es como sí te hubieran...-

-Así es Lena—susurra, aceptando la tortura— Pero no estoy lista...—tensa la mandíbula.

Alas De CristalWhere stories live. Discover now