Capítulo 14

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Ana había tenido una mañana poco agradable, empezarla corriendo no había ayudado.

Si que es verdad que después de las pastillas del desayuno se notaba algo más tranquila. Las manos no le sudan tanto y controla algo mejor sus movimientos.

También la conversación distendida con Mimi había ayudado a que se relajarse. Habían charlado un rato más en la cocina en el que la rubia le había puesto al día de la vida de la mayoría de sus compañeros de OT puesto que ella había perdido el contacto años atrás. Y luego en el coche habían seguido conversando en el mismo tono aunque de cosas más banales.

Mimi había esperado toda la hora de la sesión allí aunque Ana le había dicho que se marchase al zara de la esquina si quería y la rubia había bromeado poniendo los ojos en blanco con que si quería ropa de Zara, Ruth tenía una habitación llena de ese "rollo de ropa" haciéndola reír de nuevo en esa mañana pero de una firma distinta.

Así que de camino al resto de recados que tenía que hacer Mimi Ana iba repasando la hora previa en su cabeza en silencio.

Mónica, la psicóloga le había preguntado que tal viviendo con Mimi y con Ruth y Ana no supo bien que responder. Llevaba apenas unas horas y aunque se esforzaban en hacerla sentir cómoda Ana no lo estaba. "Es normal que tardes unos días en adaptarse Ana pero debes hacer el esfuerzo y apoyarte en ambas cuando lo necesites" esa habían sido las palabras de la psicóloga pero Ana no lo veía igual.

Ambas le producían sentimientos encontrados pero de forma muy distinta.

Ruth le caía bien y mal a la vez. La abogada había decidido comprometerse a ayudarla y lo estaba haciendo. Le facilitó el contacto con Mónica, estaba siendo amable con ella y Ana si notaba que se movía de corazón. Por eso detestaba ese sentimiento extraño cada vez que la miraba y la veía tan guapa, tan elegante y tan todo. ¿Celos? Ni de coña. No de ella. Todo sería más fácil si Ruth fuese odiosa. Todavía no tenía claro que sentir hacia ella pero por supuesto que no se lo dijo a la psicóloga.

Y Mimi... A Mimi quería matarla y abrazarla todo el rato. El solo recuerdo de lo que le confesó en el hospital conseguía poner en ebullición su sangre y de echo era lo más común cuando Mimi se le acercaba, como pasó por la noche y por la mañana, pero también quería solamente abrazarla y dejarse querer después de desayunar. Obviamente esto tampoco se lo dijo a la psicóloga.

No era asunto suyo porque no tenía nada que ver con el temblor de sus manos y la intranquilidad y fatiga de su cuerpo. Y eso era lo único Que le interesaba a la psicóloga, el resto era asunto suyo.

Por eso la sesión fue rara. Ana se callaba durante largos minutos teniendo una conversación particular consigo misma de la que Mónica no era partícipe. Se hacía el silencio hasta que la mujer completaba las frases o cambiaba de tema no viéndola preparada. Al fin y al cabo era su segunda sesión y apenas estaban empezando a rodarse.

- ¿Todo bien con Mónica? Estas muy callada de repente.

- Estaba pensando, no se que decir en Universal - miente. Eso si que lo ha decidido en la consulta.

- Sugiero la verdad - aparta la vista unos segundos de la carretera aprovechando el semáforo y sonríe a Ana, también acariciandole la mejilla.

- Ya... supongo.

- Ana no tienes porqué porque puedes hablarlo únicamente con Mónica y ya está... pero quiero que sepas que si quieres hablar conmigo puedes hacerlo ¿vale? Bueno y con Ruth tambien, que a lo mejor conmigo te da mas cosa, que no tiene porqué porque puedes confiar en mi pero... eso. Que aqui nos tienes - coge su mano de la rodilla y le da un beso en los nudillos.

Yo nunca quise llegar a esto, AnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora