—Estoy segura —replicó Hermione—. No estoy hecha para este tipo de vida.

—Tiene algo de dinero. Una casita que heredó en algún lugar de Cotswold.

—Me encanta Cotswold —dijo Hermione.

—Él come su almuerzo en la tarde —dijo Connie—. Justo allí—señaló un lugar donde vendían sándwiches al otro lado de la acera—. Debería estar aquí en cualquier momento.

Hermione no pudo evitar sentir curiosidad. Le pidió un té a la camarera que las miraba con desaprobación y esperó a que Connie le mostrara al hombre.

—Ahí viene —indicó y discretamente señaló a un hombre vestido con sencillas túnicas grises.

Tenía el cabello rubio y ondulado, le llegaba más abajo de las orejas. En general, lucía como un hombre sencillo, uno al que Hermione honestamente no hubiera mirado dos veces. Fue interceptado por dos mujeres que salían de la tienda y él dio un paso atrás y se inclinó levemente cuando ellas pasaron. Ellas no reconocieron su presencia.

—Aparentemente tiene una naturaleza amable—Connie prosiguió—. Le interesan las aves.

Él no era feo. Tenía ojos inteligentes. Era casi su tipo. Hermione se sintió como si estuviera evaluando un perrito en la perrera.

—Es soltero obviamente —continuó Connie mientras veían al hombre comprar su sándwich y luego salir de la tienda. Le sonrió a alguien que aparentemente conocía, inclinó la cabeza y regresó por donde había venido—. No sería una vida emocionante —musitó Connie sin entusiasmo—. Pero probablemente sea bastante estable. Particularmente si puedes cuidar de sus aves.

Hermione sintió compasión por el hombre. Ese pobre y gentil señor que no tenía los medios para encontrar una esposa en este horrible mundo. Él debía estar muy solo, concluyó.

—Él podría funcionar —dijo Hermione en voz baja.

—Piénsalo —terminó Connie con una pizca de disgusto.

Y lo haría, decidió. «Un cachorro es para toda la vida, no sólo para Navidad», se dijo a sí misma. Ella necesitaba pensar en esto.

Marcus la llamó esa noche. Fueron al bonito club en el cual Draco la había apostado. Ella hizo un gran esfuerzo para verse bien. Las apuestas no resultaron ser tan interesantes esa noche. Marcus se negó a acercarse a la mesa de juego. Ella y Marcus se fueron temprano, siempre seguidos por los ojos enojados de Draco Malfoy.

—Sabes que la poción sólo amplifica tus deseos —le explicó Flint más tarde esa noche mientras yacía boca arriba, recuperando el aliento después de una sesión de sexo particularmente vigorosa.

Hermione descansaba a su lado, sintiendo el estrés y el calor drenándose de su cuerpo después de una culminación muy satisfactoria. No era muy diferente de lo que había tenido con Dean, aunque sin todas esas bromas y juego previo, la poción fue directamente al asunto. A Hermione no le importaba, no quería un gran encuentro de corazón y alma, sólo necesitaba relajarse y la poción hacía el trabajo maravillosamente.

Ella descubrió que estas sesiones regulares afectaban su vida. En general, se sentía más tranquila y menos preocupada, ahora tenía una liberación consistente e intensa de cualquier problema que tuviera. Ni siquiera se había dado cuenta de cuánto extrañaba esto desde que Dean se fue. El sexo con él fue bueno, pero había estado tan concentrada en el fracaso de la relación que no había disfrutado tanto del sexo en sí.

—No funciona en algunas chicas —continuó él—. Contigo, es una locura. Eso significa que ya había una cosita salvaje dentro de ti todo el tiempo. La poción simplemente lo saca a relucir. Quién hubiera pensado que la pequeña señorita sabelotodo ocultaba un lado tan sucio.

Absolutamente despreciableWhere stories live. Discover now