17- El ultimo aullido

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La sangre que creía maldita escurría por sus labios, bajando la clavícula hasta su cuello y de ahí seguido por todo su pecho, sin contar el chorro que salto esparcido al suelo cuando la mujer lo golpeo con el tubo de hierro. Le había roto la mandíbula por décima vez. Más tardaba el lobo en sanar en que esta fuera dañada de nuevo. Sorpresivamente no volvió a recibir el siguiente golpe de los que ya se estaba haciendo costumbre tarde, día y noche.

Sintió la fuerza de la luna, el día siguiente sería el día. Podría ser más fuerte y liberarse. Más ese también era el final del plazo puesto por la mujer.

Guiándose por el sentido del oído. No había vuelto a abrir sus ojos. No quería mirar nada de la realidad. Quería aferrarse al pasado, aunque no haya sido del todo bueno. En ese pasado se encontraba la única luz que lo motivo a seguir. Una luz que tuvo por varios largos años y que nunca quiso ver, y justo ahora que la tenía, la había perdido.

Escucho la interferencia del radio de la mujer. No presto atención a lo que decía, seguía aturdido por el golpe, aunque su mandíbula ya había sanado. La puerta de metal se abrió. Quería decir que la mujer se había ido. Dejándolo solo de nuevo.

Escupió la sangre que se había juntado en su boca y siguió en su pose de abatimiento, cargando su peso en las cadenas que lo hacían preso.

-Que patético... - se burló una voz.

<< Imposible>>

El lobo abrió los ojos. Tras aquellos barriles llenos de saber qué cosa estaba la figura de la voz que le hablaba. La persona que podía jurar que más odiaba en la vida. Aunque Monroe se estaba ganando un buen lugar en su lista de odio.

No lo creía. Kate Argent no podía estar ahí.

Salió de entre las sombras mostrando lo evidente. Le habían golpeado muy duro la cabeza.

-Sabía que tu hora llegaría, pero al parecer no será de gala como todos los Hale - avanzo hasta el - Morir a las manos de una cazadora inexperta...

Derek no hablo. No terminaba de comprender. Era una mala pasada de su mente. Los días de encierro, sin comida ni agua y la constante tortura, sumado a la fuerza de la luna llena acercándose.

- Este será tu lecho de muerte, no queda mucho tiempo - Acerco su rostro hasta el del lobo -pero te propongo algo... Ruégame y yo seré quien te asesine. No ella. Morirás con honor en mis manos.

El lobo solo rio de lo absurdo. Se estaba volviendo loco.

-No le hagas caso Derek, esta chiflada - Giro su mirada a la nueva voz. Los rizos rubios caían en los hombros cubiertos en una chaqueta de piel. En una afeminada pose sentada sobre los barriles al lado de Kate. Mordisqueando una manzana - ¡Lárgate ya! - le arrojo la manzana y Kate desapareció de la vista del lobo.

- Érica... imposible, tu-tu - tartamudeo el lobo. Si definitivamente era una mala pasada de su mente. Lo que podían hacer algunos días de confinamiento.

-¿Muerta? Si, es probable, pero solo soy una creación de tu mente ¿A mí qué me dices? - Se levanto del barril -Ya es hora de que pongas cartas en el asunto.

-¿Crees que si pudiera no lo había hecho ya? - se sentía idiota por hablar con una creación de su propia mente.

-¿Y qué es lo que te lo impide?

Derek alzo las cadenas obviado la situación. Con su típica cara de amargura.

Érica suspiro.

-¿No son siempre ustedes dos los que salvan el día? Los que hacen de lo imposible posible - El lobo mantuvo el silencio - Él está intentado a toda costa salvarte, sin importar exponer su vida ¿Quieres que Kate tenga razón y solo seas un lobo patético que se queda sin hacer nada?

Soulmates - SterekWhere stories live. Discover now