La casa en el bosque.

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Muchas personas que viven en las cercanías de la Sierra de Sintra, en Portugal, cuentan esta leyenda a sus hijos para que sean precavidos cuando salen de casa, pues nunca saben con lo que se pueden encontrar en las afueras. Dicen que en el bosque que rodea a esta localidad, existe una casa abandonada y en ruinas, a la que nadie debería acercarse.

Laura era una jovencita de quince años a la que le encantaba hacer locuras. En más de una ocasión le había dado sendos dolores de cabeza a sus padres, pues de ser una niña alegre y obediente a convertirse en una adolescente revoltosa.

De pequeña, Laura siempre había tenido miedo de acercarse a la casa del bosque, especialmente por los rumores que corrían de la misma en el pueblo. Se decía que algo perverso seguía habitando allí, a pesar de parecer abandonada por tanto tiempo. Sin embargo, Laura ya no era una niña y estaba decidida a impresionar a sus amigos al hacer una incursión de noche.

Tras convencer a un amigo de que la acompañara, apenas se escondió el sol escapó de casa y se reunió con él en los límites del bosque.

Juntos se dirigieron hacia el lugar, no sin bastante esfuerzo de por medio, pues la oscuridad era total entre los árboles. Tras un par de horas dando vueltas, el amigo de Laura le sugirió volver a sus hogares cuando de pronto, la vio. La vieja casa de la sierra se alzaba imponente ante ellos, en medio de un paraje lúgubre y desolado.

El miedo que sentía de niña volvió a apoderarse de ella.

Intentando ignorar esta sensación, Laura se decidió a avanzar hasta la puerta, con su acompañante siguiendo tímidamente sus pasos. ¡Cuál fue su sorpresa al ver como esta se abría para dejar ver a una viejecita sonriente, que inmediatamente los invitó a pasar y ponerse cómodos.

Extrañados, los adolescentes aceptaron entrar, comieron y bebieron con ella. Por dentro, la casa había dejado de verse tan derruida. ¿Sería acaso que aquella amable anciana había llegado a ocuparla sin que nadie se diera cuenta? A pesar de lo cotidiana que se había vuelto la situación, había algo que no dejaba de darles mala espina.

Apenas la anciana se levantó para ir por algo de té, inspeccionaron el salón donde se encontraban, cuchicheando que tenían que salir de allí lo más pronto posible.

Una risa malsana se escuchó a sus espaldas.

La vieja estaba de vuelta. Sonreía pero esta vez, su boca mostraba dos hileras de dientes largos y afilados.

Aullando de terror, Laura y su amigo salieron de la casa a toda prisa, internándose en el bosque mientras la mujer les pisaba los talones. De alguna manera consiguieron volver al pueblo, donde sus padres llevaban horas buscándolos. De más está decir que nadie les dio crédito cuando contaron lo que acababa de ocurrir, especialmente porque cuando un grupo de personas fue a revisar la casa del bosque, esta seguía tan abandonada como de costumbre.

Más que aterrador.Where stories live. Discover now