Capitulo 11:

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Luego de llegar a un acuerdo con su madre, un lunes por la mañana, se despertó sabiendo que sería un día distinto a todos los que había experimentado en sus cortos 18 años de vida. Metió en su bolso del colegio, la tarea que debería llevarle a Teitur, quién sabía que la estaría esperando por la mañana, pero de momento no tenía su teléfono para avisarle que no iría hasta la tarde. Se miró al espejo y calculó el tiempo que le llevaría llegar a la tienda. El día anterior había ido a visitar a su nueva jefa para familiarizarse con el espacio de trabajo. Tendría que atender la caja y a los clientes cuando entraran a comprar alguna prenda. No era una tienda a la que habría ido a comprar, pero daría su mayor esfuerzo al vender. Se dijo a sí misma que no sería como las chicas que la atendieron al repartir sus últimos currículums, sería mejor que ellas, servicial y atenta.

Su madre la despidió aún con la taza del desayuno en su mano. Elín planeaba llegar más temprano de lo usual, quería dar una buena imagen. Incluso se había vestido con ropa un tanto más elegante a la típica que usaba. La imagen en un local debía ser la mejor, desde la que se vendía hasta la que usaban sus empleadas. Su jefa la recibió alegremente en la puerta.

—Elín... me alegro de que llegaras temprano— la mujer le enseñó el baúl de su auto, repleto de bolsas oscuras— Necesito que me ayudes a llevar todo lo nuevo a la tienda

—¡Claro!— acto seguido se calzó su mochila al hombro para comenzar a cargar las grandes y pesadas bolsas.

Durante las primeras dos horas, se entretuvieron juntas sacando prendas y etiquetándolas para luego colgarlas en las correspondientes perchas. Le enseñó cuáles eran los descuentos, lo de la temporada pasada y cómo usar las tarjetas de crédito/ débito. Elín estaba maravillada, era un mundo totalmente aparte del suyo. A pesar de que sólo pasaba su mañana allí antes de ir al colegio, sabía que aprendería más de lo que la vida en su casa o en el rocódromo, le había dado. Estaba orgullosa de ella misma. Quizá no era el trabajo de sus sueños, pero era suficiente. Tampoco la paga era la mejor, y aún así aceptó que era un cambio rotundo en sus ahorros. Mejor eso que nada.

Para cuando su jefa se fue de la tienda, tenía entre sus manos la escoba. Recogió todos los retazos de tela, los cartones y papeles, también las bolsas ya vacías e incluso limpió tanto los vidrios como los espejos. Quería que el lugar brillara como su energía. No tenía duda de que se sentía fuerte, atractiva y alegre. Quería que su mamá la viera, que sus amigas se pasaran por el local. Realmente no le importaba quien, sólo con tal de poder entender que de ahora en más esa sería su nueva realidad. Su nueva vida cotidiana. Alguien debía confirmar lo que estaba viviendo. Ese día no tuvo que atender a nadie y en parte lo agradeció. Estaba muy nerviosa y temía cometer un error. Ni siquiera puso música, a pesar de que su jefa consideró que si se aburría, lo hiciera. Pero temía desconcentrarse.

A eso del medio día, su jefa regresó en el horario estipulado y Elín se despidió para ir al colegio. Mientras caminaba por las calles, se sorprendió pensando que no era tan difícil como creyó que sería. Sólo debía atender a quien entrara, ordenar la ropa y limpiar el espacio. No sabía por qué había creído que podría afectar su vida escolar. Ese temor lo había ocultado muy bien, incluso de sí misma.

En el colegio, Sunna la atacó con preguntas. Estaba alegre por su amiga porque sabía lo importante que era para ella ese primer trabajo, su primera experiencia en el mundo laboral. O quizá la segunda, todo depende de si Teitur seguiría haciendo las tareas después de lo sucedido el sábado a la madrugada. Ni siquiera sabía si el chico la recibiría ese día tras haberse ido al enterarse del parentesco. Aún así, debía verlo, aunque no sabía qué le diría. Tampoco sabía si confesarle a su amiga que eran primos sería una buena idea. Claro que confiaba en Sunna, pero estaba avergonzada. Así que prefirió dejarlo pasar, si ella no preguntaba, no le estaría mintiendo.

Mi porción de sangre (Elín y Teitur)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora