Capitulo 3:

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La tercera vez no lo sorprendió, de hecho la esperó tanto por la mañana antes de partir al trabajo, como por la tarde al regresar del mismo, mirando las cámaras de seguridad. Quería verla llegar, quería ver sus acciones cuando él no estaba frente a ella. Y tal como lo predijo se presentó justo cuando el sol comenzaba a ocultarse. Observó su caracterí­stica falda y sus medias de tela. Sin embargo, no vio entusiasmo más bien enfado. Se hablaba a sí­ misma antes de presionar el botón del timbre, parecía muy molesta por algo. La dejó un momento esperando y luego abrió la puerta invitándola a pasar. Por un instante la muchacha se negó, pero luego lo hizo. Teitur se sentó en uno de los sillones aunque ella tardó un mayor tiempo en seguirlo.

—Estuve pensando, que como yo te estoy ayudando a que te paguen, deberí­a recibir parte de ello, ¿no te parece?— sus ojos de sorpresa lo encantaron, incluso el momento en que giró un poco su cabeza, como si no hubiese escuchado bien sus palabras. Le estaba tomando el gusto a provocarla.

—No. Tú tienes un trabajo, yo no lo tengo y por los lujos que veo en tu casa, creo que no necesitas trabajar

—No me juzgues, es la casa de mi tío, no mía

—¿Y tus papás?— dijo caminando alrededor del sillón, oficialmente decidió que debía sentarse, al fin y al cabo esta visita sería más larga que las anteriores.

—Murieron hace unos años. No, no los maté— aclaró por las dudas, sabía que había rumores estúpidos corriendo por la escuela— Tuvieron un accidente en tren

—No recuerdo ningún choque de trenes

—Por un lado, eras muy chica y por el otro, no fue un choque, unos ladrones subieron a él, y aparentemente mi papá quiso defender a mi mamá de uno de ellos, pero terminaron ambos con balas en el cuerpo

—Lo siento

—Pasado pisado. Aunque noto que sabes mucho de mi y yo no sé nada de ti

—Todo lo que necesitas saber es que yo te traigo los apuntes y eso es todo— su postura cambió por completo, apretó sus manos sobe su regazo tomando una posición frí­a, dejando en el pasado esa tranquilidad que había tomado al entrar en la casa.

—Tu nombre por lo menos— sus gestos se suavizaron al instante, era estúpido estar tan a la defensiva. Y como si escupiera las palabras contestó.

—Soy Elín

—Noto algo de fastidio en tu voz, ¿no te gusta tu nombre?— una pequeña sonrisa se asomó por sus labios, desde que la había visto nada de eso se habí­a dibujado en su rostro.

—No, no me gusta, quizá cuando sea mayor lo cambie

—¿Y cual te pondrías?

—No lo sé

—Cualquier nombre rápido, algo que te guste ahora

—Alexa— vaya nombre, Teitur levantó una de sus cejas sonriendo.

—Bueno, Alex, no veo mis apuntes

—Suena bien— susurró nuevamente ruborizada, odiaba que su TIC apareciera en presencia de un desconocido.

—Si, claro— ambos sonrieron ­al unísono sorprendidos de que quizá había una chance de que se llevaran bien sin necesidad de estar a la defensiva.

—Mamá dice que no ve que esté funcionando el traerte los apuntes

—No pienso ir ni un solo día a clases

—No es lo que tení­a en mente, en realidad

—¿Y cuál es tu plan maestro?

—Que hagas sólo una de las tareas y se la daré a ella a cambio, con la promesa de que volverás, lo cual no tiene por qué ser ahora

Mi porción de sangre (Elín y Teitur)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora