Capítulo 12: Oppa Hopewell Style

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—¿Y...?

Harry observó a unos cuantos espacios adelante de ellas dos en la fila.

—¿Conocemos a ese chico? —preguntó.

—¿A quién?

—El de la camisa negra, ¿va a Hopewell también, no?

Dalia no era muy buena reconociendo rostros, pero hasta ella tenía que reconocer que aquel muchacho sí se le hacía conocido de los pasillos de su escuela así como de algunas clases.

—Oh... es... ¿Tyler? ¿Tyler McBride? Creo que así se llama. 

—¿Lo conoces? —inquirió Harry.

—Está en la clase de geografía conmigo.

—¿Y qué tal es?

—En el primer día, cuando le preguntaron sobre el lago Titicaca, respondió "Popopipi".

—Popopipi —Harry susurró con una risa ahogada—. Buena esa.

—No era broma: él pareció de hecho creer que así se llamaba.

—¿En serio? —Harry sacudió su cabeza con sorpresa—. ¿No se llama así?

—...el caso es que, lo he tenido que ayudar una que otra vez.

—Oh, ¿eres la tutora eh? —preguntó Harry con mirada lasciva pero tono burlón —. Suena como una buena fantasía.

—¡No todo tiene que ser una fantasía, caramba!

—¿Qué? ¿Tú no tienes las tuyas?

De hecho, las tenía.

  El lugar era el Estadio Olímpico de Seúl; Dalia, o Daejong, como se le conocía en el ambiente artístico surcoreano había interpretado la última de sus canciones de la noche, o al menos eso indicaba el programa de su actuación, y sentía en el rug...

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El lugar era el Estadio Olímpico de Seúl; Dalia, o Daejong, como se le conocía en el ambiente artístico surcoreano había interpretado la última de sus canciones de la noche, o al menos eso indicaba el programa de su actuación, y sentía en el rugir de unas gradas a reventar la completa adoración de sus fanáticos.

Más en todo el país, en todo el mundo, y quizá el cosmos mismo, a ella sólo le interesaba la atención de una persona.

—¡Daejong! —se escuchó desde las bocinas del equipo de sonido justo a sus espaldas.

—No... ¡n-no puede ser! —exclamó con el corazón, de algún modo, tanto en la mano como en la garganta.

Volteó y en la pantalla apareció la figura de uno, no dos, no tres, sino los ocho integrantes de BT, con flores y muñecos de peluche kawaii en sus manos, y con miradas de cachorritos heridos y perdidos, hablando en unisono.

—Perdónanos —dijeron—. Estábamos en un error, y la razón siempre la tuviste tú todo este tiempo; es la hora de formalizar nuestras relaciones.

—¿Qué tratan de decir?

—¿Quieres casarte con nosotros?

Y Dalia, hecha un mar de lágrimas, supo que sólo había una respuesta correcta.

¿Cómo Te Lo Digo Querida Jo?Where stories live. Discover now