Propuestas tentadoras...

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Drew tuvo que optar por un almuerzo el jueves, pues Camila había regresado a los entrenamientos y tenía ocupada las tardes y noches hasta el juego del sábado.

Su hermana y Lauren aceptaron de inmediato la invitación del muchacho, sin ni siquiera sospechar de su intención de acertarlas de una vez por todas con Clara. Su sorpresa ante la llegada de la empresaria fue evidente.

-¿Mamá? – dijo la delantera – ¿Qué haces aquí?

Clara sonrió ante la amabilidad del chef de cocina de alejar su silla hacía atrás para sentarse. El intercambio de miradas entre los dos no pasó desapercibido por las chicas.

-También fui invitada a este almuerzo, hija – dijo la empresaria sonriendo – ¿Les molesta mi presencia?

-No, Sra. Clara!
– dijo Camila sonriendo incómodamente – Siempre eres bienvenida. Solo nos sorprendió porque no sabíamos que vendría.

Las miradas de las tres se detuvieron en Drew, que acababa de sentarse sonriendo.

-Hey, no me miren así. ¡Solo quería darles la oportunidad para que puedan hablar!

-¿Y por eso planeaste este encuentro?

-Exactamente
– asintió con la cabeza el chef – Ya no quiero verlas que estén sin hablar con Clara. ¡Tienen que entenderse hoy!

Lauren y su novia escucharon todo el desahogo de su madre. Los celos, la envidia, como extrañaba la presencia y la amistad de su hija, el miedo a perderla para Camila, y la percepción que finalmente había tenido de su relación. Las habia visto en la librería, y en ese momento estaba bastante segura de sus sentimiento la una por la otra, por lo que no quería colocarse contra ellas.

Camila se conmovió cuando Clara enfatizó que siempre sería más que bienvenida en la casa de los Jauregui como parte de la familia.

-Ya tengo suficientes pruebas del amor de mi hija por ti, Camila. Y si tu objetivo es hacerla feliz, entonces siempre serás amada y adorada en la familia.

La levantadora sonrió un poco avergonzada y dejó en claro que su relación con Lauren nunca interferiría con su relación de amistad con su madre.

-¡No tienes que estar celosa, Sra. Clara! ¡No quiero robarme a tu hija! – dijo la chica aún sonriendo.

La empresaria también sonrió.

-Está bien. ¡Pero por favor, no me llames más de 'Sra.'! ¡Me siento como una vieja!

Se rieron y la delantera abrazó a su madre, besando su mejilla repetidas veces.

-¡Mi celosa mamita! – dijo riendo – ¡Te amo, boba! ¡Y también amo a Camila! Pero son amores diferentes. Ninguna de las dos tiene que estar celosa.

El resto del almuerzo fue muy divertido y animado. Las chicas no pudieron evitar notar la desenvoltura evidente entre Clara y Drew, lo que dejó una Camila risueña y una Lauren enojada.

-Pero amor – dijo la levantadora por la noche, después de mucho entrenamiento y trabajo, cuando ya estaban bañada y acostada en la cama de su novia, miraba a Lauren vestirse – No tienes que estar así solo por eso, ¿no crees? Ellos solo estaban hablando.

-¿Hablando, Camz?
– dijo la chica irónica – ¡Vi las miradas de tu hermano sobre de mi mamá! ¡Estaba coqueteando con ella. Y desde el principio!

Camila sonrió ante los celos de su novia.

-Alguien se está contradiciendo hoy – espetó – ¡Pensé que eran amores diferentes, que no había necesidad de celos!

Lauren la miró con desdén.

-¡Estaba hablando de nosotras! ¡Tu hermano con mi mamá está fuera de discusión!

-¡Laur! ¡Que tontería, amor! ¡Tú, más que nadie, sabe que no somos los decidimos eso! ¡Ambos son libres!

-¡Amor, ella tiene la edad suficiente para ser su madre! ¡Entiéndelo!

-Y yo tengo la edad suficiente para ser tu hermana, tu prima, pero no lo soy. ¿En serio tienes ese tipo de prejuicio, amor? ¡Nunca pensé!

Lauren se sentó en el borde de la cama, peinándose el pelo.

-Camz, ¿te has puesto a pensar si los dos comienzan a salir? – preguntó la chica – Tu hermano sería mí... ¡Mi padrastro! ¿Y tú? ¡Serías mi tía! ¡Estoy saliendo con mi tía!

La levantadora no contuvo la risa.

-¿Es esa tu preocupación, Lo? – dijo acercándose a su novia aún en la cama, tomando el cepillo de las manos de la delantera y terminando de peinarla – ¡No tengo nada en contra de salir con mi querida sobrina!

  Ambas se rieron.

-Tus padres se volverán locos si esto se confirma. Primero tengo a la única hija, luego mi mamá con Drew, ¡su última esperanza será Liam! – dijo Lauren sonriendo.

-Oh, ¿justo Liam? No lo sé. Desde que pidió un tiempo a Taylor, apenas se ha detenido en casa.

-¿Ah sí? Pensé que ya habían vuelto.

-Pues no. Ella lo intentó, pero él no quiso.

-¿Y ella?

-No sé. No estamos hablando como antes. Solo entrenando duro. Dinah no nos da un descanso.

-Me imagino. ¿Animadas para sábado? – preguntó Lauren refiriéndose al juego.

-Lo estaría más si estuvieras a mi lado – admitió Camila sonriendo y descansando su cabeza sobre la espalda de su novia – ¿Me prometes que estarás allí amor? No quiero estar sin ti si las cosas no salen bien.

La delantera asintió.

-¡Estaré contigo todo el tiempo ángel! Y relájate, ¡todo saldrá bien!

El sueño fue reconfortante y tranquilo. Lauren olvidó en los brazos de Camila sus dudas sobre la propuesta de Verónica y la levantadora escapó un poco de la responsabilidad y la presión que estaba sufriendo por el juego. Juntas, las dos estaban realmente en paz.

Taylor había escuchado a su padre hacerle esa propuesta varias veces. Vivir fuera del país, conocer una nueva cultura, más desarrollada y llena de oportunidades, ¿qué más podría desear?

Anteriormente la rubia fácilmente podría denominar las cosas que la hacían querer quedarse en el país, a pesar de que su padre tenía una casa y estructura para abrigarla en los Estados Unidos solo para estudiar. Tenía sus amistades, tenía su novio, su facultad, el equipo y no quería abandonar todo y sumergirse en un mundo completamente nuevo.

Sin embargo, los acontecimientos gradualmente terminaron haciendo que la chica vea esa posibilidad cada vez más con buenos ojos. Había perdido la confianza de Camila, Liam la había cambiado por una rubia de publicidad, no tenía más ganas de jugar, y la universidad podía trancarla cuando terminara el semestre. Parecía que de repente ya nada la atrapaba.

Decidida, la rubia comunicó a sus padres la noticia en el desayuno de aquel viernes. Quería tomar un descanso, replantear su vida, conocer gente nueva y volver a ver lugares que solo lo vio de niña.

Su madre estaba completamente encantada con la noticia.

-¡Será bueno para ti, hija! Tus primos ya están en la universidad de allí.

-¿Estás segura, Taylor?
– preguntó su padre algo escéptico – ¡No me hagas reservar los boletos y luego arrepentirte!

-¡No hay arrepentimiento, papá!
– dijo la rubia no muy entusiasmada – Puedes reservarlo. Al final del semestre embarco a los Estados Unidos. No tengo más nada que hacer aquí.

Los padres de Taylor eran dueños de una agencia de viajes internacionalmente conocida, y estos eran rutinarios en la familia. La madre de la chica vivía recorriendo París, Berlín, Viena, Ginebra, Londres y lamentaba mucho que su hija no la acompañara. Parecía que finalmente la chica había cambiado de idea y olvidado aquel inútil noviazgo con el tal nadador, así como la tontería de querer jugar voleibol.

La atleta, sin embargo, estaba lejos de ser feliz. Lo que más quería era que todo volviera a ser como antes, incluso si tenía que tolerar a Lauren junto a su mejor amiga.

Taylor no pudo evitar pensar que la vida está llena de fases y momentos, de los cuales debemos disfrutar y aprender, así prepararnos para los siguientes. Desafortunadamente, para su disgusto, el pasado no volvería y ella tendría que convivir con la nueva vida que estaba proponiéndose. ¿Podría? Todavía no lo sabía, pero sabía que tenía que arriesgarse para verlo. Solo esperaba que los riesgos de ese intento le dieran frutos que valieran la pena, es decir, que la hicieran feliz. Feliz como sabía que su amiga estaba, por encima de todo.

Jugando Con El Amor ||Camren||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora