Sol

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Dedicado a @ZCReka

Capítulo 17: "Sol"

—Lucian, prométemelo. —Los ojos azules brillaron entre la oscuridad

—Lo prometo-

El brillo azul se perdió, dejándolo ciego en la oscuridad. No sabía dónde ir, no encontraba la salida.

La luz volvió a brillar, solo que esta era una plateada, se acercó hasta ella con anhelo de escapar de la oscuridad, hasta que se dio cuenta de quién era.

—¡Maldito, tú los mataste!-

La sonrisa colmilluda se extendió entre la oscuridad.

—¿Yo? —La diversión bailó en los ojos plata—, pero si tú tampoco hiciste algo, ¿o sí? Te quedaste parado sin hacer nada. —Retrocedió como si esas palabras hubieran sido golpes—. ¡Mírate, cachorro! Llevas su sangre en las manos-

Con miedo bajó los ojos, la oscuridad se fue, reemplazada por la llamas ardientes, sus manos estaban llenas de líquido carmesí, caliente y espeso...

—¡DESPIERTEN!-

Las estridentes voces de los soldados lo lograron sacar de la horrorosa pesadilla. La tímida luz del atardecer entraba a través de los barrotes de la pequeña ventana. Una ventana, uno de los mayores lujos que podía tener en ese lugar.

Miró a su alrededor, habían pasado once años desde que los vampiros destruyeran su aldea, una de las tantas que rebajaron a cenizas. Después de viajar por varios días, los trajeron a un castillo ubicado en un acantilado cerca del mar. A los demás niños los habían achocado a todos en una celada, mientras que a él le habían dado una celda propia.

Claro, no es que esta fuera muy diferente.

Era igual de sucia, llena de moho y con un montón de paja húmeda. En un rincón había un cubo con agua, se levantó con pereza, caminando hacia este. Dio un largo bostezo, estirando los músculos antes de remojar la cabeza dentro del cubo a modo de baño.

—Veo que ya despertaste, perro guardián. —Uno de los soldados llegó hasta su celda con un gran plato de comida—. Come rápido, tu amo quiere verte. —El hombre le aventó el plato al piso, yéndose con una gran sonrisa.

Lucian apretó los puños, preguntándose por qué tubo que acabar así. Con enojo tomó el plato, viendo con asco los, seguramente, restos de comida por su aspecto. Vio con impotencia cómo los hombres de la celda de enfrente se peleaban como animales por uno de los platos.

—¡Dejen de pelear! —les gritó—, ¡no son animales, solo los divierten! —Apuntó a los guardias que reían a carcajadas por el espectáculo.

—¡Cállate, perro guardián!-

Suspiró con enojo, tragándose los ascos y empezando a comer.

Salió de las mazmorras con el collar de metal apretando peligrosamente su cuello, preparándose mentalmente para tragarse la bilis. Dentro del castillo las antorchas se empezaban a prender mientras los criados humanos caminaban presurosos de un lado a otro.

Los guardias humanos, y los lobos que cuidaban el castillo por las mañanas, regresaban cansados de sus tareas.

Llegaron al centro del castillo, donde un hueco de luz se situaba en el techo. Entraron en unos de los pasillos, recorriendo el largo trayecto hasta llegar a las grandes puertas de madera.

Dentro, el trono del rey se encontraba vacío, muchos nobles lo rodeaban, todos hermosos y pálidos con los colmillos afuera, esperando ansiosos su comida.

Aullando bajo la misma lunaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora