Capítulo 11: Dar Y Recibir

Magsimula sa umpisa
                                    

—Bueno, sólo cuando ando inspirada para tocar —Harry contestó, con su guitarra entre manos y echando un tierno vistazo a su instrumento—. Y... hoy tenía ganas, supongo.

—¿De casualidad no te sabes esa de Serbia Strong?

—¡Sí, pero no te la voy a tocar!

Harry le cerró la boca y la puerta también. Le molestaba que su tía empezara a gritarle y tocarle, pero era en un idioma que la adolescente apenas comprendía, así que era lo preferible dentro de lo peor. Y la joven sabía que como siempre, cedería en sus intentos.

Y varios segundos después, así fue.

—¿Dónde me quedé? —Harry pensó con su guitarra, lista para proseguir con su composición.

A su vista, se encontraba un cuaderno de notas, con apuntes de hacía qué dirección deseaba llevar su canción, así como escuetos borradores de lo que podría ser la letra.

—Entonces, vamos a ver —se murmuró—. "Perdida estoy con un alma añeja"... y... añeja... añeja... ¿qué rima con "añeja"?

Un toque en su puerta le hizo perder la concentración.

—¡Qué me dejes en paz anciana pende...!

—Harry, alguien quiere verte —su primo expresó tan pronto como abrió la entrada.

—¿Eh? ¿Jake? ¿Q-qué pasa?

—Vivo aquí, esta es mi casa —el joven argumentó.

—¿Lo es?

—Es de mi padre.

—¿Está en la cárcel con él mío?

—No lo han capturado todavía, y puede sobornar a la policía mexicana por años... mira, el caso es que ... ahora que lo pienso, sólo porque él haya dicho que fuera "su casa" significa que de hecho lo es.

—Tienes que revisar las escrituras un día de estos.

—¿Escri qué?

—...en fin, ¿qué dijiste que querías mi buen Jackie?

—No me llames así, "fresa". No me llevo así contigo.

—Touché querido Jake, touché.

—Como sea —Jake dijo apunto de darle a su prima media vuelta—, te buscan abajo: creo que es alguien de la escuela.

—Oh, sí, ya voy. No pasa nada.

Harry dio pasos lentos pero constantes; aunque ya se encontraba mejor, seguía resentida de su tobillo. Debía tratarse de un asunto relevante; normalmente Jo le avisaría de su presencia con un mensaje, pero si fuera una emergencia, con más razón le hubiera enviado uno.

—¿Todo bien, querida? —la adolescente preguntó al abrirle la puerta.

—¿Querida? ¿Que, ya nos llevamos así?

No fue la femenina figura de Josephine la que estaba posando frente a ella; sino la masculina figura de Jeremy.

—¡¿Qué?! —Harry exclamó, a punto del tropiezo de la impresión—. ¿¡Sigues vivo!?

—Los reportes de mi muerte fueron muy exagerados; sólo estoy muerto por dentro.

—N-nadie en Hopewell te ha visto en días, ¿q-qué pasó?

—¿Puedo pasar al menos?

Harry inhaló hasta el limite de sus pulmones y asintió; con un gesto le mostró el camino hacía la mesa de la cocina; no deseaba darle una negativa, en especial notando su ropa, un tanto arrugada y desgastada, señal que no había sido lavada en días. Sus ojos se veían cansados y hasta su pelo, que se encontraba peinado, no lucía con la brillantez y cuidado que le conoció en primera instancia.

¿Cómo Te Lo Digo Querida Jo?Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon