Bad Dream || Oliver Wood

iv.

CON LA LLEGADA DE LA NOCHE el momento de dormir se aproximaba, y eso aterraba a Idylla. ¿Quién diría que su bisabuela no estaba loca? O por lo menos decía la verdad, lo que veía cada noche fue lo que la acabó con todo tipo de cordura que la mujer tenía. Y la muchacha no quería acabar así.

Parecían tan reales que la joven Yaxley temía que en algún momento no consiguiera despertar, que se quedara atrapada en su propia paranoia y sueños. Lo que veía mientras dormía ocurría en la realidad, el problema era interpretarlo. Todo era muy metafórico, y normalmente eran cosas malas las que sucedían. Nunca había tenido una predicción positiva, ni una.

Obviamente la profesora de Adivinación había intentado hablar y aconsejarla más de una vez, pero la de pelo casi blanco se negaba a escuchar sus palabras que no tenían sentido para ella. Y no quería que sus pensamientos también atormentaran sus mañanas, que la encerraran en una jaula sin salida.

El profesor Snape a petición personal de su tía Violet comenzó una investigación para hayar una cura, o alguna poción para evadir el dolor físico. Pero no había sido exitoso, únicamente podía proporcionarle somníferos, pero las pocas veces que había probado a tomarlos se encontraba fatal a la mañana siguiente. El psicológico era otro asunto muy diferente.

Más de una vez había pensado en hablar con la psicóloga de Hogwarts, la señorita Potter, pero nunca llegaba a atreverse. No muchos sabían de su condición y por lo tanto no quería contárselo a la tía de Harry Potter, por si acaso. Eso de que no decía lo que sus alumnos contaban no se lo creería a no ser que hubiese un Pacto Inquebrantable de por medio.

Junto a Elisia y Julien, Idylla se retiró tras la cena a la sala común de Slytherin, aunque no sin antes mirar a su hermano gemelo. Y caminando sin mirar atrás llegó al cuarto que compartía junto a su amiga y otras dos chicas más.

Frente a su cama con una colcha verde esmeralda se encontraba su equipaje, y al lado una jaula vacía donde solía estar Neptuno, su lechuza que en esos momentos se encontraba junto al resto de lechuzas de Hogwarts.

Sacando un pijama que consistía en unos pantalones grises y una camiseta vieja azul oscuro de su hermano, se cambió y tras dar a su amiga una sonrisa de lado se sentó en su cama. Encima del verde esmeralda de la cama agarró un libro y su varita, de un movimiento y susurro suave cerró las cortinas de su cama y pronunció un hechizo silenciador para que ninguna de la habitación escuchara algún grito o movimiento de su parte.

La noche iba a ser larga, de eso no tenía duda. Así que tras leer un rato y revisar una última vez que tenía puesta correctamente la alarma de un reloj muggle (que no enseñaba a nadie salvo a su hermano y tía, para evitar problemas), cerró los ojos y esperó a adentrarse en su prisión mental.

LA OSCURIDAD RODEABA SU CAMPO DE VISIÓN y tardó varios segundos en enfocar su vista para observar dónde se encontraba. Frente a ella había una cueva de la que salía una leve luz color esmeralda. Pensando que tal vez podría haber alguien que pidiera ayuda, Idylla se dispuso a adentrarse. Pero una serpiente se situó delante de la entrada, haciendo que la chica retrocediera.

Lo que escuchó a continuación hizo que se sobresaltara y el sonido de un pitido apareciera en sus oídos. "¡Avada Kedavra! " resonó en su mente como si de eco se tratara. Y un rayo en el cielo apareció cerca de la cueva, apagando la única luz que había. Su corazón latía con fuerza en su pecho y no veía nada, tampoco se movía por miedo a que apareciera la serpiente.

Sabía que eso no era totalmente cierto, que era un sueño, pero le era imposible no tener miedo. No sabía cuánto tiempo había estado mirando al abismo de oscuridad, pero de repente, una luz blanca se asomó por su hombro. Estaba en el fondo de un lago. Y a pesar de que el agua estuviera un poco sucia, tuviera algas y fuera bastante profundo, la luz era como la estrella más brillante de una constelación.

La muchacha notó que el agua estaba fría cuando lentamente metió un pie en el agua, y después otro. El fondo era descendiente, entonces el agua cubría cada vez más cuerpo de Idylla. Helando cada centímetro de su piel. Quería saber lo que significa esa luz, lo necesitaba. Pero su cuerpo cada vez se hundía más y cuando el agua le llegaba por la barbilla algo rodeó los tobillos de la joven tirando de ella hacia lo más hondo.

Todo fue tan rápido que ni siquiera pudo contener su respiración e inmediatamente el agua entró en su organismo. Su cuerpo reaccionó pero se estaba ahogando. Y entonces, un pitido comenzó a sonar.

Y despertó.

Despertó sin saber que lo que había presenciado no era el futuro, sino el pasado.

Capítulo sin diálogos pero de gran importancia tanto para la trama de la historia como para personaje de Idylla Yaxley.