1. Fehu

352 36 0
                                    

A veces el corazón no sirve para nada más salvo para latir, acelerarse y provocar tu muerte

Oups ! Cette image n'est pas conforme à nos directives de contenu. Afin de continuer la publication, veuillez la retirer ou télécharger une autre image.

A veces el corazón no sirve para nada más salvo para latir, acelerarse y provocar tu muerte. Probablemente Loki sepa más al respecto que cualquier otra persona, y es su habitual indiferencia la que le libra de sufrir pesares tan vulgares.

—En ese reino hay más de siete mill millones de mortales donde elegir.

Su voz resuena con eco en la enorme alcoba. Un eco que taladra los oídos y el alma de su apesadumbrado hermano. Con elegancia, Loki descansa la barbilla sobre su mano, estudiando atentamente el cuadro tan tétrico que Thor protagoniza en su tan absurdo drama.

—No me interesa ninguno de esos siete mil millones de mortales —la voz del rubio resuena con una fuerza y firmeza que habría amedrentado a cualquiera.

Pero no a Loki.

—Entonces no entiendo por qué te apenas tanto por la pérdida de esa simple mortal. Su vida tampoco habría sido demasiado larga comparada con la tuya —el Jotunn se encoge de hombros ligeramente.

—Hermano, no te he pedido ni que te quedes ni que abras la boca.

—Lo sé, pero me entretienes.

La felina sonrisa que se dibuja en sus labios pronto saca de quicio a Thor, quien consigue controlarse al enterrar su rostro entre las manos. Con un suspiro, Loki se levanta del alféizar donde se sentaba, dando unos medidos pasos hacia el ventanal.

—¿Por qué no te marchas al festín, bebes hidromiel hasta que no puedas más y enganchas del brazo a cualquier moza medianamente presentable que encuentres? —la voz de Loki vuelve a romper el silencio de la estancia— ¿No es eso lo que Thor, dios del trueno, mejor sabe hacer?

—Si estás intentando animarme, necesito que sepas que estás haciendo todo lo contrario.

—Lo sé.

—¿Entonces por qué diablos continúas hablando?

—Te lo he dicho. Me entretienes.

Demasiado cansado y derrotado como para levantar una mano y cruzarle la cara, Thor se limita a suspirar pesadamente mientras cierra sus ojos. Su paciencia no es infinita y Loki es buen conocedor de ello, aunque la curiosidad le carcomía las entrañas. Quería ver hasta dónde podía llegar.

—Haz el favor y lárgate a jugar a otra cosa donde quiera que no te vea.

—Oh, vamos. ¿Es que no aprecias la cálida compañía de tu hermano?

—¿Cálida? Me estás helando las ganas de vivir.

—Tampoco creo que te queden muchas de todas formas.

—¡Loki!

El bramido que profiere el heredero al trono es lo suficientemente feroz como para hacerle callar de inmediato. Con una terrible sonrisa, Loki siente que ha ganado la partida. No obstante, mientras espera a que Thor se levante y lo amenace violentamente como acostumbra a hacer, ve cómo sus expectativas se derrumban. Poco a poco su sonrisa se esfuma. ¿Acaso Thor... Está llorando?

Sin poder creer lo que está viendo, Loki avanza hacia él, inclinándose ligeramente para contemplarle mejor. Los hombros de Thor parecen convulsionarse y, muy delicadamente, unos gélidos dedos retiran las manos que cubren el rostro del rubio. Thor se mantiene en silencio, mostrando una vulnerabilidad que aterroriza a su hermano mientras mira a cualquier otra parte.

Esto no es normal, se dice Loki, terriblemente desconcertado y sin saber qué hacer. La última vez que lo vio llorar fue hace tantos milenios que la raza humana ni siquiera existía en Midgard.

—Verdaderamente esos mortales te han hecho enfermar... —murmura Loki con fingido desdén, camuflando la ligera aflicción que le causa contemplar a su hermano así.

Con algo de brusquedad, Thor lo empuja hacia atrás para poder levantarse, visiblemente agobiado por su molesta proximidad. Por un momento y con ese gesto cualquier vulnerabilidad desaparece, y Loki cree ver cómo el muro de acero vuelve a alzarse alrededor de su tosco hermano.

—Agradecería que te marchases y me dejases en soledad.

Thor camina hacia el enorme ventanal, apoyando las manos en el marco del mismo tras pronunciar aquellas palabras.

—¿Tanto amabas a Jane Foster?

Haciendo ademán de casi lanzarse a por él, Thor se contiene, limitándose a mirarle en silencio por unos largos segundos. Esta vez Loki no pretende provocarle, sino comprender como algo tan vulgar como aquella humana podía afectar tanto a un dios.

—Sí.

Tras recibir dicha palabra, Loki abre la boca para añadir algo más, pero la cierra enseguida. Por unos momentos siente que verdaderamente le estaba preguntando como el hermano menor que ansía aprender del mayor acerca del mundo.

De algún modo, los encantos de la mortalidad son algo que escapan al entendimiento del dios del engaño.

—Procura descansar y no me preocupes. Odio preocuparme por ti —dice Loki, dando media vuelta para marcharse cuando siente que una mano se aferra a su antebrazo.

Con brusquedad, se vuelve para encontrarse con los ojos azules del dios del trueno clavados en los suyos, más suplicantes que amenazadores.

—Ni una palabra de esto a nadie.

—¿De qué? ¿De que te he visto llorar?

Thor no responde, lo que le provoca una sonora risotada al otro.

—Ese es el Thor que conozco, desde luego —murmura tras unos segundos—. Descuida. No tengo interés en reírme de ti hasta nuevo aviso.

Zafándolo de su agarre, Thor parece sonreír muy leve e imperceptiblemente.

—Más te vale, o tu cabeza pasará a formar parte de la decoración de palacio.

Con una sádica sonrisa, Loki decide no responder a tan creativa advertencia. Abandona la alcoba de su hermano y, cerrando la puerta de ésta tras de sí, siente que un atisbo de inquietud sacude sus entrañas.

Hay muchas cosas de las que no habla con Thor, pues de algún modo ambos las sobreentienden con tan sólo compartir una fugaz mirada. Entre esas cosas yace un temor que, desde hace días, acosa al dios del engaño. Se ha acostumbrado a no concebir una vida sin Thor, pues con el tiempo su presencia se ha convertido en un pilar fundamental de su vida, lo cual jamás admitiría. No obstante... La tristeza jamás había desolado tanto a su hermano como tras la muerte de Jane Foster.

Y eso le inquieta.

Le inquieta porque no acostumbra a tratar con dicho sentimiento y mucho menos si se trata del vividor de Thor. Por primera vez en mucho tiempo, ideas tan disparatadas como la del suicidio hacen que Loki tiemble de pies a cabeza. Thor no era tan débil como para que le hubiesen pegado esa práctica humana en Midgard, ¿verdad?

Sacude su cabeza con energía mientras cruza los pasillos que conducen a su alcoba. Por supuesto que Thor es mucho más fuerte que toda basura existencialista.

Con un suspiro se encierra en su adorada estancia, una pequeña sonrisa estirándose en sus labios en cuanto ve a Fenrir dormido en el suelo. El ahora no tan pequeño lobato parece descansar ajeno a cualquier preocupación, y lo admira por ello. Loki se pregunta qué habría sido de él si no hubiese rescatado al cachorro en los bosques del norte.

Se sienta en la enorme cama, cubierta con delicadas sábanas de seda. Su mirada se centra en la bola de pelo que yace a sus pies y reconoce entre sus sentimientos afecto, apego. Tal vez, necesidad de proteger.

—Tú no lloras cuando te rompen el corazón, ¿verdad? —murmura el dios, maldiciéndose por ser tan estúpido al continuar pensando en su hermano.

Percibe una sensación de duda proveniente del animal, quien de algún modo le había escuchado en su dormitar.

—No, claro que no. Tu corazón y el mío sólo sirven para latir —la voz de Loki se apaga mientras dirige su mirada al frondoso paisaje nocturno tras los ventanales—. Y nada más.

Night Song | ThorkiOù les histoires vivent. Découvrez maintenant