Sin voz

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Los chicos volaban en Appa admirando el hermoso cielo azul sin nubes, Aang tomaba las riendas de su amigo peludo algo pensativo; de pronto y sin su consentimiento se transportó al mundo de los espíritus sin tener la intención previa, el lugar le parecía conocido; una cueva húmeda y lo suficiente oscura para no ver absolutamente nada.

—Avatar Aang ayúdame, por favor, ¡ayúdame!. —Una voz que apenas alcanzó a distinguir apareció como un recuerdo nítido sin lograr reconocer de quién se trataba.

—¡Aang!, ¡Aang!, despierta estamos cayendo... ¡Aang!. —Gritaba Katara sin poder despertar a su novio.

—¡¿Qué?!. —Elevando a Appa tan brusco que este no pudo evitar quejarse. —Lo lamento amigo, tenemos que aterrizar.

Los chicos cayeron en medio de un pequeño pueblo que parecía desierto. Un joven de ropajes desalineados y rotos se acercó a Suki y la tomo del brazo con fuerza en cuanto ella bajo del bisonte. Sokka saco su bumerán preparándose para un posible altercado.

—¡Espera!. —Lo detuvo Zuko tomando el bumerán por su espalda.

El joven que no pasaba de unos 20 años seguía sujeto a Suki como si su vida se le fuera en ello, en un intento por comunicarse abrió su boca pero no salió ningún sonido de ella. Algo extraño sucedía y Aang le preocupaba que este problema se incrementará, debía tomar cartas en el asunto y devolverles la voz a su amigo y a ese extraño hombre del pueblo desértico.

—Yang

Exclamó una joven acercándose a donde se encontraba el muchacho que acababan de conocer. Al parecer eran algo más que sólo conocidos por la preocupación que trasmitía al pronunciar su nombre y la pasión con la que lo abrazo, Aang sintió un poco de lástima por aquel chico y por su amigo que se encontraba en la misma situación.

—Hola, mi nombre es Aang. —Dirigiéndose a los jóvenes que aún se encontraban abrazados. —Yo soy el avatar. Dime, ¿Qué sucedió con él?.

—Mi nombre es Miko y él es Yang, mi prometido. Hace días la gente de nuestro pueblo cada vez que se adentran al mar para traer alimento regresaba sin voz.

—¿Hablas del mar que está a unos cuantos minutos de aquí?. —La interrogo Katara.

—Sí. Ya nadie quiere ir a pescar, pero nuestra única fuente de alimento es todo lo hay en ese mar. —Bajando la mirada para evitar que vieran sus lágrimas caer. —Moriremos de una forma u otra.

—Lo mismo le sucedió a nuestro amigo, —comento Toph señalando a Sokka. —Entró al mar y al salir perdió el habla completamente.

—Por favor avatar Aang, —suplicando de rodillas, en ella resaltaba su ropa sucia, su cabello corto y unos lindos ojos verdes. —Ayúdenos la mitad de los hombre de mi pueblo llevan días sin decir una palabra, es como si les hubieran robado la voz.

—Llévame con ellos. —Aang en tono serio.

Al estar en el mercado de aquel pueblo que los habitantes utilizaban como refugio, se dieron cuenta que estos se morían de hambre y de frío; las condiciones en que vivían no eran buenas, había niños desnutridos y ancianos enfermos.

—Aang, ¿Estás bien?. —Pregunto Katara interesada en la razón de su seriedad.

—Necesito meditar.

Aang se alejó y buscó un lugar en el pueblo lo suficiente callado para poder adentrarse al mundo de los espíritus, le atormentaba aquella voz de ayuda que claramente conocía pero no recordaba a quién pertenecía, necesitaba averígualo ya que por alguna razón sentía que ambos sucesos ocurridos este día tenían mucho que ver.

¿Qué es el amor? #Wattys2019 [EDITANDO]Where stories live. Discover now