IV: La Promesa de Nuestro Futuro

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Cómo si fuésemos una pareja de Alfa y Omega que se aman profundamente, ambos descansamos abrazados en su gran cama. Yo escondía mi rostro en su pecho y él tenía su barbilla recargada en mi cabeza. Al estar ya juntos él decidió llamarme "Deku". Según él, también se puede leer eso en la escritura de mi nombre.

Me agradaba estar de esta manera. Me hacía sentir muy contento y dichoso de tener un Alfa así de atento a mi lado. El ritmo de su corazón era como mi canción favorita que relajaba mi alma y me hacía querer dormir sin apartarme de su lado.

Extrañamente, desde el día en el que me salvó, mi corazón late con fuerza con sólo estar cerca suyo o percibir su mentolado aroma que mi nariz inhala gustoso. Es un sentimiento que nunca antes había experimentado, pero me agradaba sentirlo. Estar con él, para mí era como una nueva aventura en la cual siempre aprendo algo nuevo.

Vivir bajo el mismo techo me ha hecho conocer más cosas sobre él. Por ejemplo, que siempre gusta de tener todo ordenado, que puede cocinar platillos muy deliciosos (al contrario a mi, que ni siquiera puedo poner a hervir un poco de agua sin desatar un gran incendio), que tiene una hermana mayor Alfa de veintidós años llamada Kyoka Jiro (ese es su segundo apellido pero a él le gusta más el Bakugo), además de tener dos mejores amigos: Tenya Iida, un peliazul de ojos azules que utilizaba anteojos. Un Beta. Y finalmente estaba Ochako Uraraka, una dulce castaña quién también comenzó a llamarme Deku. Una Omega.

Como una broma, mordí el pecho de Katsuki, escuchando un quejido de su parte cuando sintió mis dientes. Lo miré inocente y él con enojo fingido, me apartó bruscamente de su cuerpo y mordió el lado izquierdo de mi pecho, donde se encontraba mi pezón.

—¡Amgh! —Gemí accidentalmente, cubriendo rápidamente mis labios con ambas manos cuando me dí cuenta del vergonzoso sonido que salió de ellos. —L-lo siento. —Mi cara estaba completamente roja. No podía ni siquiera verlo a la cara.

Él sonrió juguetón, levantó mi camisa y se pegó a mi pezón sin vergüenza alguna, lamiendo y chupando mi rosado botón, ignorando los ruidos que hacía cuando absorbía mi tetilla.

—¡K-Katsuki! —Halé de sus rubios mechones, pero a él no parecía importarle ni dolerle. Incluso se posicionó arriba de mi, pellizcando con dos dedos mi otro pezón. —N-no hagas eso... Mhg.

Sorprendido por el gemido, cubrí mis labios con una mano sin siquiera retenerle la mirada a Katsuki cuando se detuvo de su labor y miró mis verdosas orbes, con mis mejillas ruborizadas. Apartó mi mano de mi boca para entrelazar sus dedos con los míos. Su mano se veía grande y masculina comparada con la mía que parecía estar siempre en manicura.

Atacó mi cuello, besando, lamiéndose y dejando marcas rojas que no se quitarán en algunos días por lo fuerte que succionaban sus labios contra mi blanquecina piel. Quise apartarlo con mi mano sobrante, pero repitió lo mismo que con la otra, entrelazando sus dedos con los míos.

Con su rodilla separó mis piernas y sin pudor alguno restregó su erección en mi trasero, sintiendo lo grande que se encontraba su pene aprisionado entre mis ropas. Mi cuerpo se tensó y apreté sus manos, enterrando mis uñas mientras mordía mi tembloroso labio inferior.

—D-detente, Katsuki. —Tragué saliva. —N-no quiero hacerlo.  —Absorbí mis mocos y comencé a sollozar.

Mis ojos se encontraban cristalinos y mi cuerpo temblando de miedo. No tenía por qué temerle, pero era un sentimiento que no podía evitar con mi desastroso pasado que seguía atormentandome hasta en el momento menos indicado, como lo era en este preciso momento. Mi pasado era mi cruz, con la cual podía ser crucificado en cualquier momento.

—Lo siento, mi Deku.

Soltó mis manos, me tomó de la nuca y mi cintura para poder pegar nuestros cuerpos y abrazarme cálidamente. Inmediatamente yo respondí aferrandome con debilidad a su espalda. Sentí como su nariz se escondía en mi cuello e inhalaba mi aroma, susurrando "No te asustes. Yo puedo esperar." Yo repetí su acción, oliendo su fuerte olor a menta que me tranquilizó al instante.

I Hate My LifeWhere stories live. Discover now