En fin. De no haber sido por él, por Diego y Simon, y por Lily, jamás lo habría superado. Y por cierto, Diego y Simon aún viven con nosotros, en la mansión. No porque no tengan dinero, ya que Diego trabaja de rector en el reformatorio, encargándose de que todo funcione correctamente, sino porque Simon acaba de entrar al Official High School of Miami, y nuestra casa está bastante cerca. Y claro, porque ellos son nuestra familia. Los cuatro no tenemos a nadie más en el mundo, así que somos lo único que nos queda y todo lo que tenemos. Y espero que sigamos así de unidos, porque ya no me puedo imaginar mi vida sin ellos tres. Y Lily sigue siendo mi mejor amiga, la que por cierto, va a tener un bebé nada más y nada menos que con Diego.

Sí, yo también aluciné cuando me lo dijo. Y debo admitir que estoy algo celosa, pero no en plan celos malos, sino esos celos que sientes cuando ves algo que quieres. Y sí, papá, se qué si estuvieras aquí te enfadarías conmigo por querer tener un bebé tan pronto, pero desde que me enteré no he dejado de imaginar lo perfecto que sería un mini Eros. Y como siempre he sido y seré una mimada... espero tenerlo muy pronto.

Con las demás chicas del insti a penas me hablo. Retiré los cargos contra Ariadna y esta aprovechó la fama de la noticia del anónimo para abrirse un blog en internet donde dictaba cómo triunfar en el instituto y publicaba varios cotilleos, algunos de ellos, sobre mi. Hecho con el que demuestra que definitivamente ella escribía los periódicos anónimos del instituto sobre rumores que circulaban de  nosotros cuando yo aún iba al instituto y Eros solo era mi estúpido guardaespaldas. Y no sabíamos quién era el anónimo, claro.

Hablando de anónimo, de Peyton a penas me animo a decir palabra alguna. No puedo. Tan solo de pensar en todo el daño que ha causado, o de plantearme el echo de que por su culpa, hoy no estás aquí conmigo, y no hayas podido acompañarme al altar, siento una frustración enorme. Y no soy tan fuerte como todos creen. Cuando estoy a solas, me pongo a pensar en todo lo que ha sucedido y me derrumbo. Pero he aprendido a no apartar a las personas que me importan de mi lado, porque sin ellas sería imposible salir adelante. Sin Eros no podría haberlo superado.

Siento escribir tanto papá, pero ya no sabía que más hacer para sentirte cerca el día de mi boda. Y para comunicarte todo lo que no me he atrevido a decirte en estos cuatro años.

Porque papá, tengo que darte las gracias. Aunque ya no puedas escucharme. O aunque sea imposible que leas esto. Pero debo de hacerlo. Por todo lo que has hecho por mi, y también por Eros. Por todo lo que has tenido que pasar, tu solo. Desde criarme cuando solo era una enana y no tenías a mamá, a soportarme y mimarme cuando ya era mayor. Por haber estado siempre a mi lado y apoyarme incondicionalmente. Y por haber cuidado de Eros también, aunque nadie lo supiera y nadie te lo estuviera agradeciendo o valorando. Eso es ser una persona fuerte. Y es todo lo que aspiro a ser yo. Así que gracias también por enseñarme a salir adelante, y ojalá algún día pueda ser igual de fuerte que tú.

Espero que estés ahí arriba con mamá y los Douglas. Te quiere y te echa de menos,

-tu hija, Reese Douglas Russell.


-¿Por qué lloras, princesa?

Una voz a mis espaldas hace que me sobresalte, para después girarme.

Es Eros. Lleva el smoking con el que nos hemos casado, negro, con una camisa blanca y corbata. Sus ojos brillan al mirarme, y a pesar de que sus facciones se han endurecido con los años, él siempre me mira con el mismo brillo.

-La gente nos está esperando dentro, ya no queda nada para los fuegos artificiales. -dice acercándose a mi, para después limpiar mis lagrimas con su pulgar.

Mala influencia®  Where stories live. Discover now