Capítulo 36.

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EROS.

-Joder, no se enciende.

-No digas malas palabras cuando estés delante de mi, Douglas. -me regaña Bruce sujetando la tarta de chocolate y Nutella de tres pisos encargada especialmente para Reese, con la ayuda de Diego.

Simon sujeta dos globos dorados con el número dieciocho y un extraño dibujo que piensa regalarle a Reese. Y digo extraño porque suponiendo que son Reese y él los que salen dibujados bañándose en la piscina, tenía toda la pinta de ser alguna especie de monstruo sobrenatural a punto de ahogarse. Le he dicho que es muy bonito.

-Este mechero es una putísima mierda. -vuelvo a hablar ignorando por completo las palabras de Bruce.

-¡Eros! ¿Acaso no has oído lo que acabo de decir? -suena como cuando regaña a Reese, y aunque se esté dirigiendo a mi como modo de protesta, tiene un toque tan familiar que no puedo evitar sonreír.

-Lo siento Bruce, soy un chico de calle. -me disculpo sin sentirlo de verdad. Por fin consigo encender las velas de la tarta con el número dieciocho y Bruce nos mira a todos antes de abrir la puerta de la habitación de Reese.

Esta está completamente dormida, con un hilo de baba resbalando por la comisura de su boca y abrazada a su feo y viejo peluche de la jirafa. Oh dios, tengo que retratar este momento.

Me acerco a ella con pasos sigilosos, sacando mi móvil del bolsillo.

-¡Douglas! -susurra Bruce enfadado para no despertarla.- ¿Qué crees que haces?

Entro en cámara y pulso el botón, haciendo que un flash apunte directamente a la cara de Reese e ilumine su baba, retratando el momento. Pienso guardar esta foto para el resto de mi vida.

Simon comienza a reír y Diego contiene la risa. Reese suelta un pequeño gemido que me eriza la piel antes de frotarse los ojos. Mierda.

Vuelvo lo más rápido posible a donde están Bruce y Diego sujetando la tarta y Simon con los globos y me cruzo de brazos mientras ellos comienzan a cantar la canción de cumpleaños feliz. Yo no soy tan pringado como para cantarla, así que me quedo observando la escena. Reese abre los ojos y parece querer morirse.

-¡Oh no! -exclama tapándose con la almohada. El resto sigue con la canción y yo suelto una carcajada. Qué pringada.

Vuelve a quitarse la almohada donde seguramente hayan quedado sus babas y sale de la cama, caminando hacia nosotros. No sé como mierdas puede ser tan guapa aunque tenga el puto pelo revuelto, baba, y acabe de despertarse.

-Felicidades cariño. -murmura Bruce nada más acabar la canción.

A Reese le brillan los ojos, tiene las manos cruzadas delante de su cara mientras nos mira y se muerde el labio. Está claro que nuestra pequeña sorpresa le ha gustado.

Simon va corriendo a abrazarla y le entrega el dibujo. Reese miente diciendo que es muy bonito y le da un beso en la mejilla. Los criados se llevan la tarta y entonces Reese aprovecha para abrazar a su padre y después a Diego.

Es mi turno. Olvido que su padre está delante y la agarro entre mis brazos, elevándola del suelo y dándole una vuelta en el aire. Esta ríe mientras se sujeta de mi cuello hasta que vuelvo a dejarla en el suelo.

-Felicidades, princesa. -murmuro. Reese vuelve a reír, mirándome con un especial brillo en los ojos, sin romper el contacto. Joder, como me gustaría besarla ahora mismo...

Un carraspeo por parte de Bruce interrumpe nuestro momento.

-Será mejor que te arregles y bajes a desayunar, o se enfriará el maravilloso desayuno que ha preparado Estela. -dice caminando hacia la salida de su habitación, poniendo una mano en el hombro de Simon.

Mala influencia®  Where stories live. Discover now