Capítulo 25.

766K 54.4K 38.4K
                                    

REESE.

El sonido de las sirenas de las ambulancias y la policía suena en mi cabeza como si se tratara de un bucle junto al ruido de la explosión. Vuelvo a cerrar los ojos con fuerza para sacármelo de la cabeza y la sacudo, por si pudiera ayudar en algo.

-Dentro de unos minutos volveré para ver si ha variado tu temperatura corporal, pero ya tienes todas las heridas curadas para evitar que se infecten. -me comenta la médica guardando la máquina de oxígeno en el depósito de la ambulancia.

-No soy yo la que necesita que la curen. -contesto de forma tajante mirando el suelo del parking.- ¿Es que nadie va a decirme que esta pasando con Eros?

No me dejan ir a verlo. Dicen que podría haberme dado un golpe en la cabeza y que tengo una leve contusión. Pero me da igual. Eros me ha salvado la vida otra vez. Y es él quien está inconsciente, no yo. Ni si quiera deberían de estar prestándome atención a mi.

-La ambulancia ya se lo ha llevado. Tranquila. -me contesta con una leve sonrisa.

Pero no es eso lo que quiero saber. Solo quiero saber si está bien. Y nadie me lo dice.

La médica me mira con compasión.

-Quédate aquí unos segundos, tu padre está de camino.

No contesto. Esta desaparece y se va a hablar con unos enfermeros los cuales me miran de reojo. Observo lo que queda de coche y la explosión se vuelve a repetir en mi cabeza. Mis manos no han dejado de temblar desde entonces. La médica dice que es por que mi pulso va de forma irregular, pero yo creo que es porque hemos estado a punto de morir. Es más, Eros estaba dispuesto a morir con tal de salvarme la vida. Tan solo de pensarlo se me ponen los pelos de punta.

No se me van de la cabeza sus ojos perdidos al caer en el asfalto. Había tanta sangre que salía de su cabeza...  Ni si quiera sabía que hacer.

Suerte que había gente que aún no se había ido del instituto y al oír la explosión salieron para llamar a la policía, porque yo no hubiera sido capaz ni de acordarme del número al que tengo que llamar.

-Dios mío, estás bien. -oigo la voz de mi padre soltando un suspiro antes de sentir sus brazos rodear mi cuerpo.- He venido lo más rápido posible, ¿donde está Eros?

Un escalofrío me recorre al escuchar su nombre.

-Se lo han llevado. -una voz sale de mi garganta, pero ni si quiera distingo si es mía o no. Sigo totalmente en estado de shock.

-Voy a preguntar. -murmura. Y de un momento a otro, ya no está.

Ni si quiera sé por qué lo hago, pero apoyándome del suelo de la ambulancia consigo incorporarme y me pongo de pie sobre el asfalto. Me tiemblan las piernas y siento náuseas subir por mi estomago. Necesito verle ya. La curiosidad de saber que está bien me está comiendo por dentro de una forma espeluznante, tanto que siento que me voy a desmayar. Un mareo me azota de repente y cuando siento que voy a desfallecer unos brazos me sujetan por detrás.

-Sabia que volveríamos a vernos. -dice una voz tremendamente familiar.

Una vez incorporada, me giro y levanto las cejas con sorpresa.

-Alex. -digo casi en un suspiro. Este me ayuda a sentarme otra vez y asiente con la cabeza.

-¿Estás bien? He oído lo que ha pasado.-Sus ojos verdes me miran con preocupación.

Niego con la cabeza.

-Necesito que me hagas un favor. -pronuncio casi rogándole.

Él se cruza de brazos y frunce el ceño.

Mala influencia®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora