044♡:"Quédate"

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Ninguno quería preguntar nada acerca del encuentro con mi padre. Aún así podía ver en sus rostros todos los interrogantes que no se atrevían a exteriorizar. 
Mamá era la más preocupada, por descontado. 
Les presté la suficiente atención como para que se dieran cuenta de que todo estaba bien, al menos conmigo, los detalles se los daría en otro momento, en ese instante escuchaba al doctor y sus recomendaciones para mi nueva vida.
Debía hacerle una visita mensual durante todo el año, si las cosas iban bien —traducido significaría que no se presentaran complicaciones— las visitas serían cada seis meses desde entonces. Todo era por mera precaución, así, en caso de que surgiera un “inconveniente” pudieran solucionarlo a tiempo. 
________ se mantuvo tensa pero con sus dedos entrelazando los míos con calidez, cada vez que la miraba me regalaba una sonrisa. Supe que ella estaba tan preocupada como mamá. Le di un beso en el dorso de la mano para tranquilizarla.
—Ya lo sabes, Justin, si sientes cualquier dolor en la cabeza vienes de inmediato —me dijo el doctor Mayer por enésima vez.
—Claro, doctor —acepté y todos se comenzaron a movilizar luego de recibir un apretón de mano del profesional que me había salvado la vida.
________, mamá y yo fuimos en nuestro auto, no tenía intensión de recuperar el mío de donde fuera que estuviera en ese entonces. Un accidente bastaba para hacerme repensar la idea de volver a ponerme al volante y al menos por ahora prefería tomar taxis.
Y los chicos iban en el auto de Christian, quien nos tocaba la bocina cada tanto a modo de broma exaltándonos a todos.
De las ventanillas para afuera hacía un hermoso día de febrero, fresco aunque soleado. No podía quitar la vista de las pocas copas de árboles que decoraban el gris concreto de la ciudad. Los pequeños parques distribuidos en algunas esquinas me parecían verdaderos paraísos con los niños corriendo alegremente sobre el verde césped y el cielo perfectamente celeste acuchillado de vez en cuando por los altos rascacielos se me antojaban a invitaciones para quedarme al aire libre, observando su inmensidad y buscando formas en las irregulares, esponjosas y blancas nubes que ocultaban al sol cada vez que paseaban frente a él.
Incluso los pequeños pájaros que remoloneaban sobre las ramas me parecían de colores más brillantes. 
Todo en su conjunto era tan maravilloso y parecía imposible creer que las personas no se tomaban su tiempo para admirar la perfección de la naturaleza y que perdieran el tiempo ajustados a los dictámenes del reloj, corriendo por llegar a alguna parte. Apurados, siempre apurados.
Reconocí el edificio que se erigía frente a nosotros cuando mamá estacionó en la entrada. Aquella casa de pálido color manteca y rosas en el porche había sido el escenario de mi vida por veinte años y aunque no la hubiera visto por más de un año, los recuerdos que esa vivienda emanaban rodeaban mi mente y gritaban que era mi hogar.
Todo estaba en el mismo lugar que hacía un año y sabía que básicamente se trataba de una recomendación del médico para que me ayudara a guiarme. 
Suspiré sonoramente al encontrar mi bastón blanco descansando sobre la mesita a un lado de la puerta de entrada. Lo guardaría de recuerdo, un recuerdo de los peores y al mismo tiempo, mejores días de mi vida. Peores por la oscuridad, por la sensación de soledad y aturdimiento. Peores por no poder apreciar la vida a través de las imágenes, peores por no ser lo suficientemente útil como estaba acostumbrado a serlo. 
Mejores por ________, por ella y su ternura, por ella y su paciencia. Mejores por descubrir en carne propia que lo esencial es invisible a los ojos. Mejores por haber conocido el amor.
Mamá nos preparó el almuerzo mientras los chicos me mostraban fotos acerca de su último año. Reí mucho y sonreí todavía más. Me sentía completamente feliz con mis seres queridos sentados en torno a mí en el living, en una situación tan normal como antes. Sin embargo aún percibía la tensión que había logrado la visita de mi padre.
—Justin… —comenzó Ryan luego de intercambiar un par de miradas con Christian y Chaz cuando pensaron que no los veía—, sabemos que quizás no quieres hablar de ello pero… nos gustaría saber qué sucedió con Jeremy —habló mi amigo mientras entrelazaba sus manos con impaciencia.
____ a mi lado se tensó y me miró con urgencia, ella también quería saber.
—Él —empecé mirando sin ver la fotografía que mostraba a Ryan y a Christian en una partida de ajedrez que Chris estaba perdiendo—, él vino a disculparse por ser un mal padre —expliqué.
—¿Y tú qué hiciste? —presionó Christian. Lo pensé un par de segundos antes de responder.
—Le dije que ya era tarde —el silencio cayó sobre todos nosotros como plomo.
—Chicos, la comida… —entró diciendo mamá quien se detuvo en el umbral que separaba el living del comedor. Todos giramos a verla.
—Mamá, ven —la invité—, siéntate —le hice un lugar del lado contrario al que se encontraba ________ y ella entendió cuál era mi intención.
Ella se sentó luego de atravesar la habitación con la preocupación empañando sus ojos azules, me di cuenta de que éstos estaban vidriosos y que había estado llorando hacía poco. Le tomé la mano y comencé.
—Los chicos y yo estábamos hablando acerca de la visita de… papá —me costó referirme a aquel hombre como mi progenitor, hacía tiempo que no lo sentía como tal—, y pensé que sería bueno que también tú escucharas —mamá me sonrió a medias, con una sonrisa que no le llegó a los ojos.
Tomé aire y busqué en mi mente las palabras para explicárselo.
—Papá vino a pedirme disculpas por habernos abandonado —dije con la vista en mi mano que rodeaba la suya—. Le dije que era demasiado tarde —solté mirándola a los ojos con intensidad—, que lo que habíamos sufrido no se borraba con una disculpa suya, que lo que tú habías sufrido no se borraba con una disculpa —puntualicé.
Mamá agachó la cabeza.
—Él nunca estuvo presente en nuestras vidas, mamá —le expliqué—, ninguno de mis buenos recuerdos lo incluyen y... bueno, supongo que deberíamos seguir nuestras vidas como lo hemos hecho este último año.
Ella se mantuvo en silencio por todo un minuto, sabía que trataba de encontrar una buena razón para la que volviéramos a ser la familia que ella había pensado armar cuando se casó con él. Y también sabía que no estaba hallando ninguna.
—Creo que tienes razón, hijo —susurró finalmente—, sólo – sólo que tenía la esperanza de que volviéramos a estar todos juntos. Pero… supongo que… eso ya no es posible —fue entonces cuando sus ojos empañados traspasaron mi cuerpo y me hizo estremecer. 
Ella aún lo amaba. A pesar de todo lo que él había hecho aún sentía su corazón acelerado cuando lo recordaba y aún las mariposas anidaban en su estómago cuando lo nombraba.
La abracé con cariño al tiempo que me preguntaba cuán complejo podía llegar a ser el amor como para querer a alguien que tanto mal había causado.
—Verás que seremos felices, mamá —le dije al oído deseándolo con todas mis fuerzas—. Quien sabe y dentro de un tiempo volvamos a ser familia, esto aún es muy reciente y la verdad no sé qué pensar —admití.
—No te preocupes, hijo —musitó ella separándose de mí y acomodando el borde de mi gorro, intentando sonreír—, ¿tú eres feliz? 
—Lo soy inmensamente, mamá —respondí.
—Eso basta —dijo y me tomó de la mano para que me pusiera de pie—. Vamos a comer, lo necesitas.
La tormenta parecía haber pasado. Pero yo veía más allá, mamá no era feliz por más que intentaba que lo creyera.
____ y los chicos nos siguieron hasta el comedor y se ubicaron prestos a saborear la comida preparada por mamá. El ánimo había cambiado, ahora todo era más espontáneo y el tema de papá había pasado a segundo plano. Según Christian, debíamos festejar el milagro de mi recuperación, e incluso yo quería celebrarlo.
—Pero un día de estos venimos a buscarte y vamos a ver un partido de los Lakers, hace años no sales y ya es tiempo de una noche de hombres —propuso Chaz esperando a que Christian terminara de ubicar su coche para partir todos a sus casas.
Reí entre dientes.
—Claro, Chaz. Avísenme y hacemos su “noche de hombres” —dije haciendo las comillas con los dedos. ________ rió tras de mí.
Christian tocó la bocina desde su puesto de conductor.
—¡¡Chaz!! ¿Vienes o vas caminando? —le gritó.
Chaz se apresuró a volver al coche, nos saludaron todos sacando los brazos por las ventanillas y partieron.
____ a mi lado suspiró con los ojos cerrados. Aún con la tenue luz de la luna que brillaba redonda y preciosa sobre nuestras cabezas ella parecía ser lo más perfecto del universo. Le besé la punta de la nariz, ella sonrió.
—También debo irme —dijo con pesadez.
—No tienes que hacerlo —pronuncié rápidamente. Una idea estaba asomando de entre las telas de mi mente. Ella frunció el ceño sin entender. 
La abracé por la cintura y mis labios comenzaron a trazar una línea de besos desde sus labios, por su mejilla hasta llegar al lugar donde la mandíbula y la oreja se unían.
—Quédate —susurré en su oído, ella se estremeció de pies a cabeza—. No sólo esta noche, no sólo mañana por la mañana, múdate aquí —le propuse—, a mamá le encantará —continué susurrándole, ella parecía haberse vuelto de gelatina en mis brazos—, además… no quiero dormir solo, ¿qué dices?
La liberé lentamente y la contemplé deliberando. Finalmente sonrió y me besó como respuesta.
—¿Quieres soportarme las veinticuatro horas del día? —me preguntó sobre mis labios.
—Aunque el día tuviera doscientas horas continuaría disfrutando de tu presencia —aseguré.
—Está bien. Mañana mismo iré a buscar mis cosas.
Le besé los labios con dulzura y devoción antes de que ambos entremos a lo que ahora era nuestra casa compartida. 
Invitarla a vivir conmigo era el principio y el final… ése estaba comenzando a tomar forma en mi cabeza en ese mismo instante en el que su mirada y la mía se mezclaban.
Quería compartir mi vida con ella, de eso estaba seguro.

Midnight Light.|Justin Bieber| {adaptada}TerminadaWhere stories live. Discover now