Capítulo cuarenta y seis.

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—Me dice: Cariño, ¿Por qué no lo repetimos? Fue muuuy interesante participar esta vez... aunque debo confesarte que la primera vez también participé —me dijo y levantó su cabeza para mirarme —¿Eso es lo que está diciendo?

—Exactamente eso es lo que esta diciendo —le contesté.

Sonrió y se acercó a mí besando suavemente mis labios. Respiré profundamente y su perfume invadió mi cuerpo. Que agradable era oler a ella.
Mordió mis labios traviesamente. Arqueé una de mis cejas y me alejé con cuidado.

—¿Estás juguetona? —le pregunté.

—Solo cuando me provocan estarlo —me dijo y capturó mi boca de nuevo.

Comencé a despertar por un extraño ruido que llegó a mis oídos. Somnoliento abrí un ojo y miré el techo.

Esta no es mi casa... Entonces recordé todo y giré la cabeza para poder comprobarlo.
Sentí que mi corazón latía rápido al verla allí. Ella dormía profundamente boca abajo. Su largo y oscuro cabello caía sobre su espalda. Me apoyé sobre mi codo y la miré fijo. Su rostro estaba relajado y sus labios parecían curvar una leve sonrisa.

Bajé mi mirada por su cuerpo, que estaba debajo de las sabanas. Levanté mi mano y acaricie su mejilla. No puedo creer que de verdad me haya quedado, aunque después de hacer el amor casi toda la noche no podía irme.

Bajé mi mano de su mejilla a su mentón, seguí bajando hasta encontrarme con las sabanas. Con cuidado comencé a bajarlas, para poder apreciar la dorada y suave piel de su espalda. Cuando la sabana quedó justo sobre el final de su espalda, subí mi mano y la acaricie con cuidado. Su piel se erizó y ella se movió levemente.

Pero yo quería ver más de ella. Volví a tomar las sabanas y seguí bajándolas, hasta retirarlas completamente de su cuerpo. Su pequeño y redondo trasero se veía suave. Sonriendo bajé mi mano por su espalda, hasta llegar a él y acariciarlo despacio...

—¿Por qué estás tocándome el trasero? —su voz suave y adormilada llegó a mis oídos.
Levanté la cabeza y miré su rostro.

—Buenos días —la saludé.

—Pásame las sabanas, pervertido. Y deja de mirarme así —me dijo.

—Me parece que la más pervertida de los dos eres tú —le dije.

Se sentó en la cama y tomó las sabanas para taparse. Volvió a acostarse boca arriba y giró la cabeza para mirarme.

—¿Te quedaste de verdad o estoy soñando? —me preguntó.

Rápidamente me acerqué a ella y la besé con pasión. Llevé mi mano a su nuca y enterré mis dedos en sus cabellos. Su lengua acarició la mía y elevó sus manos para tocar mi rostro.
Entonces no pude evitarlo, me subí a su cuerpo, haciendo que gimiera levemente. Solté despacio sus labios.

—No podía irme cariño —le contesté agitado.
Ella arqueó una ceja y subió y bajó sus manos por mi espalda.

—Mmm, que excitante es despertar y encontrarte aquí... tocándome —dijo provocadoramente.

—¿Recuerdas las barbaridades que me dijiste? —le pregunté.

—¿Yo? —dijo haciéndose la desentendida —No querido... tú eras el que me decía cosas que ni siquiera me atrevo a repetir.

—¿Cómo qué? Lo duro que...

—¡Jungkook! —me calló antes de que continuara.

—Vamos, te encantó que te dijera todas esas cosas mi pequeña y pervertida cajita de mentiras...

© Dulce Obsesión -𝙅𝙐𝙉𝙂𝙆𝙊𝙊𝙆Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu