Desvergonzado IV

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La escena frente a su ojos era, sin duda, la más extraña que había contemplado en toda su vida.

La mesa en la que antes había un sin fin de dulces para los cumpleañeros: Pasteles, gelatinas, chocolate, paletas, en fin; Un montón de dulces que no podían permitirse más que una sola vez al año (en especial si Shion tuviese una aversión por las delicias azucaradas) ahora sólo quedaban los platos sucios y las envolturas.

En la silla donde siempre el Patriarca tomaba su merienda, estaba un pequeño de cabeza azul idéntico al niño que le tomaba fuertemente la mano. El pequeño pillo comelon se sobaba con descaro la panza, su carita delataba el atroz crimen recién cometido pues estaba batido de chocolate y demás, se observaba la panza con aires pensativos, más alzó la mirada y el color de escapó de sus mejillas.

Y más al ver a su hermano mayor mirarle con los ojos y la boca abierta... Y al patriarca mirándolo con una sorpresa imposible de disimular.

–Padre Shion, Saga... –como de rayo se puso de pie, soltando un airoso quejido. –Yo...

–¿Cómo es posible, Kanon? –habló el peliverde, adquiriendo un tono de reproche –Eres un egoísta, te comiste todos los dulces que preparé para su cumpleaños –señaló a ambos, Saga se abrazaba a sí mismo mientras sus ojos se volvían cristalinos –Te comiste todo sin acordarte de tu hermano.

–¿Sin acordarme? –el peliazul alzó la ceja, –¿Sin acordarme? –repitió con lentitud, infló los cachetes y se llevó ambas manos a las caderas, claramente estaba ofendido –¡Casi me atraganto pensando que venía él!

Shion en sus años de vida jamás había estado tan seguro de algo como en esos momentos, y eso era que estaba frente al futuro Santo Dorado más desvergonzado del mundo: Kanon de Géminis.

DesvergonzadoWhere stories live. Discover now