Capítulo catorce

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—Ya estoy aquí —Max entró por la puerta sacándose su abrigo mientras miraba la casa.

Parecía que Papá Noel había vomitado en ella, todo, estaba decorado con la temática navideña. Incluso Jingle Bells estaba sonando por el hilo musical, todo parecía una maldita película navideña.

—Hola, bienvenido.

Liz apareció con un delantal de hombres de gengibre impresos en la tela, llevaba un súeter rojo y su cabello estaba suelto, con una gran masa de rizos finos alrededor de su cara.

—Esperaba más tarde...

—Bueno es Nochebuena, creo que debía dejar salir antes a mis empleados..

Las chicas del club habían brindado en su honor.

—Bien, yo preparé cena... Ahora, decorar mesa.

Ella sonrió volviendo a la cocina mientras escuchaba el sonido de platos y a Emma chillándo desde el salón.

La pequeña ahora jugaba mucho con el perro macabro, Frankie era su mejor amigo. Desde que había comenzando a caminar, era más dificil saber dónde estaba y muchas de sus cosas habían sido retiradas de zonas dónde la niña pudiese llegar con facilidad, para no romper nada.
Entró dejando a un lado la caja de champán que traía para brindar y  miró a la niña. Por supuesto ella estaba al lado del árbol.

La canción terminó y otra maldita canción navideña comenzó a sonar, la niña chilló de alegría para su desgracia. El perro lo vió y ladró meneando su cola, acercándose rápidamente.

—Alejáte... Perro deforme...

El perro no se inmutó ante su negativa y comenzó a brincar a su alrededor, rodó los ojos tocando su cabeza.

—Ok... Hola.

La mesa estaba a un lado del salón, en dónde estaban los ventanales, un gran mantel rojo estaba colocado y platos de porcelana estaban esparcidos, copas doradas y centros de mesas extravagantes.

Estaba seguro que Chloé había escogido aquello.

La chimenea esta encendida y las llamas le daban cierto toque íntimo a la gran estancia.

Hacía muchos años, quizás nunca había celebrado una navidad en su casa. Siempre se iba a esquiar o pasaba las vacaciones en el club o algún lugar paradisíaco. Quizás porque todo le recordaba a su familia... Pero al ver aquello, sólo podía pensar en su madre...

—No toques nada —Liz lo sacó de su enseñación trayendo grandes fuentes con papel film por encima de lo que parecían apetitosos entrantes—. Espera demás.

—Estoy muerto de hambre... ¿Sabes?

Llevaba cinco horas desangrando a un hombre, eso desgastaba demasiado.

—Ya pensé eso —Liz tomó a su hija en brazos y caminó hacia la cocina siendo seguida—. Yo cocinar bocadillo...

Max pensó que estaba en la fábrica de Papa Noel, su cocina estaba irreconocible. Había harina esparcida por la mesada de mármol, varios boles sucios y grandes fuentes con comida, además de ingredientes esparcidos por todos lados.

—Nana vino ayudar tarde, está casi listo. Tener una hora. Come y duchar —ella le tendió una bandeja con un bocadillo caliente, un vaso de zumo de naranja y galletas de lo que parecían duendes navideños decorados—. En habitación, estar tu ropa.

Grizzly alzó una ceja y estaba por replicar cuando al mirarla pude ver a la mujer sonriendo con sus ojos brillando. Apretó su mandíbula sonriendo aun que parecía más bien una mueca y se dió la vuelta saliendo de allí.

Grizzly (Parte I) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora