Capítulo 23

2.5K 208 121
                                    

—¿Caleb? —Se escucha la grave voz de Rodrigo cuando abren la puerta de mi salón.

Al estar tan arriba, en lo que se parece a un enorme hueco en la pared sobre la puerta, nos tapa un gran muro, por lo que desde la entrada no se pueden ver las gradas más altas a simple vista. Me bajo de su regazo con rapidez e intento recomponer un poco mi rostro, he llorado tanto que me arden los ojos por frotarlos constantemente para borrar las lágrimas.

—¿Qué sucede? —Pregunta el rubio imitándome, sus bonitos ojos azules están colorados de tanto lagrimear.

Mi hermano nos encuentra cuando se aleja de la puerta hacia el centro del salón, poniéndose una mano sobre los ojos porque las luces sobre su cabeza no lo dejan vernos bien. Le informa al inglés que uno de sus alumnos se cayó del ring y le duele el tobillo, al parecer se ha esguinzado, pero no está seguro. Mi rubio, quien volvió a ser mi favorito, le afirma que ya va, por lo que Rodo asiente antes de dirigirse hacia la entrada.

—Debo ir, pero luego terminamos nuestra charla ¿Bien? —Afirmo con mi cabeza antes de que me dé un casto beso en los labios—Te amo—murmura, no dudo en responder que yo igual a la vez que se va.

Luego de una ducha que me sabe a gloria en el vestuario, voy a mi casillero con la fortuna de encontrarme a Ginger saliendo de uno de los probadores frente a los lockers. Sus ojos negros me recorren el cuerpo desnudo, envuelto en una toalla blanca, hasta llegar a mis ojos. Ambas nos miramos sin saber qué hacer, pensé que todo seguiría su curso, pero a juzgar por cómo me ve creo que me equivoqué. Va de shorts de jogging blancos y una blusa suelta negra que le resaltan sus pezones erectos debajo de ella, haciéndome saber que no trae brasier. El cabello anaranjado lo lleva amarrado en una coleta alta, despejando su bonito rostro blanco, con algunas pecas.

—Lo siento— suelta antes morder su labio inferior con fuerza.

—Em... está bien— carraspeo antes de voltearme para sacar de mi casillero la ropa que llevaba puesta hoy y las otras bragas que guardo, así podré vestirme en uno de los pequeños cubículos. Giro nuevamente para encaminarme hacia los probadores, notando que la pelirroja ya se ha ido para mi suerte; no quiero pelear con nadie hoy, no es un buen día para mí.

Estoy yendo hacia la recepción cuando diviso a Horacio salir del pasillo que va hacia la oficina de su hijo, 'por cierto ¿Qué hacen todos aquí?' me pregunto sin encontrar una respuesta en mi cabeza. El canoso se gira al notar que hay alguien cerca suyo y me ve de mala manera (como me esperaba), pero prosigue su camino hasta que se detiene volteando a verme. El desagrado es mutuo, aunque yo a él no le haya hecho nada, desde que llegó no ha parado de tratarme mal sin razón. Espera a que me acerque a él para bloquearme el paso con su cuerpo robusto, antes de hablar.

—No puedo creer que mi hijo haya decidido dejar todo en Inglaterra por una cualquiera como tú— espeta— no quiero verte cerca de mi nieto ¿Entendido? —Condiciona dejándome de cuadros, me toma unos segundos asimilar lo que ha dicho antes de hablar.

—Yo amo a su hijo— aseguro sin ganas de pelear, el hombre se carcajea.

—Todas dicen que lo aman, pero no significa que realmente lo hagan—concluye— las mujeres como tú solo buscan el dinero fácil, así que vayamos al grano... ¿Cuánto quieres para dejarlo? —Interroga a la vez que rebusca en el bolsillo trasero del pantalón, sacando una cartera masculina negra y de dentro de la misma, una ¿Chequera? Me horrorizo al ver lo que insinúa.

—¿Qué? —Hablo incrédula— ¿Por qué le hace esto a Caleb? —Inquiero captando su atención, sus ojos amarronados se enfrentan a los míos— métase la chequera en el culo, que de ahí es de donde la sacó, y deje de ser tan mierda con los demás ¿Quién se cree que es para tratarme de esa manera? —Gruño más que indignada.

Eterno Retorno [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora