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19 de marzo del 2018

Sentía como mis piernas ya no resistían, apoye mis manos contra la pared.

-Pero miren a quién encontramos -.

Al oír su voz, mi respiración se tensó, mis labios tiritaban como gelatina.
Aquel vigoroso dolor en mi espalda al chocar contra la pared, era como el pan de cada día.

-Vamos, llora Mariposon -.

Sus risas se intensificaban cuando mi llanto aumentaba.

Los golpes empezaban a marcar mi piel.

-Ya, Ya, háganse a un lado, es mi turno-.

Abriéndole paso, dejaron ver esa siniestra sonrisa que siempre aparece cuando se trata de mi.

-Nos volvemos a ver, pequeño Bondoni -.

Realmente no entendía porque él era el que me pateaba con tal magnitud, como si fuera gratificante verme sufrir.

-Ya, Emilio, lo vas a matar -.

Esa persona, era la única que siempre trataba de detenerlos.

Mi vista fue borrosa, recuerdo que lo último que vi antes de desmayarme, fue esa sonrisa, junto con unas palabras; Nos vemos en la secundaría, pequeño Bondoni.

Mi vista fue borrosa, recuerdo que lo último que vi antes de desmayarme, fue esa sonrisa, junto con unas palabras; Nos vemos en la secundaría, pequeño Bondoni

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-¿Seguro que estas bien? -.
Mi amiga limpió mis heridas.

-Si... Solo me asaltaron y ya, no me hicieron la gran cosa -.
Le sonreí, tratando de tranquilizarla.

-No puedes hablar así popó, mira como dejaron tu carita -.
Me abrazó, ella tenía el poder para borrar mis peores momentos.

Si, nadie sabía con exactitud lo que me ocurría, y mi familia estaba lo suficientemente ocupada, como para ver como la noche se deborba mi alegría.

Después de una extendida charla, Andy me abrazo en modo de despedida, viendo como su silueta desaparecía atreves de la neblina.

Y así eran todos los días, caminando como siempre a casa, preguntándome cuando será el maldito día en que todo acabe.

-Joaco, Joaco -.
Mi hermana corrió hacía mi.

-¿Que pasa Renata? -.
Pregunté con algo de desinterés.

Sus pasos fueron disminuyendo de velocidad, al ver mi rostro, poniendo sus manos sobre sus labios

-¿Quién te hizo eso? -.
Una de sus manos trató de recorrer las heridas de mi rostro.

-No es nada -.
Corrí su mano.

-¡¿Como que nada?! -.
Dijo exaltada.

-No tienes para que ponerte así, solo me asaltaron unos sujetos por ahí -.

Acortando la conversación, caminé rumbo a mi habitación, dejando sobre el suelo mi mochila. Pero Retana no paró de preguntar, llegando a ser irritante.

-¡Ya Renata! -.
Grité al fin, ella retrocedio un poco.
-Déjame tranquilo, ¿Si? -.
Le dije bajando la intensidad de mi voz, cerrando la puerta.

Recostandome boca abajo, me dediqué a simular dibujos con mis dedos sobre las sábanas.

-¿Puedo despertar ya? -.
Susurre.

Siempre tuve en mis más grandes imaginaciones, la idea de que todo esto se trataba de una pesadilla de la cuál pronto despertaría, pero no.
Cada vez que me iba a dormir, creía que al volver a despertar, me encontraría en otro lugar, con otra casa, otra familia, otra realidad.
Una realidad en donde no existiera Emilio Osorio.

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Hola, ojalá les haya gustado este primer capítulo.
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Pequeño BondoniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora