†❝Demon 19#❞†

11.2K 1.3K 382
                                    

Penúltimo capítulo.


«❝Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.❞ (Mateo 7:15)»

—Te amo, mi Sora.—una mirada bastó para darme cuenta de que me observaba con ojos serenos, calmados que por desgracia no se parecían a los míos. Eran las ocho de la noche cuando Taehyung apareció de nuevo junto a mi cama, no había visto a Jeon y mucho menos a cualquiera de las monjas del convento, no valía la pena. Fue estúpido creer que podría con esto, que tenía la fuerza de voluntad suficiente como para evadir las tentaciones de un ser no humano. Aún oliendo aquella fragancia ensordecedora caí en cuenta de que este era mi futuro, mi provenir, ya lo había perdido todo, pero ¿En realidad fue mío desde un principio? 

La llegada de aquella bestia me hizo abrir los ojos, Dios no me quería junto a el ni mucho menos me quería en su reino. Me quería ardiendo en el infierno, ya que nunca debí haber nacido.

Por eso empleó sus manos y me llevo hasta él. Aún mientras lo miraba suspiré sintiendo como un peso enorme abandonaba mi corazón, dejándome en completa calma:—Yo también te amo, Taehyung.—me sentía al borde como si todo se estuviera acabando y esta era mi revelación, mi última prueba. Taehyung, me miró sonriente aunque su apariencia intimidara aquella sonrisa hermosa, tomó mis mano y en un susurro agregó.

—Entonces, ¿Estarás conmigo para siempre?—pero antes de si quiera contestar mi sonrisa se borró al igual que la silueta de Taehyung.

Jungkook había entrado de manera furtiva a la habitación, lloraba a la par en la que su toga blancuzca rozaba el suelo y sus ojos parecían de vidrio. Podría jurar que su rostro se encontraba atormentado, saco de su batola un objeto afilado y nuevamente prosiguió a acecharme.

—Jungkook, deberías irte.—murmuré alejándome de su presencia.

—Te amo, te amo y por ese mismo motivo no dejaré que peques más, serás un alma libre.—sin prestarle atención a mis palabras se acercó de manera alarmante.—Tu madre y yo hemos acordado que no queremos verte sufrir más...

No haría nada nada, no me defendería ni mucho menos lo atacaría, yo lo llevé a este punto, yo fui su destrucción.—Jungkook...—asustada pegué mi espalda contra la pared sin escapatoria, pues me había acorralado.

—Yo te haré libre...—empuñó el cuchillo de plata en el aire, con ambas manos temblorosas y su mirada perdida me sonrió.—Tu alma quedará en paz, mi...—A solo segundos de que su objeto de plata impactara en mi pecho, pude ver como su toga blanca era bañada de un rojo vino que poco a poco de apoderaba de su cuerpo. Unas garras bestiales y enormes atravesaron su cuerpo hasta llegar a escasos centímetros de mi abdomen. Jungkook soltó el cuchillo mientras sus manos quedaban en el aire, me miró de la manera más penetrante y oscura que alguna vez pude observar, ya no tenían ese brillo encantador, ahora solo eran un mar negro de penumbras y arrepentimiento. Taehyung se hallaba atrás de Jeon, sus brazos se tornaron negros y tomaron una forma de arma atroz, las manos de Taehyung habían profanado el cuerpo débil del ahora difunto Jungkook—Sora...—Y cayó, dejando que sus últimas palabras fuera mi nombre asqueroso.

A la par que caía, pude ver el cuerpo agitado de mi condena, Taehyung mantenía su cabello rojizo adherido ha su frente mientras sus manos dejaban ver el arma del asesinato, llenas de sangre contrastaban con el negro filo de sus garras, me miró y sin más sus brazos  volvieron a la "normalidad" 

Sin darme cuenta mi garganta se hallaba seca y pequeñas lagrimas resbalaban por mis mejillas, observé el cuerpo inerte que yacía en el suelo de mi recamara, a mis pies, Jeon bañado en sangre aún mantenía sus ojos abiertos pero ya no tenía aire. Tirándome al suelo tomé su cabeza sintiendo como sus cabellos estaban sumergidos en sudor, las lagrimas se hicieron mas pronunciadas mientras lo llamaba entre susurros innecesarios, cerré sus ojos mientras escuchaba como mi alma se quebraba. 

Jungkook había muerto por mi culpa, yo lo arrastré a todo esto y evite que se convirtiera en un sacerdote admirable, convertí su vida en nada... Adiós, Jungkook.

Taehyung me tomó del suelo, dejando que me alejara del cadáver, no sentía rencor alguno por él ya que todo esto lo hizo en mi defensa, me salvaba, pero a su vez me condenaba. Ya era más que obvio que Taehyung era mi salida, el pecado más grande que me salvaría de mi destrucción. Llevó sus manos hasta mi rostro secando mis lagrimas, no podía dejar de ver a Jungkook, la ansiedad y la miseria me atormentaban.

—Acepto, quiero estar junto a ti.—solté ante el silencio. Taehyung me miró por unos segundos sin comprender a lo que me refería, llevé sus manos hacía mi pecho haciéndole ver que me matara de una vez.—Seré tuya para siempre, solo no quiero seguir estando aquí...

Taehyung me miró detenidamente, sus orbes brillaban como una llamarada en plena hoguera. Me besó sin esperar respuestas, dejé que se apoderara de mis labios sintiendo como sus manos tibias rozaban mi pecho mientras yo lo abrazaba cegada. Retirándose y con una sonrisa hermosa murmuró:—Mi dulce Sora...—me besó de nuevo sintiendo como las lagrimas brotaban a la superficie, cerré los ojos tratando de recordar a mi madre y a un Jungkook soñador, traté de mantener presente como se sentía todo, mi habitación, el calor, sus labios, el aire para cuando me fuera arrebatado no me pesara tanto. Y sin más me mató.

Sus garras ardientes atravesaron mi pecho mientras aún entre besos él se llevaba mi alma, en donde antes se hallaban sus manos ahora estaba sus afiladas garras negruzcas que minutos antes habían matado a Jungkook. Atravesando más mi pecho podía sentir como mi cuerpo se adormecía y como a duras penas el calor de mi sangre me llenaba. Podría jurar que lo vi sonriendo aún con sus labios dulces sobre los míos. Atravesándome aún más escuché su ronroneó propio de un felino. Antes de poder cerrar mis ojos recé entre sus labios por última vez...

Y tuyo es el reino por los siglos de los siglos, amén.

—Ya eres mía, mi Sora...

「incubus」 ;+k. thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora