ϟ 40. Scorpius Malfoy

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Newbies
Scorpius se giró una vez más desde la puerta del tren. Volvió despedirse de sus padres, con un ademán lleno de energía. El barullo y excitación de la plataforma 9 ¾ eran embriagantes.
Era su primer año en Hogwarts, la escuela de magia y hechicería a la que habían asistido sus padres. Scorpius Malfoy suspiró, levantó la frente y esbozó una sonrisa; se apresuró a entrar y buscar un espacio para él.

Llevaba un pequeño maletín de mano en el que había empacado las cosas necesarias para su viaje en el tren —y por cosas necesarias, él se refería a un puñado de dulces, un par de pañuelos, un frasco de loción y un peine por si se arruinaba el cabello— y conforme avanzaba en el reducido pasillo del tren, la confianza que había acumulado se empezaba a esfumar, y en su mente había mil y un cuestiones que empezaban a inquietarle. ¿Y si no consigo amigos? ¿Y si no me seleccionan para Slytherin? ¿Y si resbalo y caigo frente a todos en medio del Gran Comedor?

—¡Albus, deja de empujarme! ¡Ahhhh!

Estaba tan sumido en sus pensamientos, que le tomó completamente por sorpresa cuando un par de cuerpos cayeron encima de él. Hizo fuerza con las manos para poder despegarse del suelo, encontrándose con unos curiosos ojos verdes admirando su rostro. Si la caída no le había dejado sin aliento, esos enormes luceros lo hicieron. La niña que le había derribado se quitó de encima con rapidez, con las mejillas sonrosadas y el cabello castaño oscuro alborotado.
—¡Lo siento! ¿Estás bien? —le preguntó.

—Sí, lo estoy. ¿Y tú? —respondió, pasándose una mano por el cabello, rubio engominado.

—Sí —se giró y soltó un manotazo a un chico detrás de ella, que apenas se estaba incorporando—. ¡Eres un tonto, Albus! Caí sobre este pobre chico. Imagina que le hubiera hecho daño, ¡no eres divertido!

—Estabas tardando demasiado Arya, ¡la señora del carrito se estaba alejando mucho! Lo siento... ¡oh! ¿No eres el chico Malfoy? —dijo el niño, a quien Arya había llamado Albus. Scorpius le sonrió y asintió—. Supongo que también es tu primer año.

Arya le dio un rápido vistazo a la maleta regada en el suelo y sacó la varita. De un sólo movimiento, las cosas entraron de nuevo en la bolsa y regresaron a la mano de Scorpius, dejándole boquiabierto.
—¿Quisieras unirte a nuestro compartimiento? Aún queda espacio.

La energía que ella emanaba le devolvió la emoción. Arya le regaló una sonrisa que le dejó sin palabras y solamente pudo volver a asentir. Ella sonrió aún más y le tomó del brazo.
La chica hablaba mucho, no lo dejó responder ni una sola vez en el tiempo que les tomó llegar a su compartimento.

—Arya, déjalo respirar... —se burló Albus, se sentó junto un chico de más edad que ellos en el compartimiento—. Soy Albus Severus, por cierto... y ya conociste a mi adorable hermana gemela —se burló.

—¡Mira eso! Rompiste tu récord. Ya tienes novio y ni siquiera han empezado las clases. Eres increíble hermanita —comentó el otro muchacho. Arya le hizo una mueca y Scorpius se sonrojó hasta la médula.

—Él es mi insoportable hermano James, y ella es Rose.

La niña pelirroja a la que Arya presentó como Rose, apenas interrumpió su lectura al escuchar su nombre, pero le ofreció una cálida sonrisa al invitado. Arya se arrojó a un asiento libre y llevó a Scorpius consigo. Ya se sentía mejor, porque ni siquiera había buscado amigos, ellos habían llegado. Además de que la curiosa Arya Jean Potter, le causaba una desconocida sensación placentera. Los tres hermanos y la niña pelirroja mantuvieron una animada conversación todo el camino, e incluyeron al nuevo como si le conocieran de toda la vida.

Cuando llegaron al castillo, ya con los uniformes puestos, Scorpius notó que Arya se quedaba atrás de ellos. Esperó para ponerse a la par, y notó que temblaba.
—¿Estás bien? —preguntó él.

—Sí, es sólo que... todo esto parece una locura —se secó las manos en la túnica—. ¿Y si no quedo en la casa que quiero? ¿Qué pasa si tropiezo de camino al comedor y todos se ríen de mi?

Scorpius sonrió y le tomó la mano.
—Vamos, todo saldrá bien.

Arya dejó de temblar y miró la unión de sus manos. Scorpius sintió las mejillas acaloradas, quiso retractarse de inmediato, pero ella apretó sus dedos y le dedicó una sonrisa que le encogió el alma.

—Presiento que seremos muy buenos amigos, Scorp —y dicho eso, Arya le besó la mejilla.

A Scorpius le temblaron las piernas.
¿Se podía estar enamorado de alguien a quien conocías desde hace dos horas?

 ¿Se podía estar enamorado de alguien a quien conocías desde hace dos horas?

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