Capítulo 10. Propuesta indecente.

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POCHÉ.

Mordí mi labio haciendo oídos sordos a lo que había dicho Natasha con anterioridad mientras esta caminaba para darle un beso algo caluroso a Daniela.

Rasqué mi nuca al sentir la incomodidad invadir mi mente, miré con detenimiento como la castaña movía sus labios succionando los de su novia; su mandíbula se tensaba con cada movimiento, sus ojos cerrados dándome a entender cuan disfrutaba la forma en la que Nath la besaba, y por algún motivo me ponía de mal humor.

Caminé directo a la cocina para tomar agua directamente de la llave intentando sacar de mi cabeza la imagen de Daniela, ella no tenía permiso de invadir mis pensamientos.

—¿Me van a decir de qué hablaban? —preguntó Nath más agitada que antes, sus labios estaban algo enrojecidos mientras los saboreaba como si se hubiesen besado con un chocolate puesto entre ellas haciendo que me replantease a que sabían los labios de mi ex novia.

—Nada importante amor, mejor vamos a comer —palmeó Calle la pequeña cintura de su novia, suspiré.

—¿Cómo que nada importante? —se cruzó de brazos, dirigió su vista a mí —Escuché perfectamente que Poché besó a alguien y quiero saber a quien fue.

Desvié mi vista de la suya, el nervio provocó que comenzara a mover el pie contra el suelo de forma impaciente, no sé como Daniela siempre lograba ponerme en aprietos.

—¿A quién más voy a besar? —le pregunté obvia, me temblaba la voz —A mi prometido.

Natasha achinó sus ojos.

—Santiago no fue anoche, Poché —habló insistente en el tema, la verdad es que ya me estaba cansando.

—Pues lo besé simbólicamente —me encogí de hombros, Daniela se burló haciéndome entender cuan ridículo fue lo que dije.

—Eso no te lo cree ni Dios, María —rodé los ojos.

—¿Tú crees que esta monjita va a ser capaz de cometer adulterio? —rió Daniela volviendo a cambiar de canal. Era tan buena para desviar el tema.

—Olvídalo Nath —suspiré tomando una manzana del cesto —Tu novia tiene razón, solo tengo ojos para mi Santiago y nadie hará cambiar eso —mordisqueé mi fruta.

—Okey, si es lo que dices —suspiró Nath —¿Tienes planes para hoy? —negué con mi cabeza de inmediato, los domingos siempre los tomaba libre para prepararme psicológicamente para el día lunes y enfrentar a Karen en esa larga jornada de trabajo —¡Bien! Tienes que venir con nosotras.

--Oh no, la última vez que salí con ustedes fue anoche y no lo toleré, no gracias —hablé tratando de no sonar grosera, Nath hizo mala cara.

—Alba dijo que dirías eso —gruñó —Hablando de ella, dijo que le marcaras, recalcó que tenía algo muy importante que decirte —mordió su dedo nerviosa, solo asentí.

El sonido de la puerta se hizo presente haciéndome fruncir el ceño, comúnmente tocaban el interphone para poder pasar al edificio —¿Esperan a alguien? —pregunté, ambas negaron sin prestarme tanta atención.

Nuevamente volvió a sonar, sin esperar más, abrí la puerta llevándome una grata sorpresa. Un gran ramo de rosas color blanco y rojo estaban en la entrada de la puerta junto a un hombre que las cargaba. Jamás en mi vida había visto un arreglo floral tan grande como este, era tan perfecto y delicado, amaba las rosas de color rojo y eso Santiago lo sabía perfectamente.

Que astuto.

—Entrega para María José Garzón —habló aquel hombre, asentí afirmando que era yo, tomándolas con ambas manos tratando de sujetarla —Lo envía Santiago Estrada.

Mírame con Amor | CachéWhere stories live. Discover now