Tú que sentiste el temor de sentirte eclipsado por su poder
y en plena flor de su vida la anulaste.
Poema alemán.
Los cinco Primogénitos fueron llevados a un amplio salón, el cual se asemejaba a un tribunal. En la pared frente a la puerta principal había un gran vitral dorado, en donde se podían ver los seis Sellos de la Fraterminatem Solem.
—Siempre me pregunto cuándo se dignarán en incluir a Mane. —Se quejó Adrián, mientras observababa como seis personas, ataviadas con togas de diferentes colores, se sentaban frente a ellos en unas enormes sillas de madera y terciopelo rojo, posicionadas en el amplio estrado.
—Mi nombre es Denisse Alvarado, presidenta de la Coetum Americana y miembro de Astrum . —Se presentó una mujer de estatura baja, cabello corto, castaño y risado, que llevaba unas gafas grandes, las cuales sobresalían en su rostro redondo. —Pueden tomar asiento —dijo, señalando unas sillas sencillas de pino que estaban ubicadas frente al estrado.
—¿Acaso piensan juzgarnos? —murmuró Mauricio, observando con desconfianza los asientos que le mostraba la mujer.
—Me sentaré cuando sepa algo de mis padres —exigió Linette—. No sé dónde estoy, ni cómo están ellos, y lo menos que deseo es sentarme en una silla a conversar con ustedes.
—Yo también deseo saber sobre mi padre —insistió Ximena.
—Primero necesitamos conversar con ustedes e informarles el porqué están aquí. Después, pueden hacer todas las preguntas que deseen.
—Creo que todos debemos suponer qué hacemos aquí —intervino Mauricio—, así que nos podemos saltar esa parte.
—Nunca se te ha dado obedecer, Mauricio Arandia —respondió Antonio—. Esto no es un juego de niños.
Mauricio soltó una risa irónica, mientras Adrián miraba fijamente a la Coetum.
—¿Saben qué? —interrrumpió Imanol—. Ya me cansé. Vamos a localizar a sus padres, y en un ratito volvemos —dijo, dando la media vuelta.
—¡Detente! —ordenó Denisse, poniéndose de pie. Imanol se volteó a verla—. No he autorizado a que te retires.
—No te estaba pidiendo permiso —respondió Imanol, echándole una mirada a las jóvenes, que no vacilaron en acompañarlo.
Mauricio sonrió, asintiendo. Al parecer, ser un Primogénito no sería tan malo.
YOU ARE READING
Las saetas del Tiempo - Horas [1er. Libro]
Fantasy«Tres flechas fueron disparadas: una para asesinar al Día, otra para devorar la esperanza, y la tercera destinada a sembrar muerte y destrucción». Siete jóvenes guerreros son elegidos para detener los asesinatos que un grupo de rebeldes está ejecu...