Capitulo 5

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Vestido con los vaqueros y las botas de cuero que Minho le había llevado, Kibum montó a la yegua de cinco años que había nacido en los establos del Club de  Ganaderos cuando el había estado viviendo con Minho aunque había crecido rodeado de caballos en la finca de sus padres, casi había olvidado lo mucho que amaba
montar. 

Minho y él solían montar de vez en cuando en los primeros años de su matrimonio, antes de que él hubiera estado obsesionado con el trabajo y no hubiera tenido tiempo para nada más. 

El día en que la yegua había nacido, Kibum se había apresurado a ir a los establos y, en cuanto había visto a la potrilla, se había enamorado de ella, le parecía un sueño poder montar a la hermosa yegua y pasear hacia las colinas de aquel lugar con Minho.

Mientras montaban en silencio, el sol caía sobre el horizonte, pintando de naranja y oro, el campo estaba lleno de paz y Kibum se sintió invadido por una sensación que no había tenido desde hacía años había estado tan inmerso en el ritmo rápido de la Ciudad grande que había olvidado lo que era estar en la naturaleza, Minho parecía comprenderlo, aminorando el paso para disfrutar del paisaje.

Se sentía extrañamente cómodo a su lado casi podía olvidar su chantaje y su intento de manipularlo.

Casi lo miró y dejó escapar un suspiro Minho parecía nacido para montar a caballo, igual que encajaba a la perfección en el mundo de los negocios.

Era un hombre muy adaptable vestido con vaqueros, una camisa azul pálido y un sombrero negro,  estaba muy atractivo.

—Me estás mirando mucho— dijo él con una sonrisa.

—Eso te gustaría— repuso ella y apartó la mirada, ocultando su propia sonrisa.

—Así es, ¿Ves algo que te guste?—Kibum lo pensó un momento.

—No lo sé, Minho ¿Y tú?— Minho se frotó la mandíbula.

—Alegra esa cara disfruta del paisaje. 

—¿Acaso crees que eres parte del paisaje?—

—¿Yo?—dijo él, bajándose el ala del sombrero— No, señor nunca me atrevería a ser tan presumido.

Kibum rió de acuerdo, quizá debiera relajarse un poco no le gustaba el chantaje de Minho, pero podía disfrutar del paseo aunque sólo fuera porque iba a montar y hacía una hermosa tarde de verano.

—Yo veo muchas cosas que me gustan.— Kibum notó que Minho lo miraba y se sonrojó no se atrevió a mirarlo y sintió un nudo en la garganta prefirió no responder a su cumplido.

Montaron en silencio hasta que un sendero de tierra los condujo a un promontorio.

—Espera aquí—dijo Minho en tono misterioso y azuzó a su caballo para que trotara hacia lo más alto al llegar a la cima, se volvió hacia el— De acuerdo, ya puedes subir— llamó, haciéndole señas con los brazos.

la yegua trotó hasta lo alto del promontorio, donde Minho esperaba. 

Kibum lo miró a los ojos y, luego, siguió la dirección de su mirada soltó un grito sofocado al contemplar el paisaje que se veía desde allí.

—Minho, es maravilloso— Había una pequeña cabaña muy bien conservada e iluminada en el exterior por cientos de velas ante la puerta, había una mesa, con mantel de lino blanco, puesta con fina porcelana china, copas de cristal y decorada con lirios de todas clases. 

—Es muy hermoso— dijo Kibum, conteniendo lágrimas de emoción.

¿Por qué no habría hecho él algo parecido hacía años, cuando su matrimonio se estaba tambaleando, cuando Kibum había necesitado su atención, cuando había necesitado saber que era más importante para él que los negocios? 

Nadie Abandona a "Choi Minho" - MinKeyWhere stories live. Discover now