2. Popularidad indeseada

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Si yo aprendí a sonreír es porque ya sentí las penas.

(Solo se trata de prosperar; Shé)

(Solo se trata de prosperar; Shé)

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—¿Clara? ¿Estás bien?

Parpadeé intentando recordar dónde me encontraba y ante mis ojos apareció el rostro preocupado de mi nuevo tutor.

—Sí...

Tragué saliva al sentir mi voz temblorosa y percatarme de la cantidad de miradas y murmullos que había a mi alrededor. No estaba preparada para los posibles comentarios y burlas que iba a recibir por haber armado semejante espectáculo el primer día. No quería verles, así que cerré mis ojos de nuevo con fuerza, deseando que la tierra me tragara.

—Está muy pálida —escuché decir al profesor—. Sara, hazme el favor e indícale dónde está el baño para que se eche agua en la cara. Parece que no ha sufrido un golpe fuerte, pero será mejor que avises a Elena para que la mire.

—Claro.

—¿Puedes levantarte?

—Su-supongo... —carraspeé, abriendo los ojos de nuevo.

Me quedé sentada sobre el frío suelo del aula, obteniendo una mejor vista de lo que sucedía a mi alrededor. La chica que había mencionado el tutor me miraba con curiosidad, pero al fondo un grupo de alumnos cuchicheaba mientras me miraban y se reían. Un escalofrío recorrió toda mi espina dorsal.

Todavía sentía algunos pequeños mareos, pero me podían más las ganas de alejarme del aula y encerrarme en el baño. Quizá, con suerte, podía quedarme allí hasta que finalizara la jornada escolar. Necesitaba desaparecer.

Me levanté con cautela, ignorando mis piernas de gelatina, y seguí a Sara intentando mirar al frente, sin desviar la vista hacia mis nuevos compañeros. Al llegar al pasillo el oxígeno regresó a mis pulmones.

—Te has dado un buen golpe.

—Ya... —respondí, jugando con las mangas del jersey escolar.

—Que... a ver, obviamente lo siento por ti, pero a mí me has hecho un favor. Odio lengua. Aunque Berto es guay.

Asentí con la cabeza y me callé la opinión que tenía sobre la asignatura, pues era mi favorita. Quizá si lo decía esa chica la tomaba conmigo y se unía a los demás para burlarse de mí. Nadie sabía acerca de mi pasión por la escritura.

Mientras caminábamos la observaba de reojo, intentando no incomodarla. Me servía para distraerme un poco y no pensar en lo sucedido. Sara era una chica alta y morena, con el cabello negro rizado y unos grandes ojos oscuros. Con su manera de andar, erguida y despreocupada, desprendía gran seguridad en sí misma. Seguro que nadie se atrevía a meterse con ella.

—Cómo puedes ver, aquí están los baños. Espérame, voy a avisar a la secretaria para que venga y te mire. No tardo. Bueno —rectificó—. Quizás un poco, sino seguro que me manda volver a clase. Pero tú quédate aquí.

Si te fijaras en mí (EN FÍSICO)Where stories live. Discover now