VI: Alba Reche, eres una bocazas

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Dile de Don Omar, sonaba a todo volumen entre las cuatro paredes de aquel antro donde los jóvenes se amontonaban en masa alrededor de la pista de baile o en la barra.

Luces de colores parpadeaban en el lugar, dificultando así su vista. Y el gran número de presentes allí tampoco ayudaban en su búsqueda. Por lo que a Alba le cuesta unos segundos ubicar a sus amigos.

Lo cierto es que el proceso de encontrar a estos bajo aquellas luces titilando y aquella cantidad de humo que salía del techo del garito, no fue tan complicado como esperaba puesto que María se encontraba en medio de la pista, con cubata en mano, haciendo señas para llamar su atención.

Alba trata de abrirse paso entre la muchedumbre hasta llegar a sus amigos y, cuando al fin lo hace, su mejor amiga se le tira encima.

-Al fin llegaste, Reche — la saluda María, echando un brazo sobre su hombro. La mayor del grupo, para variar, ya había ingerido la cantidad suficiente de alcohol como para estar más achispada de la cuenta. Y, tras abrazarla durante unos segundos, para sorpresa de Alba se dirige a alguien tras ella—. Y veo que tu también te has animado a venir, Lacunza.

La rubia se voltea para toparse con Natalia de nuevo, que se acerca hasta su amiga para saludar a ésta con dos castos besos.

Así que la pelinegra había entrado con ella en el antro...

¿Quién persigue aquí a quién, Lacunza?, piensa entonces ella con guasa.

-Holiwis— se le acerca Afri dándole un golpe de caderas. La morena también sostiene un cubata sobre su mano, pero a diferencia de la Mari, ésta aún no estaba bebida de más. 

Tiempo al tiempo.

Alba la corresponde sonriente. África era un encanto de chica y, junto a María, ambas alegraban sus días con aquella gracia tan singular que tenían. Desde luego, estaba claro que aquellas dos eran un roto para un descosido.

Tras la morena, el resto del grupo se les acercan para saludarlas, tanto a ella como a la pelinegra, que mantiene un poco las distancias.

Cinco minutos después, tras haber sido embaucada por María y Afri, ella también acaba con un cubata hasta arriba de hielo y más largo de lo que le gustaría. Y es que, a pesar de haberle pedido a sus amigas que mandaran al camarero que le pusiera aquella copa con una cantidad decente de alcohol, estas parece que hicieron oídos sordos de su encargo y acabaron trayéndole un vaso que contenía más Vodka que gaseosa.

A ver cómo conducía ella ahora.

Sentada en un taburete junto a la barra, ve cómo sus amigas bailan en corro en medio de toda la pista. Hasta Natalia, tras haberse bebido un par de cubatas, acabó animándose y, lo cierto, es que la larguirucha se movía mejor de lo que imaginaba. Casi pareciese que la música estaba hecha para hacer contonear a aquel cuerpo que incitaba a la locura.

En más de una ocasión sus ojos se quedan fijos sobre la chica, sin poder controlar su mirada mientras ésta decidía repasar el cuerpo de la del septum de arriba abajo, suerte que ésta no se percatara del lascivo vistazo que le estaba echando. 

¿Por qué diablos no podía parar de mirarla?

A Alba se le tensa la mandíbula viendo cómo aquel ajustado top de hilo que portaba Natalia, se le sube con cada uno de sus movimientos, hasta revelar aquella tripa marcada por varios abdominales que acentuaban su cintura.

¿De dónde había salido aquella chica? 

Es todo un hecho innegable que su físico estaba tallado a mano y, por el modo seguro en el que se pavoneaba, Natalia lo sabía.

Enigma || AlbaliaWhere stories live. Discover now