Capítulo 4: The Lemonade Club

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Esperaba que tal chiste ayudara a romper un poco el hielo, pero Jeremy permaneció inmutable. Sin duda no quería estar ahí, y mucho menos hablar al respecto, inclusive en contexto de broma.

Así pues, Harry decidió cambiar el tema.

—Oye —dijo tras aclarar su garganta—. ¿Q-qué tal el botín que te sacaste con mi amiga Jo, eh? No quiero presumir de más, pero te sacaste el telekino con ella. 

La dureza y frialdad del rostro del muchacho se desvaneció, y un semblante neutral se colocó en su lugar.

—¿La rubia?

—Es una chica buena, pero eso me lleva a pensar, como su mejor amiga y protectora... ¿cuáles son exactamente tus intenciones con ella, jovencito?

—¿Perdón?

—¡Oye, tengo que saber de qué trata! ¡Las amigas se cuidan las espaldas! Y no quisiera verla herida o algo así por una tonta apuesta.

—¿Una apuesta? ¿Qué, crees que estamos en 10 Cosas Que Odio De Ti?

—¿Sería tan raro suponerlo?

Jeremy ladeó su cabeza y suspiró.

—Existe una filosofía que dice que si uno dice "sí" a las cosas, sean oportunidades o proposiciones, casi siempre te llevarán a un buen lugar en la vida —explicó—. Cuando tu amiga, Jo se acercó... bueno, me pareció un momento ideal para practicar tal manera de ver la vida.

Harry asintió.

—¿Y... crees siquiera la mitad de lo que me acabas de decir? —preguntó —. Porque si las mentiras huelen, esa apesta 

—La mayoría... d-digo...

—Vamos: dime, ¿apostaste algo, no? ¿Escoge a la chica más ingenua que veas, y pídele salir como una especie de broma enfermiza, no?

—N-no... c-claro que no; eso es más cosa de Fareed.

—¿Son lentes nuevos? —Fareed comentó caminando a lado de Dalia, que apenas podía creer que un chico mayor y de la élite popular estuviera siquiera poniéndole atención de todo al tiempo en que ambos castigados se encontraban en el aula.

—Trataremos eso conforme lleguemos a eso —Harry indicó—, pero entonces, ¿fue sólo... confianza?

—Pues... sí; y si nos llevamos bien, ¿quién sabe adónde podamos llegar?

—Oh, ¿tanto así? ¿No lo dices solo porque quieres meterte en sus calzones después de un par de copas de ponche?

—¡Ugh! ¿¡Por qué las mujeres solo piensan en sexo!? —Jeremy exclamó con desprecio —. ¡Hay más cosas aparte de solamente la lujuria!

—Claro: avaricia... la extorsión. 

Jeremy soltó una risa; aunque deseaba mostrar algo más de reserva, Harry sin duda sabía cómo hacer que cualquiera pudiera bajar su guardia por un momento. Normalmente para robarle la cartera, pero también puede tener usos morales tal cualidad suya.

—Debes ser más rudo de lo que pareces —Harry comentó, con una boca ostentando una sonrisa a medias.

—¿Qué dices?

—Es decir... ya sabes —ella gesticuló en la zona en la que el muchacho tenía el moretón.

—Oh... esto —Jeremy replicó—. Es... mira... me golpeé con la perilla de la puerta.

—Deja ese cuento a mujeres golpeadas temerosas de hablar con la policía; además, no creo que eso sea meritorio de castigo, ¿o sí?

—¡Bueno! ¿Acaso importa? —Jeremy impugnó con ansiedad tomando lugar en su voz—. No es algo de lo que quiera hablar de todos modos.

¿Cómo Te Lo Digo Querida Jo?Where stories live. Discover now