Se rumorea que el nuevo soberano ha perdido la cabeza por la hija de los famosos perfumistas, a tal punto de llevarla a vivir al palacio sin importarle que exista un nuevo compromiso. ¿Será acaso una estrategia del rey Stefan para tenerla a su lado? ¿Estará su familia de acuerdo con la decisión? ¿Qué opinará la futura reina sobre esto? Pero aún más importante ¿Qué papel juega la plebeya de los perfumes en el corazón de su majestad Stefan?

No hay duda de que Emily Malhore es el perfume del rey.

—No lo juzgues, por favor. —Pide cuando acabo de leer.

—No diré que es igual a su padre, porque Silas es el peor hombre sobre la tierra, pero si es muy parecido. Todo lo que hace es movido por el deseo de figurar supremacía, esa es seguro la razón por la cual la guerra se ha mantenido en pie tantos años.

—Claro que no, Stefan, a diferencia del rey Silas, está haciendo todo lo posible por acabar con este enfrentamiento.

—¿Cómo? No veo que haga nada. Atelmoff, no me mientas.

—Hay una reunión preparada dentro de una hora con el rey Lacrontte.

Abro la boca y la cierro de inmediato al escuchar la mención del amargado.

—¿Vendrá aquí al palacio? —interrogo, pasmada.

—Ya debe estar llegando.

—¿Puedo ir contigo a esa reunión?

—No lo sé. Es algo del consejo. Si te llevo tendrás que quedarte hasta el fondo de la sala. Ya sabes que Magnus es demasiado paranoico con este tipo de asuntos.

—No importa el sitio, solo quiero estar presente.

—Está bien. Pero nada de intervenir o refutar.

—Lo prometo —digo no muy segura.

••••

Al cumplirse la hora indicada el palacio se llena de guardias Lacrontters como una vez aconteció. Llegamos a la sala, la cual está repleta del personal que conforma el consejo de guerra. Nunca había estado antes, parece un salón de debates que espera la llegada de dos bandos enemigos.

Las sillas del lugar están distribuidas de tal manera que forman un rectángulo, alejando los últimos lugares del centro, donde los tronos reposan uno frente a otro. Stefan aún no está presente y mientras Atelmoff me conduce hasta el último sitio, veo las miradas inquietas de todos los hombres que se preguntan que hace una mujer aquí.

El futuro rey de Mishnock hace acto de presencia minutos más tarde de una manera muy sencilla. Toma asiento en el trono dispuesto para él y se acomoda en silencio. Ni siquiera se imagina que yo estoy allí y espero que nadie le informe de mi presencia. El consejero se despide y va a su lado como corresponde, dejándome escondida.

Los murmullos van de un lado a otro. Todos hablan, discuten o planean que puntos serán tocados esta tarde. Están totalmente activos, se acercan a Stefan y vuelven a sentarse, no obstante, en el momento en que las puertas del salón se abren, aquellos que aún estaban en pie se apresuran a sus puestos e inmediatamente guardan un silencio sepulcral que me resulta sorprendente y todo debido a que el rey Magnus ha comenzado a caminar por el centro de la habitación.

Es como si alguien les hubiese robado la voz, no deduzco si es temor o respeto, pero cada persona se mantiene estática mientras las fuertes pisadas del rey enemigo retumban en el lugar. Su altura es intimidante, su porte y actitud son retadoras. Está consciente del poder que posee y no duda en explotarlo frente a todos.

El perfume del Rey. [Rey 1] YA EN LIBRERÍAS Where stories live. Discover now